Entrevista a Peter Kornbluh, que dirige el Proyecto de Documentación de Cuba del Archivo de Seguridad Nacional en los Estados Unidos
Tracey Eaton.-Peter Kornbluh es un apasionado de los áticos y los sótanos llenos de polvo. Es uno de esos buscadores de tesoros olvidados los fines de semana. Pero no anda a la caza de antigüedades ni de arte folclórico. Ha pasado 25 años buscando antiguos documentos del Gobierno, documentos clasificados que explican el papel del Gobierno norteamericano en acontecimientos históricos como la invasión de Bahía de Cochinos y la Crisis de los Misiles.
Kornbluh es un analista del National Security Archive (Archivo de Seguridad Nacional), un instituto de investigaciones sin fines de lucro en Washington. Y cree que documentos gubernamentales de décadas de antigüedad pueden influenciar el curso de los acontecimientos, incluso hoy.
“Se puede usar la historia para hacer historia… para avanzar hacia un futuro diferente”, señaló.
Y eso es especialmente cierto en el caso de la política norteamericana hacia Cuba, afirmó.
“Tenemos una política anacrónica, detenida en el tiempo, y por eso la historia de la Bahía de Cochinos, de la Crisis de los Misiles, los intentos de asesinato contra Castro, el embargo, el diálogo secreto entre los dos países, toda esa historia sigue siendo relevante”.
Kornbluh dirige el Proyecto de Documentación de Cuba del Archivo, que tiene el propósito de obtener y publicar documentos clasificados relacionados con Cuba.
“El trabajo sobre Cuba no es simplemente un ejercicio histórico, sino un esfuerzo por usar la historia para hacer historia. Eso es lo que me motiva. Documentos aún secretos sobre estos numerosos episodios de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba pueden influenciar el cambio en esas relaciones en el futuro”.
El trabajo del Archivo es beneficioso para eruditos, expertos en política y funcionarios públicos, afirmó.
“Creo que es importante para el público norteamericano saber lo que pasó, y por qué. Creo que es importante que conozcamos la versión cubana de lo que pasó y por qué. Así que en mi oficina trabajamos muy duro por llevar a los cubanos y sus documentos a que formen parte de la cantera de información de toda esta historia bilateral y multilateral”.
En 2001 y 2002, Kornbluh ayudó a organizar conferencias en Cuba que reunieron a importantes participantes en la Crisis de los Misiles y en la invasión de Bahía de Cochinos.
“Exhortamos a los cubanos a abrir sus archivos y hasta cierto punto lo hicieron con la Crisis de los Misiles y Bahía de Cochinos. En cierto momento, el vicepresidente José Fernández me trajo el primer volumen de documentos desclasificados. Me dijo: Hicimos un sello de goma, desclasificado, solo para estos documentos”.
El interés de Kornbluh por el papel de Estados Unidos en América Latina surgió en la adolescencia.
Una amiga adolescente, chilena, contribuyó al surgimiento de ese interés en 1973, cuando Salvador Allende, el presidente electo democráticamente, fue derrocado en un golpe militar respaldado por el Gobierno de Estados Unidos.
“Detrás de todas estas historias de intereses profesionales muchas veces hay una chica o una mujer. En esa época éramos adolescentes, así que puedo decir que era una chica”.
Su amiga chilena apoyaba a Allende y estaba furiosa por el golpe de Estado, que puso en el poder a un general derechista llamado Augusto Pinochet.
“Todo el asunto de la intervención norteamericana en Chile y en América Latina es una historia muy interesante que repercute en los últimos 200 años y sin duda continúa hasta el día de hoy, particularmente en un país, Cuba. Así que no fue difícil saltar de la historia de la intervención norteamericana en Chile a la historia de la hostilidad perpetua de Estados Unidos hacia Cuba. Y luego, por supuesto, están estos grandiosos y asombrosos episodios de la historia de la Guerra Fría: Bahía de Cochinos, la Crisis de los Misiles, los intentos de asesinato, el conflicto en África. Estoy seguro de que puede compartir mi percepción de que se trata de una dinámica sorprendentemente interesante, en el pasado y en el presente”.
El Archivo se encuentra en la Universidad George Washington. Su presupuesto de $ 2,5 millones al año es costeado por individuos y fundaciones.
La organización ha recopilado más de medio millón de documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos, más que cualquier otra organización fuera del Gobierno federal.
En abril, Kornbluh cumplió 25 años en el Archivo. Sobre todo en los primeros tiempos, los trabajadores del Archivo pedían documentos a ex funcionarios del Gobierno.
“Les preguntábamos si se habían llevado documentos a casa… y les decíamos: me ofrezco de voluntario para limpiarle el ático o el sótano o el garaje y ver qué documentos tiene”.
Uno de esos funcionarios fue Raymond L. Garthoff, ex embajador de Estados Unidos en Bulgaria, que había sido analista de inteligencia en la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado.
Garthoff también pasó un tiempo en la CIA durante la Crisis de los Misiles, dijo Kornbluh. Después de jubilarse, trabajó en la Brookings Institution, una organización de política pública sin fines de lucro.
“Fui a su oficina, me senté ante su escritorio y dije: Me gustaría limpiarle el sótano. ¿Tiene documentos? Y me respondió: Todos mis documentos se los devolví al Gobierno. Tenía muchos documentos sobre la Crisis de los Misiles y los devolví al Gobierno durante la administración de Johnson porque me enviaron una solicitud explicando que estaban centralizando todos los documentos de la Crisis de los Misiles”.
En esa época, los investigadores del Archivo se concentraban en la Crisis de los Misiles. Querían conocer bien sus detalles para que algo similar no volviera a ocurrir.
“La mayor parte del material sobre la Crisis de los Misiles en el Gobierno de Estados Unidos sigue clasificada. Mantener secreto ese material no fue solo un insulto al derecho del público a saber, sino una ofensa peligrosa. A menos que uno tuviera la historia completa, en realidad no sabría cuál era la lección y, por supuesto, las lecciones fueron completamente tergiversadas por las memorias escritas por Arthur Schlesinger (un ex asistente de John F. Kennedy y autor del libro A Thousand Days [Mil Días]) Ted Sorensen (asesor y consejero especial de Kennedy, que escribió Counselor: A Life at the Edge of History [Consejero: Una vida a borde de la historia]) y otros, que pintaron un cuadro de color de rosa del Gobierno de Kennedy.
“Nos dimos a la tarea de conseguir tantos documentos sobre la Crisis de los Misiles como fuera posible y por eso es que fui a ver a Garthoff. Y me dijo: Por alguna razón creo que Lyndon Johnson pensó que se estaba preparando para postularse contra Robert Kennedy, y decidió que sería mejor tener todos los documentos de la Crisis de los Misiles en un solo lugar, así que me enviaron una lista de los lugares donde están. Buscó en su escritorio y sacó esta lista de seis páginas, un formulario de almacenamiento oficial del Departamento de Estado en el que se relacionaban 40 cajas de banquero y cada carpeta en ellas”.
Las cajas estaban almacenadas desde 1967 o 1968.
Garthoff “tuvo esta lista todo ese tiempo. Era lo que las personas que estamos en la actividad de la libertad de información llamamos el mapa dorado, porque lo más difícil para usar la Ley de Libertad de Información es ser capaz de probar que los documentos existen, y más aún dónde están. Y aquí tenía la existencia de 40 cajas de materiales, incluida la correspondencia secreta entre Kennedy y (Nikita) Kruschev, que se divulgó después que nosotros la buscamos. ¿Qué puede haber más importante para entender cómo se produjo la crisis y cómo terminó?”.
Las cajas también contenían archivos sobre la ultra secreta Operación Mangosta, un programa encubierto de sabotaje, propaganda y guerra psicológica contra el gobierno socialista de Cuba después de Bahía de Cochinos.
“Presenté una solicitud al amparo de la Ley de Libertad de Información por cada caja, relacionando los títulos de las carpetas en las cajas. Terminamos recibiendo unos 10.000 documentos sobre la Crisis de los Misiles, operaciones encubiertas contra Cuba, diplomacia, el embargo, la correspondencia entre Kruschev y Kennedy”.
No fue fácil conseguir las cartas.
“En realidad tuvimos que convencer a los soviéticos para que dijeran que se podían divulgar antes de que el Departamento de Estado las divulgara”.
La CIA rehusó sacar a la luz todos los documentos de la Operación Mangosta, incluido uno de octubre de 1962.
“En realidad fue justo antes de que la Crisis de los Misiles estallara. Fuimos a ver al juez y le dijimos: Por favor, observe esto. La CIA afirma que si lo divulgan ahora, estarán revelando un proyecto de un tipo de operación encubierta que todavía podría ser útil, y no creemos que algo que pasó en 1962 podría ser pertinente hoy para operaciones encubiertas contra Cuba o en cualquier otra parte.
“El juez lo observó y dijo a la CIA: No pueden retener esto. Aquí no hay una sola palabra que deba ser secreta, y divulgaron prácticamente todo el documento. Y resultó ser el documento que explicaba cómo la CIA compró esos barcos, creó esos pequeños globos de helio con cestos que se abrían con un temporizador. E iban a situar esos barcos frente a la costa de Cuba, hacer volar los globos sobre zonas rurales de Cuba y en cierto momento el temporizador abriría los cestos y su contenido caería sobre la población cubana. Los cestos irían llenos de diversos tipos de propaganda, y baratijas y discos y esa clase de cosas.
“Probaron el peso del contenido de los cestos para estar seguros de que si caía y le daba a un niño cubano en la cabeza, no lo lastimaría”.
Kornbluh dijo que el documento no aclaraba si la CIA puso el plan en práctica.
“El documento era de planificación. Era evidente que ya habían avanzado mucho en el plan. Habían comprado los barcos. Habían contratado a las tripulaciones. Habían medido los vientos. Escogieron lo que iban a poner en los cestos.
“Era la clase de operación encubierta absurda que todo el mundo sabía que la agencia había hecho en otras ocasiones. Un ejemplo famoso: lanzar desde el cielo medias de nylon en el lado este del muro de Berlín, para que las mujeres de la parte comunista vieran todas las cosas buenas que tenían las mujeres en la parte capitalista”.
Kornbluh estudia los documentos que ha obtenido y ha escrito libros sobre ellos.
También ha contribuido a crear dos colecciones de documentos relacionados con Cuba: uno sobre la Crisis de los Misiles, y el otro sobre Bahía de Cochinos.
El año próximo planea recopilar una tercera colección sobre las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en los últimos 50 años.
“La historia sigue siendo relevante al cabo de todos estos años”, afirmó.
El Archivo también cabildea por una mayor apertura en el Gobierno.
Empleados del Archivo se reunieron con el equipo de transición de Barack Obama después de su elección y pidieron que el primer decreto del presidente fuera sobre transparencia y apertura.
“Eso fue lo que hizo en su primer día. Su primer decreto presidencial pidió más apertura y pecar por exceso y no por defecto en apertura”.
Cuando le preguntaron si esas palabras causaron un cambio real, Kornbluh respondió: “Las agencias han tardado en responder, pero por lo menos se ha fijado la pauta”.
El Archivo ha citado el decreto de Obama en demandas que ha presentado para forzar a las agencias a divulgar documentos.
La organización demandó a la CIA en abril para obtener la historia secreta de cinco volúmenes de la agencia sobre Bahía de Cochinos.
“Básicamente señalamos que el Presidente ha dicho en su orden ejecutiva sobre clasificación e información de seguridad nacional que ningún documento puede mantenerse secreto indefinidamente, y eso, como saben, incluye la historia oficial de la CIA sobre Bahía de Cochinos”.
La demanda está pendiente. Un abogado del Gobierno dijo en junio que la CIA podría estar dispuesta a divulgar por lo menos algunos documentos.
Kornbluh dijo que no espera que el Gobierno de Obama produzca un cambio de la noche a la mañana.
“Hay una diferencia total, casi un 100 % de diferencia, en el tono. En la práctica, toma tiempo cambiar el rumbo de un barco tan grande como el sistema de secretos en Estados Unidos de América. Pero este Gobierno es mejor que el último. Ha sido ligeramente mejor en la práctica. El Gobierno de Bush entró en funciones e inmediatamente —bajo las presiones de (el vicepresidente Dick) Cheney, revirtieron la directiva del Gobierno de Clinton que decía que los funcionarios de la FOIA debían pecar por exceso y no por defecto en apertura y en el derecho a saber. Lo cambiaron por completo: deben pecar por defecto y no por exceso en lo tocante a los secretos y la necesidad de mantener secreta la documentación sobre seguridad nacional para salvaguardar la seguridad del país”.
La política norteamericana hacia Cuba es otro asunto. Kornbluh dijo que está varada en el pasado.
Estados Unidos asumió una postura de línea dura contra Cuba en un momento de gran hostilidad. Fidel Castro usó “una retórica increíblemente antiamericana, que los funcionarios norteamericanos nunca antes habían escuchado, excepto en la década de 1930, cuando (el rebelde Augusto César) Sandino combatía en Nicaragua”.
Castro “era popular no solo en Cuba, sino también en toda la región, lo que era una de las cosas que realmente asustaba a la CIA y al Departamento de Estado. En realidad nadie ha escrito mucho sobre la vez que Fidel fue a Caracas, en marzo del 59, y el jefe de la estación de la CIA en Caracas quedó impresionado por los cientos de miles de personas que lo vitorearon y el carisma que reflejaba”.
El mismo jefe de estación de la CIA dirigió “la operación de Bahía de Cochinos. En ese momento ya estaba preocupado con Fidel”.
Medio siglo después, Kornbluh dijo que la continua hostilidad hacia Cuba no está justificada. Señaló que pensó que Obama podría tomar una actitud distinta.
“La promesa que muchos vieron en un nuevo equipo de política exterior obviamente se ha disipado. El compromiso que vimos hacer a Obama como candidato, que sostendría un diálogo civilizado con sus enemigos y que se sentaría con líderes como Raúl Castro, ha quedado en el camino. Y así las relaciones entre Estados Unidos y Cuba siguen siendo cáusticas, porque este Gobierno no ha cambiado realmente la hostilidad perpetua hacia Cuba. El tono ha cambiado considerablemente, pero los programas en realidad no se han cambiado”.
El anuncio de Raúl Castro de reformas económicas no ha impresionado al Gobierno de Obama.
“Los cubanos acaban de anunciar grandes cambios en sus perspectivas económicas, y uno creería que Estados Unidos aplaudirían. Lo primero que dijo el Presidente fue que no han hecho ningún cambio que merezca una respuesta. El Presidente ha vuelto a correr la línea de la meta”.