Revista Ciencia

El ruido de los glaciares disminuye y afecta al comportamiento de los mamíferos acuáticos

Publicado el 10 marzo 2015 por Rafael García Del Valle @erraticario

El ruido de los glaciares disminuye y afecta al comportamiento de los mamíferos acuáticos

Las aguas de los fiordos de Alaska y Antártida son las más ruidosas del planeta. El dato es importante para comprender el comportamiento de los mamíferos marinos.

Las ballenas y las focas modifican su comportamiento en función de los ruidos que perciben, según explica Erin Pettit, glacióloga de la Universidad de Alaska Fairbanks. La progresiva desaparición de los glaciares hace que estos ruidos se debiliten, afectando a estos animales.

Los investigadores realizaron las mediciones de sonido en la zona antártica de Adnvord Bay y en dos regiones de Alaska: Icy Bay y Yakutat Bay. Cuando se desprende el hielo de las paredes de los glaciares, se forman grandes burbujas en las entradas de mar. El ruido de estas burbujas supera al de cualquier otra fuente, ya sea el provocado por las condiciones climáticas, los desplazamientos de los animales marinos o la actividad humana, como barcos y sónares.

Los ruidos más fuertes de un parto glaciar son los más breves, según explica Pettit; es el derretimiento progresivo y consistente el que genera la práctica totalidad de sonidos: el aire atrapado en las masas de hielo escapa con rapidez según éstas se derriten al contacto con el agua salada, formando burbujas que explotan al ser pinchadas por los témpanos.

Los científicos están preocupados porque el cambio climático está aumentando el ritmo al que se derriten los glaciares. Esto implica que las lenguas de hielo estén cada vez más lejos de la costa, frenando la hasta ahora constante liberación de aire en el mar.

Las focas recurren a los ruidos glaciares para tapar sus propios sonidos y así pasar desapercibidas ante sus depredadores naturales, las orcas. Si los glaciares menguan, estos mamíferos perderán su camuflaje acústico. Pettit sugiere que esta podría ser una razón para explicar la disminución de focas en ciertas zonas donde los glaciares ya han cedido terreno.

El equipo de la Universidad de Alaska midió frecuencias de sonido entre 300 y 20.000 hercios. El espectro que es capaz de percibir el oído humano se encuentra entre los 20 y los 20.000 hercios. Los resultados del estudio han sido publicados en el Geophysical Research Letters bajo el título "Unusually Loud Ambient Noise in Tidewater Glacier Fjords: A Signal of Ice Melt".


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