El embalse de Contreras es la antesala a las erguidas láminas rocosas de los Cuchillos y las inexpugnables Hoces del río Cabriel. Bravura de naturaleza entre rocas, bosques tapizando las montañas, vegetación de ribera y diferentes edificaciones que se mantienen con el paso del tiempo mostrándonos que es un espacio natural con muchas posibilidades para descubrir.
Tierras indistintas que están separadas por este río que nace en los Montes Universales (sierra de Albarracín) y que después de atravesar Cuenca entra en Valencia creando uno de los recorridos más hermosos de su curso fluvial entre meandros, manantiales, paredes verticales de 200 metros de altitud, agujas, hoces y estrechos. Un entorno de un rico patrimonio cultural, histórico y natural que fue declarado
Espacio Protegido y Parque Natural en el año 2005. El Cabriel va creando paisajes muy diferentes a lo largo de sus 220 km antes de verter sus aguas en el río Júcar.
Aguas cristalinas y limpias que han ido labrando con paciencia a lo largo de los siglos profundos y sinuosos paisajes. Naturalezas agrestes y salvajes que no pudieron ser dominadas por los hombres en alguno de sus tramos debido a la ausencia de valles en los que poder asentarse y vivir.
Los Cuchillos del Cabriel estuvieron a punto de desaparecer por este afán de dominar la naturaleza. Fue el sentido común el que ayudó a diseñar la autovía Madrid-Valencia al norte de la presa de Contreras. Todos los amantes de la naturaleza salimos beneficiados con esta decisión.
Así que, bien desde Villagordo del Cabriel si accedemos desde Valencia o bien desde Minglanilla si lo hacemos desde Cuenca, dejamos la autovía A-3 para circular por la antigua N-III hasta la presa de Contreras. Una construcción que se encuentra entre las profundas brechas de dos montañas, una de Cuenca, la otra que ya pertenece a Valencia. Merece la pena desviarse para visitar estos parajes, conducir lentamente por sus curvas absorbiendo el paisaje, contemplar los hitos que todavía quedan en la carretera, las construcciones abandonadas…
Históricamente el río Cabriel ha sido una vía de comunicación fluvial entre Cuenca, Valencia y Albacete. Hasta principios del siglo XX aquí también trabajaron gancheros. Aquellos hombres que transportaban los troncos talados favorecidos por el empuje de las aguas del río y que utilizaban su propio equilibrio y una bicha para orientarlos. Maderadas que llegaban hasta Cullera a través del Júcar. Unos hombres que exponían su vida cada vez que navegaban por el río. Los numerosos yacimientos arqueológicos encontrados por los alrededores ya nos muestran que fueron tierras habitadas desde la prehistoria. Más tarde dominadas por romanos y musulmanes. El centro poblado más importante fue Rakka’na (Requena), ‘la fuerte, la segura’ que fue frontera entre los reinos de taifas de Valencia y Toledo. Conquistada por Jaime I pasó a formar parte del reino de Castilla después de diferentes pactos con el reino de Aragón. Fue el siglo XVIII la época de mayor expansión comercial gracias al cultivo de la vid y la transformación de la seda. Porque solamente en Requena llegaron a existir 800 telares convirtiéndola en uno de los principales centros sederos de España. Otras pequeñas aldeas subsistían gracias al cultivo de los cereales y la ganadería. Llegaron a llamarla la Castilla valenciana o la Valencia castellana porque perteneció a Cuenca hasta 1851 momento en el que se segregó y pasó a formar parte del reino de Valencia. En el siglo XVIII decidieron mejorar las vías de comunicación entre Madrid y diferentes provincias españolas utilizando las calzadas que siglos antes ya habían recorrido caballerías y carros. Hasta aquel entonces, el camino más llevadero para llegar desde Madrid se desviaba hacia Almansa (Albacete) para retomar dirección hacia Játiva y desde aquí hasta Valencia. Y aunque era una ruta mucho más larga en distancia resultaba más llevadera porque discurría por llanuras sin grandes desniveles. No ocurría así con la ruta que entraba por Cuenca y el valle del río Cabriel.Fue en 1840 cuando decidieron construir una carretera que uniera Madrid y Valencia pasando por Contreras. El arquitecto encargado fue Lucio del Valle que diseñó y ejecutó el puente sobre el río Cabriel además del Canal de Isabel II y la reforma de la Puerta del Sol.
Las obras se prolongaron durante diez años porque el punto más conflictivo fue la construcción del puente que salvaba el río. Una carretera en la que trabajaron más de mil presos para construir prolongadas rectas excepto en el puerto de Contreras donde la serpenteante vía salvaba un fuerte desnivel. Al puente lo llamaron ‘ciempiés’ por las numerosas columnas que tuvo que soportar.
Anterior a la construcción de los puentes el paso de los ríos Jarama, Tajo, Tajuña y Júcar lo salvaban mediante barcas. Llegar hasta Valencia suponía una ruta muy dura de siete días de duración con paradas para fonda y descanso en Fuentidueña, Saélices, La Almarcha, Minglanilla, Utiel, Chiva y Valencia. Por eso aquí nos vamos a encontrar una bonita casa de postas que ya existía en el siglo XVI y que conserva el ambiente de ese viejo caserón repleto de historias viajeras y comerciales. Un edificio que ya fue catalogado con Histórico Artístico.
La Venta de Contreras era el descanso al tercer día de viaje para los que salían desde Valencia. Dicen que llegó a albergar más de 300 caballos y que tenía tres habitaciones especiales para alojar a los personajes más ilustres. El resto, durante los meses de verano dormían al aire libre. En las noches más frías lo hacían en las cuadras junto a los animales.
La Venta de Contreras está situada muy cerca del río Cabriel, el puente y la presa. En mitad de las cuestas de Contreras. Sigue siendo un lugar encantador y acogedor. Con unas vistas impresionantes a la sierra. En su planta baja tiene reservado un espacio para el bar que está decorado con una chimenea y unas amplias ventanas. Una bonita terraza al aire libre desde donde se pueden observar impresionantes vistas a la sierra.
Una casa de postas que sigue luchando por mantener las viejas tradiciones ofreciendo pleno contacto con la naturaleza y el medio rural. En la extensión que fue antaño los huertos hoy se levanta un camping con parcelas y casitas restauradas y donde se puede disfrutar de diversas actividades de senderismo, multiaventura y agroturismo.
La construcción de la presa de Contreras finalizó en 1974 dejando abandonados los edificios de la fábrica de cemento y el poblado obrero donde vivieron las familias de los trabajadores que disfrutaban de los servicios más básicos como colegio, médico y centros de ocio.
El segundo tramo más complicado de salvar de la N-III supuso una reducción de la distancia entre Madrid y Valencia sobre todo en duración de tiempo. La carretera que circulaba por arriba de la presa a 110 metros de altura sobre el río Cabriel quedó abandonada en el año 1969.
Entre los túneles existió un gran hotel, el Mirador de Contreras. Un edificio que ofrecía 22 habitaciones, restaurante, bar, teléfono y una gran explanada como parking. Hoy, desgraciadamente, lo vemos abandonado. Pero desde su interior podemos imaginarnos lo que pudo ser alojarse en alguna de sus habitaciones para contemplar el río y alguno de los cuchillos del Cabriel.
Y desde arriba mismo de la presa vemos dos construcciones modernas sobre las aguas del embalse de Contreras. Por una parte, el viaducto de la autovía A-3 que fue centro de graves polémicas políticas. Paralelo al viaducto podemos ver el mayor arco ferroviario de hormigón europeo por el que circula la línea de Alta Velocidad Madrid-Castilla la Mancha-Valencia-Región de Murcia.
Más allá de todas estas construcciones existe una naturaleza desbordante y salvaje que podemos disfrutar a través de rutas de senderismo y que comenzaremos a recorrer a partir de ahora que conocemos un poco mejor lo que supuso este rincón para la historia de su comarca.
Dejamos Contreras y el río Cabriel para reponer fuerzas en un restaurante de la valenciana Camporrobles, Casa Cheroni, para degustar platos típicos y caseros y vino de la tierra con buena compañía.
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