La prevalencia que tuvo la formación de un equipo de rugby en una cárcel de alta seguridad de la provincia de Buenos Aires se convirtió en objeto de estudio por haber transformado la vida de los reclusos, pero además por haber logrado un efecto positivo dentro de un contexto habitualmente
opresivo.
El equipo, conocido como Los Espartanos, fue creado en 2009 en la prisión número 48 de San Martín por iniciativa de Eduardo ‘Coco’ Oderigo, abogado penalista y ex jugador de rugby. Después de una visita a esa prisión, Oderigo decidió llevar el deporte a la cárcel, donde había observado “demasiada tristeza y resentimiento, gente sin hacer nada y desmoralizada”.
Junto a otros colaboradores, el abogado organizó sesiones semanales de entrenamiento y partidos entre los reclusos para hacer frente a las difíciles condiciones que había dentro del penal.
Sin embargo, según lo que develó el trabajo de investigación de los profesores del IAE Business School, las historias de los presos sugirieron que estas actividades tuvieron comparativamente poco impacto o el mismo no llego a la escala del rugby.
Los Espartanos lograron efectos transformadores en las vidas de los jugadores y de toda la prisión. La experiencia derivó en beneficios sociales más amplios, dado que bajó la reincidencia.