Revista Cultura y Ocio

El ruedo ibérico

Publicado el 13 enero 2018 por Rubencastillo
El ruedo ibérico
Estaba llegando el día de Reyes de 1936 y el gallego Ramón del Valle-Inclán, erosionado y abatido por un doloroso cáncer de vejiga, abandonaba este mundo. Los libros, las anécdotas y las mixtificaciones, que lo habían acompañado durante casi cinco décadas, comenzarían a intensificarse a partir de entonces con un carácter casi exponencial. Han pasado desde entonces 81 años y el sello Cátedra, para sumarse a los homenajes estrictamente literarios que este creador recibe de continuo, lanza una monumental edición (casi mil páginas) de El ruedo ibérico, a cargo de Diego Martínez Torrón, que nos recuerda lo mejor del estilo del pontevedrés: su visión satírica de la sociedad que lo rodeaba, sus adjetivaciones sorprendentes, su sintaxis peculiar, sus retratos implacables y exactos, su léxico juguetón y contorsionista.Por las páginas de La corte de los milagros, Viva mi dueño o Baza de espadasesparció Valle las infinitas joyas de su estilo, auténtica meseta del idioma. Y nos fue hablando, sucesivamente, de los soldados del siglo XIX (“El ejército español jamás ha malogrado la ocasión de mostrarse heroico con la turba descalza y pelona”), de los proletarios que se amontonaban en las ciudades (“Sus ojos, quemados del sol y del polvo, tienen lumbre de rencores”), de la reina Isabel II (“pomposa, frondosa, bombona” y dueña de unas “crasas mantecas”) o de Juan Prim (“verdoso, cosméticas la barba y la guedeja, levita de fuelles y botas de charol con falsos tacones que le aumentaban la estatura”), para dibujar un fresco rico y poliédrico de la España del último tercio del siglo XIX, que burbujea de literatura, sarcasmo y espíritu crítico. Con sus ironías como arcabuzazos, con las coplillas populares que utiliza para salpimentar sus páginas, con su esplendorosa pirotecnia de imágenes, con sus galleguismos y sus creaciones léxicas, con el poderoso vigor de sus caricaturas y con el ritmo hipnótico de su prosa (tan musical que en ocasiones parece verso), Ramón del Valle-Inclán nos entrega en estas páginas memorables un documento literario de primera magnitud que los centenares de notas eruditas de Diego Martínez Torrón esclarecen y llenan de luz. Un volumen que debemos integrar en nuestras bibliotecas sin tardanza y que nos sirve para recordar a uno de los estilistas más prodigiosos que ha dado el idioma castellano en toda su Historia.

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