El ritmo fonético es la principal característica formal que distingue al poema de la prosa, salvo en los versos libres que se apoyan solo en imágenes poéticas, y aún en esos casos es difícil distinguir ese versolibrismo de la prosa poética.
Por tanto, tomo como base de este artículo que un verso, o para los puristas un "verso métrico", es todo aquello que está sujeto a un cierto ritmo fonético que tiene relación con los otros versos vecinos y ese ritmo se determina por la alternancia de silabas tónicas y átonas.
Lo primero será determinar qué se considera sílaba tónica y sílaba átona. Esto no significa que vayan acentuadas con tilde, ya que ese es un criterio ortográfico y aquí tratamos de fonética.
En general, la mayoría de palabras que llevan tilde son tónicas, pero hay muchas más palabras tónicas que no lo llevan. Por eso, se indicará que una palabra lleva acento o tonicidad cuando se pronuncie una de sus sílabas con una fuerza relativamente alta, lo que es independiente de si lleva o no la tilde ortográfica. Como referencia general, Quilis en sus libros y en especial en su manual de fonética[i], trata ampliamente de las palabras y sílabas tónicas o átonas.
De cualquier forma, no todo es blanco o negro, sino que hay una gradación en la tonicidad y hay sílabas tónicas más fuertes que otras. En este sentido, Balbín[ii] indica que hay tres grados de intensidad en las tonicidades. El "lleno" (sustantivos, verbos e interjecciones), el "vacío" (artículo, preposición y conjunción), y el "semilleno" (adverbios, adjetivos y pronombres) cuya intensidad es menor y propensa a la desacentuación. Esteban Torre también cita la fuerza relativa de los acentos en su artículo "Sílabas y acentos. Fundamentos fonéticos y fonológicos del ritmo"[iii].
En mi libro " Métrica poética del español"[iv] he tratado ampliamente de este tema, y en muchos de los análisis suelo distinguir esos tres niveles de tonicidad: fuerte, secundaria o atonicidad. Hay que tener en cuenta que esas divisiones no son algo absoluto, sino un continuo de gradación de intensidad en que hay sílabas que se distinguen por su fuerza tónica, otras por su ausencia y otras que se sitúan en ese espacio intermedio. Por otra parte, no todo depende de la palabra en sí, sino de su contexto y de quien recita el poema, que puede apoyar más o menos la tonicidad de las sílabas.
No me cansaré de repetir la importancia de la oralidad en la recepción de un poema. Aunque sea el lector quien se enfrenta al texto sin una voz externa, en su lectura siempre estará presente esa distinta fuerza tónica de las sílabas.
Fundamentada la importancia del ritmo fonético, que se debe a las distintas tonicidades de las sílabas y sus modelos de alternancia, paso al objetivo de este artículo que es efectuar una clasificación de las palabras, según su categoría gramatical, entre átonas y tónicas, distinguiendo entre las tónicas su mayor o menos fuerza que las lleva a ser determinadas como básicas o secundarias.
En una primera clasificación general, son palabras tónicas aquellas que en la oración tiene la función de sujeto, verbo o complementos, y concretando algo más: sustantivos, adjetivos, pronombres personales y posesivos, demostrativos e indefinidos (sean pronombres o adjetivos), numerales, verbos, adverbios (con algunas excepciones), formas interrogativas y exclamativas y artículos indeterminados.
Y, en general, son palabras átonas los nexos de la oración y concretando algo más: artículos determinados, preposiciones, conjunciones (con algunas excepciones), términos de tratamiento, el primer elemento de los nombres compuestos, pronombres átonos (sean complementos o reflexivos), adjetivos posesivos, pronombres y adverbios relativos. Todas estas palabras átonas son contiguas a alguna tónica que las soporta y forman con ella un grupo fonético.
Veamos a continuación una lista más detallada de las distintas categorías gramaticales de palabras tónicas, o sea las que llevan alguna sílaba acentuada fonéticamente. En los ejemplos, distingo las sílabas tónicas fuertes en negrita y si me interesa destacar que la tonicidad es menos fuerte, o sea intermedia, sólo subrayo la sílaba:
- a) Los sustantivos tienen acentos fuertes (mesa, casa). Se exceptúan los nombres compuestos, por ejemplo "Juan Antonio", en que el acento fuerte queda en la segunda parte y "Juan" se destonifica o rebaja la intensidad.
- b) Los verbos se dice que tienen tonicidad fuerte tanto los principales como los auxiliares, pero yo opino que la tonicidad del verbo principal es mayor y en muchos casos el auxiliar queda bastante destonificado con una fuerza intermedia. (El niño ha comido sopa). Los versos copulativos tienen tonicidad fuerte, pero no tanto[v] como los otros.
- c) Las formas interrogativas y exclamativas. Por la fuerza que les da la entonación. Suelen ser más fuertes las directas que las indirectas. (¿Quién me llama?, no sabemos quién llamaba).
- d) Los pronombres que ejercen la función de sujeto (yo, él), de complemento con preposición (por ti, para mí), los posesivos (mío, tuyo) y los indefinidos (tengo mucho, había alguno).
- e) Los adjetivos calificativos (el hombre grande, el gran hombre, tarde tranquila, tranquila tarde). Tienen más fuerza los que van apocopados delante del sustantivo y suelen ser algo más marcados los antepuestos, porque pueden enfatizar al sustantivo, pero eso depende bastante de la entonación de la frase.
- g) Los posesivos pospuestos (detrás de mí, la amiga mía, los perros nuestros), en cambio son átonos o secundarios los antepuestos (mi casa, nuestros perros).
- h) Los demostrativos, sean adjetivables (me gusta esta casa) o pronominables: (me gusta esta). Tienen mayor fuerza los pronominables que los adjetivables y estos últimos pueden calificarse en general como "secundarios".
- i) Los numerales cardinales y ordinales: (dos, nueve, segundo, undécimo). En los números compuestos sólo lleva tonicidad fuerte el segundo (tres mil, treinta y uno), salvo que se trate de cifras muy largas (nueve mil ochocientos cuarenta y seis) en que existe un acento en cada subgrupo del número. No obstante, se mantienen tonicidades secundarias de complemento.
- j) Los artículos indeterminados: (un corral, unas costumbres), aunque en muchos casos ese acento se amortigua y se puede considerar intermedio.
- k) Los adverbios (come poco, hablará después), aunque en general su acento no es muy intenso. Hay algunos ejemplos de adverbios cortos que rebajan mucho su intensidad antepuestos y la refuerzan pospuestos (aún se mueve, se mueve aún, ya escucho la radio, escucho la radio ya). Ya que cito los adverbios, hay que indicar que los acabados en -mente tienen dos sílabas tónicas (ciertamente).
- l) En general las locuciones adverbiales o preposicionales (no obstante, a pesar de, por consiguiente, apenas si, así que, de por sí, etc.), pero su tonicidad tienda a secundaria.
- m) En las palabras compuestas, la tonicidad fuerte se traslada la segunda parte y la primera queda muy debilitada (bocamanga). Se refuerza la doble tonicidad si en la práctica se pronuncian como dos palabras, lo que suele ocurrir con las más largas o cuando haya más de dos sílabas entre los acentos originales de las palabras (décimoséptimo, electromagnetismo)
- n) Las interjecciones por su fuerza exclamativa (¡Ay!, ¡Ah! Ojalá).
Por el contrario, los tipos de palabras átonas sin acentos tónicos por su categoría gramatical son:
- a) Los artículos determinados (la mesa, los gatos).
- b) Las preposiciones (excepto según). Aunque muchas no monosílabas mantienen una cierta tonicidad secundaria (contra, desde, hasta, durante, mediante, etc.).
- c) Los términos de tratamiento (Don José, Fray Pedro, Doña Juana). En cambio, otros términos como "doctor" (Doctor Codina) mantienen la tonicidad. Si el término de tratamiento está separado por más de dos sílabas del acento del nombre, mantiene una tonicidad que se incrementa con la mayor distancia (Don Hermenegildo).
- d) Los pronombres átonos sean complementos o reflexivos (se lo expliqué, os esperamos hoy).
- e) Los adjetivos posesivos antepuestos (mi padre, nuestra casa).
- f) Las conjunciones (y, o, pero, como, pues). Hay algunas excepciones tónicas, "así" (así me obligue a...), "ora" y "bien" (ora la espada, ora la pluma).
- g) Los relativos (que, cual, quien, donde, cuando, como, cuanto). En cambio, se ha visto que eran tónicos si tienen una función interrogativa o exclamativa.
- h) En los vocativos o expresiones exclamativas cortas pierden o rebajan la tonicidad los elementos antepuestos al núcleo, como hace "buen" (venga, buen hombre).
A pesar de esa falta de tonicidad fuerte, las palabras átonas anteriores con más de una sílaba tienen una cierta tonicidad secundaria en una de ellas, como las preposiciones citadas, el posesivo " nuestro", la conjunción " pero", etc. Esas tonicidades bajas las usaremos, si son precisas, como apoyos secundarios del verso. Como se ha observado, casi todas las palabras átonas son mono o bisílabas, lo que facilita su agrupación fonética con una tónica contigua (mi- casa, desde-a quí, se-lo-expli qué).
De lo dicho anteriormente se desprende que una misma palabra puede tener acento fuerte, intermedio o ser átona si ejerce funciones gramaticales distintas. Algunos ejemplos:
No: tiene acento fuerte si es un sustantivo (Dijo, no) (El no lo te nemos asegu rado de ante mano). En cambio, si es adverbio tiene una fuerza intermedia ( No ven drá) (La no vio lencia) ( No he co mido pan)
Aún / Aun: Acento fuerte como adverbio pospuesto ( no vino aún), acento intermedio como adverbio antepuesto ( aún no vino), átono en función preposicional (aun es tando ca sados no convi ví an)
Más / Mas: En general "más" es un adverbio tónico ( Pedro era más del gado) y "mas" una conjunción adversativa átona ( suele ve nir, mas hoy es tá en fermo), pero en los casos en que "más" indica adición es una conjunción atona ( Dos más dos, i gual a cua tro)
Como resumen, de lo dicho anteriormente sobre palabras átonas y tónicas se desprende que existen sílabas con acentos fuertes, acentos intermedios, y sin acento. Estas categorías no son absolutas, sino que existe un gradiente de fuerza que depende de la palabra en sí, pero también del contexto del resto de palabras del verso y de la intención de quien las recita.
Sirva esto como introducción al tema de la tonicidad de las sílabas de un verso. La disposición alternativa de tónicas y átonas, y el número de silabas de cada verso, dará lugar a los distintos ritmos versales (binarios, ternarios, cuaternarios o mixtos) y a la armonía, o no, entre los distintos versos de un poema. Además, al considerar varias palabras consecutivas de un texto, la existencia de tonicidades silábicas contiguas o de vacíos átonos de más dos sílabas, dan lugar a destonificaciones o tonificaciones parciales, necesarias para que el verso pueda ser bien recitado. Profundizar en todo ello precisará de un estudio detallado en un buen manual de métrica con ejemplos ilustrativos
Las bases anteriormente citadas son imprescindibles antes de acometer esos estudios más profundos del ritmo y la armonía de los versos, que distinguen al verso métrico del verso libre o la prosa poética. Además, estos conocimientos básicos de las tonicidades de las palabras, según sea su función gramatical, nos ayudan a mejorar las lecturas poéticas y a poder disfrutar de esas armonías entre los versos de los poemas.
[i] Antonio Quilis. Principios de fonología y fonética española. Arco libros. Madrid, 1997. Pag. 71
[ii] Rafael de Balbín. Sistema de rítmica castellana. Ed. Gredos. Madrid, 1975. Pag. 97
[iii] Esteban Torre. Sílabas y acentos. Fundamentos fonéticos y fonológicos del ritmo. Revista Rhythmica I, (2003). Pag. 273
[iv] Ricardo Fernández. Métrica poética del español. Amazon, 2020.Pag. 32.
[v] Ángel Luján. ¿Cómo se comenta un poema? Ed. Síntesis. Madrid, 2007. Pag. 196
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