En El Puma, el escritor lleva al límite a la inspectora Guiomar Aguilera en una Tenerife de contrastes, donde la luz del paraíso esconde la oscuridad del crimen.
Con esta segunda novela, Val encuentra su voz más instintiva y confirma que el verdadero rugido de la literatura nace cuando el escritor se atreve a disfrutar del proceso.
Por: Alberto Berenguer / Instagram: @tukoberenguer; @delecturaobligada

El Puma es un título poderoso, casi instintivo. Si su novela tuviera un rugido propio, ¿cómo sonaría?
Un rugido profundo, como el de los grandes felinos y de ahí que uno titule el libro. Es de esos sonidos que, una vez acaban, siguen sonando en tu cabeza por su profundidad y eco. Y así es precisamente esta especie de antagonista, una persona que deja huella en todos aquellos que le rodean, que incluso sin su presencia la sienten cercana.
En El Puma lleva a Guiomar Aguilera al límite. Si ella pudiera hablarle directamente, ¿qué le reprocharía como creador: el caso que le ha puesto, la vida personal que le ha complicado… o las pocas horas de sueño que le dejas?
Estoy seguro que me echaría en cara toda la situación con su hijo. Es tan injusta la vida que le he dado a ese pequeño que incluso en la escritura de estas novelas percibo a Guiomar reprochándome el sufrimiento que le he dado a Thiago, más que a ella misma. Lo peor es que hay casos así, y peores, que ni en nuestras peores pesadillas nos imaginamos lo que sufren esas familias, porque tener una persona dependiente a tu cargo desde su nacimiento es muy muy duro y pocas veces se presta (ni siquiera se conoce) la ayuda que necesita ese entorno para darle una vida digna. Guiomar lo intenta, a pesar de que siente que no llega nunca a dar el 100% como policía ni, sobre todo, como madre.
Tenerife, asesinatos y rivalidad entre cuerpos policiales. ¿Cómo de difícil es escribir sobre el paraíso sin convertirlo en un infierno? ¿Y qué tiene la isla que le atrapó tanto como escenario literario?
La isla es maravillosa, sus lugareños son encantadores, los paisajes son espectaculares… No se puede decir nada malo de Tenerife. Por eso mismo tiene tanto encanto, porque hasta en un lugar tan paradisiaco se puede esconder el mal más diabólico. Tenerife es una tierra de contrastes y este que reflejó sería uno más (por fortuna, es todo ficción).
A mí me atrapó en 2010, cuando viajé por primera vez a Tenerife. Fue el primer viaje que hice con mi entonces novia (ahora mujer) y como todo buen turista, alquilamos una furgoneta (íbamos siete personas a ese viaje) para recorrer todo lo que pudiéramos. Creo que hicimos algo más de dos mil kilómetros en seis días y nos la recorrimos de norte a sur y de este a oeste. Y todo me fascinó. Por eso, cuando inicié el proyecto de La Perra (primera parte de esta trilogía que tengo pensada), el cual iba a ubicar en una isla, solo pude pensar en Tenerife como escenario.
En La Perra conocimos al depredador; en El Puma, el instinto se desata. ¿Qué le atrae tanto de esa conexión entre el crimen y lo animal? ¿Cree que todos llevamos una “bestia” dentro?
La pregunta es ¿qué seríamos capaces de hacer si nadie supiera quiénes somos? Probablemente haríamos cosas no tan benévolas, no estaríamos tan pendientes del entorno ni de la sociedad… Imagínate un sociópata hasta dónde podría llegar… ¿Y un psicópata? Seguro que daría rienda suelta a toda su brutalidad, a ese instinto animal que le carcome cada vez que se enfada. Esa persona sacaría su verdadero yo justo cuando ocultara su rostro, cuando se pusiera una máscara. Ahí veríamos a la bestia que lleva dentro.
Y creo que todos, en parte, la tenemos apartada en algún rincón. Quizá no tan agresiva, pero tenemos ese puntito desconocido para el resto cuando nos llevan al límite. Si a eso le añadimos las circunstancias de la vida, esos pequeños detalles que te llevan por uno u otro camino, hay ocasiones en las que la deriva puede acabar convirtiendo la vida de un niño normal en otro muy distinto que acabe transformándose en El Puma.
Usted viene del periodismo, donde la realidad supera a la ficción casi a diario. ¿Qué le resulta más complicado: investigar una noticia o construir un crimen creíble que no huela demasiado a telediario?
Ambas cosas son complicadas, pero por suerte la segunda es ficción. Por eso es mucho más difícil investigar una noticia, seguir el día a día de un suceso y tener que contar hechos poco agradables. Eso marca de verdad, porque en el fondo sabes que estás escribiendo sobre personas reales, que van a sufrir las consecuencias de lo que está sucediendo y que tú un día te olvidarás (o dejarás atrás) ese hecho noticiable, pero esas personas no. Y eso sí es duro.
Armar un crimen para crear una novela es difícil, más en estos tiempos con tanta creatividad y tan buen elenco de escritores y escritoras nacionales (y aquí tiro para casa, porque en España se hace muy buena novela negra y thriller). Pero más bien es un reto.
Su libro llega al mercado rodeado de auténticos “depredadores literarios” como Ken Follett o Carme Chaparro. ¿Cómo se sobrevive en una jungla editorial así? ¿Con garras, con estrategia o con una buena historia entre los dientes?
Un poco de todo. Salir en plena rentrée literaria es difícil por la jauría que te acompaña y que, probablemente, te van a devorar sin ningún tipo de opción. Por eso es importante tener paciencia, confiar en la historia y esperar, previo trabajo obviamente, que el boca-oreja coloque a tu novela donde corresponda.
Esperemos que El Puma vaya asomando la cabeza poco a poco, porque de verdad creo que es una historia muy entretenida.

El Puma tiene capítulos cortos, ritmo ágil y tensión constante. ¿Es de los que planifican todo con precisión quirúrgica o de los que dejan que la historia le persiga hasta que le atrapa?
Me gusta saber cómo voy a iniciar una novela y cómo quiero que termine. A día de hoy sería incapaz de escribir si no tengo claro esos dos conceptos. A partir de ahí, también añado algunos elementos o giros que quiero contar, pero no me gusta encorsetarme bajo una escaleta que me diga que tengo que contar en cada momento. Admiro mucho a los escritores que son capaces de hacerlo (alguna vez lo he intentado y me he bloqueado antes de empezar), pero en mi caso he aprendido que necesito cierta libertad para escribir.
Ha dicho que en esta novela ha encontrado su voz, dejando atrás su faceta más periodística. Si pudiera enviarle un mensaje a Alberto Val de El efecto Werther, ¿qué consejo le daría como escritor?
Que se divierta cuando escriba, porque solo así surge la pasión. Y con esa llama es mucho más fácil que el libro llegue al lector. Precisamente, ese Alberto Val que empezó en El efecto Werther descubrió todo lo que le gustaba la literatura, pero hubo un momento que se olvidó de que lo importante no es el resultado final, sino el proceso. Y si el proceso es tortuoso, el resultado final probablemente también lo será.
Dicen que las segundas partes son complicadas. ¿Se sintió más libre y menos presionado al escribir El Puma que La Perra?
Debo decir que nunca me he sentido presionado, salvo por mí mismo, aunque también creo que se nota que estas dos novelas las he disfrutado mucho escribiendo.
Sí he sentido mayor responsabilidad, debido a que El Puma es mi primer libro lanzado directamente por una editorial (La Perra salió en primera instancia como autopublicado). Y no es que antes no fuera profesional a la hora de escribir, es solo que ahora hay personas detrás que confían en mí desde antes incluso de poner la primera palabra y lectores que esperan mis siguientes novelas, por lo que intento siempre escribir la mejor novela que sé en el momento en que escribo. Por honestidad a todos ellos, y a mí mismo, trato de seguir formándome y mejorando como escritor.
Entre tanto crimen y suspense, ¿qué novela o autor le ha dejado una huella tan profunda que recomendarías sin dudarlo a los lectores de El Puma? ¿Qué le enseñó sobre cómo sobrevivir dentro de la novela negra?
Sin tantas visceras ni sangre, siempre recomiendo El último barco, de Domingo Villar (que en paz descanse). Para mí, la mejor novela negra que se ha escrito en los últimos años, en la que tanto la trama como los personajes encajan a la perfección. Toda línea aporta, todo hecho tiene relevancia… Es perfecta.
Y eso es lo que aprendí, que cualquier detalle que incorpores en la novela no debe ser trivial, sino que debe sumar de verdad. Si no lo hace, mejor quitarlo, porque la novela ganará en fluidez.
Por último, si Guiomar Aguilera y “El Puma” tuvieran que convivir en una misma jaula… ¿Quién cree que saldría vivo?
De todas las preguntas, esta es la que tengo más clara. Guiomar Aguilera, al cien por cien. Ella es una superviviente nata y está dispuesta a dar todo, incluida su vida, por proteger a los suyos. Si tuviera enfrente a El Puma, a sabiendas de toda su maldad, no dejaría que se escapara vivo.
