Al rincón de pensar. Le decía una chica de Madrid a una de sus hijas que se había portado mal. Claro que ahora dice chica porque han pasado casi 25 años y entonces aquella chica de 40 le parecía una señora con todas sus letras. Durante todo un verano, estuvo ganándose la vida en Alcossebre dando clases de repaso de ¡matemáticas! -vivir para ver- y cuidando a un bebé.
Aquella familia de Madrid, de la que guarda un recuerdo imborrable y maravilloso, le enseñó mucho. Para ella, que alguien castigara a un niño enviándole al rincón de pensar era el colmo de la sofisticación. Ella, que se crió entre risas, gritos y besos –y algún capón, para qué les va engañar- en una casa berlanguiana. Al crecer, sabría que el castigo radicaba más en el silencio que en el destierro porque al final y al cabo de ese ostracismo se regresa siempre.
Miles de años después, en otra vida, Risto Mejide recupera esa maravillosa expresión para su programa en el que ha sustituido su Chester. Por otro asiento. Para que nada cambie. El nombre primigenio del espacio continúa en prime time los domingos con Pepa Bueno, con resultado desigual. Bueno es una gran comunicadora y un animal radiofónico pero en este marco, pincha. Por esta rivalidad absurda entre cadenas todos, como espectadores, hemos ganado y perdido.

Risto Mejide. Fuente: Atresmedia
Que un programa de entrevistas interesantes acabe a la una y media de la madrugada de un martes es como para castigar a los programadores sin postre. Sin embargo, hemos ganado en algo: que las entrevistas en televisión sean tendencia, en infotaiment. Y eso es muy bueno. Para disfrutar de unos grandes guiones, gran acting y silencios controlados siempre nos quedará la web. O litros de café. A los castigados. Al rincón de pensar.