Revista Psicología
So lernt ich traurig den Verzicht
Keing Ding sei das Wort gebricht
Y supe con tristeza de la renuncia
Ningún rumor puede reemplazar a la palabra
Stefan George 1868-1933
Poeta alemán
Solemos ver a la Edad Media como una etapa de la historia sombría, bestial y decadente. Algo así como la adolescencia de la cultura occidental, mil años baldíos entre la caída del Imperio Romano de Occidente y la caída del Imperio Romano de Oriente a manos de sus respectivos bárbaros.
Y algo hay de verdad en esa visión, pero lo cierto es que se olvida que fue un período muy largo con luces y sombras, mucho más dinámico de lo que la cultura popular presupone, en el que hubo todo tipo de acontecimientos con múltiples contactos entre civilizaciones, muchos de ellos tuvieron una gran proyección hacia el futuro, sentaron las bases del desarrollo de la posterior expansión europea y del nacimiento de una incipiente vida urbana y una burguesía que con el tiempo desarrollaron el capitalismo. Que nos puede parecer en los tiempos que corren otra forma de opresión poco refinada, y lo es, pero que si lo comparamos con la sociedad feudal no deja de ser un progreso en el largo e inacabado – y a veces parece que inacabable - camino del ser humano hacia formas socialmente más avanzadas.
Así que en nuestra retina cultural se haya impresa la imagen de los autos de fe, de las luchas a sangre y fuego contra las mil herejías que se fueron sucediendo, de las cruzadas, de las persecuciones de brujas, de los pogromos. Se atribuye a esta época oscura el nacimiento de los pogromos. Los pogromos son linchamientos multitudinarios, espontáneos o premeditados, ejercidos por una población mayoritaria hacia un grupo particular, étnico o religioso, acompañado de la destrucción de sus vidas y de sus bienes, de sus casas, de sus negocios y de sus centros religiosos. El término hace referencia sobre todo a las persecuciones de los judíos que salpican la historia de todos los países europeos.
El sistema era siempre el mismo, en épocas de hambruna o de pestes o de cualquier otra calamidad pública las juderías se convertían en el chivo expiatorio de los gentiles. Alguien inventaba un rumor acerca del envenenamiento del agua por los judíos o que cocinaban bebés cristianos en nauseabunda manifestación de canibalismo o que secuestraban muchachas para la trata de blancas. Los prejuicios abonados durante siglos de difícil convivencia creaban el sustrato perfecto para la violencia. El virus del rumor estaba activado, el hecho de que los judíos prestaran dinero, tuvieran una religión diferente, fueran endogámicos y vivieran todos juntos en un mismo barrio hacía el resto.
Pero sería injusto dejar el dudoso honor de los pogromos a la Edad Media, aunque nos venga inmediatamente la imagen a la cabeza, hubo persecuciones antes, las hay documentadas durante el Imperio Romano y sabemos positivamente que las ha habido después, hasta nuestros días.
De hecho - no hace muchos años, ya pasado el holocausto de la Segunda Guerra Mundial - ocurrió un hecho terrible y poco conocido en la civilizada ciudad de París. Este suceso es un ejemplo de cómo un rumor puede activar una conducta violenta contra un grupo étnico y como un Estado moderno puede acallar la publicidad de un hecho como este con una eficacia terrible.
Para hablar de la masacre de París de 1961 hay que presentar al villano de la historia: Maurice Papon. Este hombre real parece sacado de una novela histórica cuyo cruel villano, en una situación convulsa, pasa de un régimen político a otro cometiendo tropelías siempre bajo la protección de los poderosos y cuando llega su fin te deja frustrado porque piensas que no ha pagado convenientemente por sus crímenes.
Papon tuvo una gran habilidad para borrar sus crímenes. Siendo secretario general del prefecto del departamento de la Gironda (Burdeos) durante el gobierno de Vichy (1), supervisó la deportación de 1.645 judíos franceses, muchos de ellos niños, que acabaron en los campos de concentración. Después de la liberación de Francia aparentó ser gaullista y se salvó de las depuraciones. En 1961 era el jefe de la policía de París cuando la masacre, que se ocultó al público general y se impidió su investigación. Entre 1978 y 1981 fue ministro del Gobierno francés y, entre 1981 y 1983 fue alcalde de una pequeña ciudad del centro de Francia, sin que su pasado le pasara factura hasta que el famoso semanario satírico “Le canard enchaîné” destapó el asunto de su colaboracionismo con los nazis. Después de 17 años de juicios, un tribunal le halló culpable de crímenes contra la humanidad y le condenó a 10 años de prisión que no cumplió en su totalidad porque lo excarcelaron debido a su avanzada edad. Buen currículo, un “angelito” que decía mi padre (2).
En octubre de 1961, los argelinos residentes en París llevaron a cabo una manifestación pacífica para protestar contra la represión en Argelia y pedir la independencia. Papon organizó una respuesta represiva maquiavélica, con perdón del pobre Maquiavelo. Hizo correr el rumor entre la policía de que los manifestantes habían asesinado a un gendarme. Y la policía actuó con una violencia inusitada, apaleó, disparó y arrojaron los cuerpos inertes al Sena. Dependiendo del historiador se cifran entre 40 y 200 los manifestantes asesinados. Hasta 1998 no se han obtenido datos oficiales que confirman la tragedia (3).
En ambos casos, en los pogromos y en la represión de París, se inventa un infundio, se hace correr mediante el boca a boca, es decir, se crea un rumor, y los estereotipos y prejuicios abonan una respuesta violenta.
La psicología social se ha ocupado del estudio del rumor, de cómo y por qué se propaga, de hecho - según Páez y Marqués (4) - constituye uno de los pilares fundacionales de esta ciencia. En este artículo nos vamos a ocupar de dar un vistazo a lo que la psicología social nos dice acerca de los rumores.
La palabra rumor viene del latín y significaba ruido confuso de voces, acepción que sigue manteniendo la lengua castellana (5). Un rumor es un hecho, real o imaginario, o una creencia que se transmite oralmente como cierta, sin medios probatorios para demostrarla. El infundio de Papon se convirtió en rumor en el momento en el que se difundió boca a boca entre los agentes de policía, es decir, que para que haya rumor debe haber transmisión de la información.
Podemos destacar del rumor tres dimensiones, La primera sería si el mensaje asociado al rumor es cierto o falso. La segunda sería si el mensaje que encierra el rumor es positivo o negativo. Y por último, si el mensaje se difunde con una determinada intención o bien surge espontáneamente.
El rumor en los casos que hemos visto hasta ahora es claramente falso e intencional, pero también hay rumores ciertos, noticias adelantadas, es muy común en el caso de nombramientos y ceses en empresas e instituciones públicas. Puede incluso que un rumor con una clara intencionalidad negativa y, en principio falso, sea posteriormente verdadero. Como el rumor sobre Mitterrand, que citan Páez y Marqués, en el que se decía sin pruebas que estaba enfermo de cáncer con el fin de debilitar su posición política y luego resultó años después que era cierto y falleció de esta enfermedad. Más que rumor fue profecía.
A veces el rumor se lanza como sondeo para ver la respuesta social a una cuestión determinada, lo hacen los gobiernos antes de aprobar una medida impopular. Se lanza el rumor, se estudia la respuesta de la sociedad y luego se toma la decisión final en función de los resultados, si la respuesta es muy negativa y no merece la pena tomar la decisión se asegura que es un rumor y se desmiente.
La mayoría de los rumores son de contenido negativo. Según investigaciones realizadas durante la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los rumores se asocian a la agresividad, seguidos por aquellos cuya difusión se debe a la ansiedad o el miedo y unos pocos tienen contenido optimista o positivo. Una explicación sencilla de este hecho es que los estímulos negativos tienen un mayor peso en la percepción social - probablemente porque tienen mayor valor informativo, sobre todo, información relacionada con nuestra seguridad o nuestro confort - que los rumores con contenido positivo normalmente relacionados con el cotilleo o la mera curiosidad.
Igual que la luz se propaga por un medio, y la velocidad de la luz depende del medio por el que se difunde, los rumores se difunden por el medio social y dependiendo del estado ciertas propiedades de ese grupo social, se difundirán a mayor velocidad o simplemente no llegarán a propagarse. Páez y Marqués, citan a este respecto, las investigaciones de Allport y Portman y de Rosnow.
Los primeros entendían que los rumores circulan cuando hay problemas importantes para los sujetos y cuando existe ambigüedad informativa. Decían, sin mucha rigurosidad matemática, que el rumor era función del producto de la importancia por la ambigüedad, es decir, R = I x A.
Rosnow replanteó el problema, para él, los rumores circulaban en función de tres factores: la incertidumbre general, la credibilidad del rumor y la ansiedad.
La incertidumbre general se produce cuando hay un desconocimiento general en la sociedad de por qué se producen ciertos hechos. Yo recuerdo la incertidumbre generalizada que se vivió en el mundo cuando apareció el SIDA y se desconocían las causas, y cómo parecía ser un castigo divino a modo de Sodoma y Gomorra enviado contra los homosexuales y los drogadictos que eran poblaciones de riesgo de contagio por sus hábitos. Como no se conocen datos fidedignos sobre el hecho que preocupa a una sociedad, se construyen rumores que apaciguan esa necesidad. Otro ejemplo, que viví en primera persona, fue la gran cantidad de rumores que se produjeron durante la agonía y muerte de Francisco Franco, rumores y chistes.
Además se da el fenómeno en la actualidad de que los medios de comunicación son muy rápidos, Internet y sus redes sociales alcanzan difusiones virales y abarcan un gran espacio social, pero esa rapidez y abundancia de información genera áreas de ambigüedad y semiconocimiento, que se colman mediante rumores. En Twitter hay un vicio recurrente que consiste en decir que determinada persona ha muerto, se producen miles de retuits, cunde el rumor por el orbe y luego se deshincha con la misma velocidad que se difundió.
La credibilidad o certeza es la confianza en la veracidad del rumor. Las personas, cuando transmiten un rumor, pueden creer o no creer en su veracidad pero sólo lo transmiten si es posible o factible, si el rumor tiene un núcleo de verdad, pues en caso contrario no serían tomados en serio por sus interlocutores.
La ansiedad que experimenta ante el rumor el que lo difunde es otro de los factores que favorecen la propagación. Según los psicólogos sociales la ansiedad es un estado afectivo asociado a la aprensión ante un hecho posible negativo o amenazante. De alguna forma cuando alguien comparte un rumor negativo comparte también la ansiedad que conlleva y siente alivio.
Respecto a la importancia del rumor, Rosnow la descarta, pero existen estudios que la relacionan con la difusión de rumores. Aunque, ¡oh sorpresa!, de manera inversa, es decir, a mayor importancia del rumor menor difusión del mensaje. La razón que se esgrime para explicar este curioso fenómeno es que cuando la información que lleva el rumor es importante para el difusor y tiene consecuencias directas para su futuro, lo más probable es que tenga cuidado con la difusión del mismo y no lo retransmita. Supongamos que una persona es candidata a un puesto, se cuidará de distribuir rumores, tanto positivos como negativos, que pongan en peligro su nombramiento.
Hay autores que piensan que el impacto social es otra característica que favorece la difusión de los rumores. Al parecer, cuanto mayor es el número de sujetos que han influido sobre una persona mayor es la tendencia de ésta a retransmitir el rumor. Del mismo modo, ciertos estudios indican que más se cree en los rumores cuanto más se han escuchado en el pasado y parece que el efecto de mera exposición (6) también tiene efecto en esto de los rumores. Finalmente, son los sujetos de mayor información y más integrados socialmente los que más reciben y retransmiten rumores. En la antigua Unión Soviética los miembros del la inteligentsia (7), incluso los dirigentes del Partido Comunista, son los que más difundían los rumores, más creían en ellos y menos confiaban en las fuentes oficiales, y esto pasaba independientemente de que estuvieran en contra o favor del régimen. Supongo yo que debía ser por su propia experiencia con los mecanismos de propaganda de su partido lo que les llevaba a la desconfianza de las fuentes oficiales.
En general, las fuentes oficiales están muy desacreditadas y tienen más poder los rumores que los desmentidos. Como ya se ha dicho, la psicología social nos dice que esto es explicable por la simetría de impacto de lo negativo – el rumor amenazante – sobre lo positivo – el desmentido -. Pero es que además, hoy en día, en España, las encuestas señalan que las principales instituciones y los más importantes personajes están en los niveles más bajos de confianza. Basta que un representante de la oficialidad, un ministro por ejemplo, diga algo para que amplias capas de la población piensen en que se va a hacer lo contrario de lo que dice. En estas condiciones un rumor tiene mucho más predicamento que un desmentido.
Una vez visto cómo se propagan los rumores y qué es lo que ayuda a su propagación, nos falta contestar a una pregunta esencial, ¿qué función social cumple los rumores?. Bien, pues según distintos autores (8) los rumores cumplen diferentes funciones.
En primer lugar estaría la función catártica, mediante la expresión verbal del rumor se descarga o alivia la emoción que el rumor provoca. Según Delumeau los rumores surgen en momentos de inseguridad colectiva, son una manifestación de una ansiedad generalizada y constituyen un primer paso del proceso de alivio que va a permitir a la colectividad desembarazarse del miedo. Ahora bien, en este punto, no hay acuerdo, hay evidencias empíricas que sugieren lo contrario, la transmisión del rumor aumenta el miedo. Estos últimos autores, como Rosnow, son partidarios de que el rumor, más que una función catártica, lo que busca es justificar un estado emocional de ansiedad, es decir, la emoción se expresa y se valida socialmente.
Otros autores justifican el rumor como una función de conocimiento. Se trataría de un esfuerzo por dar sentido, por explicar algún hecho para el que no existe una explicación, el rumor actuaría como un sistema para atribuir un significado a ese hecho problemático.
También se habla de una función pragmática. Los rumores actúan como una justificación del comportamiento colectivo. Lo hemos visto cuando hablábamos de los pogromos, el miedo al enemigo o la rivalidad con otro grupo social lleva a la propagación del rumor para justificar los ataques.
Otra causa del rumor, más frívola si se quiere pero no menos real, es la excitación estética. El rumor rompe la rutina y transmite de forma socialmente aceptable una información novedosa y que produce un efecto dramático que permite al sujeto, ya sea emisor o receptor, sentir compasión o placer morboso o envidia ante el sufrimiento o el triunfo de alguien. En esta categoría entrarían los rumores sobre famosos o famosillos tan de moda en nuestro país.
Por último, los rumores cumplen una función orientada a defender la identidad grupal o social, en este sentido el rumor está emparentado con el estereotipo y el prejuicio. Los seres humanos estamos muy dispuestos a aceptar cualquier barbaridad que nos confirme nuestros pensamientos previos de los demás y a defender cualquier idea preconcebida que confirme la bondad de los nuestros y de nosotros mismos. El rumor es otra herramienta que tiende a reforzar esta característica. Es curioso un experimento que citan Páez y Marqués. A un grupo de portugueses se les contó una historia sobre los horrores cometidos por los colonizadores de ese país en Brasil, y a otro grupo equivalente se les contó la misma historia pero asociada a conquistadores españoles y en Uruguay. La historia debían contársela a un tercer grupo, es decir, se construía un rumor a partir de la historia original. El resultado fue que los sujetos omitían o reproducían menos la información negativa cuando ésta se refería a los portugueses y le daba mucha mayor credibilidad, la difundían mucho más cuando el rumor afectaba a los españoles.
Los seres humanos necesitamos interpretar la realidad. Si no tenemos visión completa nuestra mente reconstruye a partir de los datos que tiene una imagen completa. Es muy curioso un ejercicio visual que se distribuía hace algún tiempo por Internet, se trataba de un texto con las letras de todas las palabras cambiadas de orden, creo que se mantenía el orden de las vocales. Pues bien, cualquier persona normal es capaz de leer el texto sin problemas, nuestro cerebro reconstruye las palabras. El rumor es una herramienta para reconstruir la realidad cuando nos falta información. Esa realidad puede ser una frivolidad o un asunto vital. Y como herramienta que es, como un martillo, un bisturí o un ordenador, sin ser en sí misma un arma, puede ser utilizada como tal. Y ya hemos visto la de veces que se ha usado a lo largo de la historia.
Juan Carlos Barajas MartínezSociólogo
Notas:(1) El gobierno de Vichy fue el gobierno títere que estableció el III Reich en Francia durante la ocupación. Para consultar más información al respecto pulsa aquí.(2) Si quieres consultar una biografía de Maurice Papon pulsa aquí. Si quieres consultarla en francés (mucho más completa) pulsa aquí.(3) Si quieres consultar más información acerca de la masacre de París pulsa aquí. Si quieres una información más completa pero en francés pulsa aquí.(4) La fuente principal que usado para este texto es el artículo de Darío Páez y José Marqués, “Conductas colectivas: Rumores, catástrofes y movimientos de masas”, dentro del libro “Psicología Social”, McGraw-Hill, Madrid 2000(5) El DRAE dice de la voz rumor: (Del lat. rumor, -ōris). 1. m. Voz que corre entre el público. 2. m. Ruido confuso de voces. 3. m. Ruido vago, sordo y continuado.(6) El efecto de mera exposición, traté extensamente de este concepto en el artículo de mismo nombre en este mismo blog. El efecto de mera exposición consiste en el aumento de la disposición favorable de un sujeto hacia un estímulo neutral al aumentar la exposición repetida al mismo. La investigación básica de este efecto fue desarrollada por el psicólogo polaco-americano Robert Zajonc, que consiguió crear actitudes favorables hacia imágenes que carecían de significado para los sujetos, como sílabas sin sentido, ideogramas chinos o imágenes de personas. En la vida cotidiana, vivimos experiencias similares muy comunes. Por ejemplo, con la música, que suele gustarnos más cuando la hemos oído repetidas veces, por eso nos machacan en la radio con las mismas canciones. Lógicamente, si anteriormente ya existe una actitud negativa hacia el objeto, las exposiciones repetidas aumentan la negatividad de la evaluación. Por otra parte, la repetición exagerada de la exposición puede llevar a una especie de hartazgo que no favorecería, precisamente, los aspectos positivos de la actitud, sino todo lo contrario. (7) La intelligentsia o, en transliteración al español, inteliguentsia (del Latín intelligentia) es una clase social compuesta por personas involucradas en complejas actividades mentales y creativas orientadas al desarrollo y la diseminación de la cultura, incluyendo intelectuales y grupos sociales cercanos a ellos. El término ha sido tomado del ruso интеллигенция (transliterado como intelliguéntsiya), o bien del polaco. Los dos, a su vez, derivaron de la palabra francesa intelligence. Al comienzo, el término se aplicó en el contexto de Polonia, Rusia y más tarde, la Unión Soviética, y tuvo un significado más estrecho basado en la autodefinición de una cierta categoría de intelectuales. Para más información pulsa aquí(8) Páez y Marqués citan a Allport y Postman, Delumeau, Rosnow, Sherif y Harvey, Marc, Emmler, Bercheid, Turner y Killian, Valencia, Morales y Ursúa.
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