Revista Cultura y Ocio
El Saló del Còmic Internacional de Barcelona, ¿evolución o declive?
Publicado el 10 mayo 2012 por Sepelaci @SepelaciSemana post-Saló.
Hora de hacer balance y ver qué ha dado de sí el Saló Internacional del Còmic de Barcelona, qué ha ocurrido allí y lo bueno que los que han tenido la suerte de visitarlo han sacado en claro.
Y digo bien, los que han tenido la suerte de visitarlo, porque no ha sido mi caso.
El trabajo y las obligaciones me han impedido acercarme, otra vez, a una cita que se presume ineludible y que es la mayor reunión de aficionados al cómic que existe en nuestro país.
Pero, nada más terminar la cita, en el Blog Mandorla, Santiago García publicó un artículo que ha encendido la red y ha planteado una seria duda acerca de sus objetivos y lo que realmente busca un aficionado al cómic cuando va allí.
¿Qué es lo que ocurre cuando un aficionado al cómic acude a un salón que está, presuntamente, dedicado a un medio a una industria, y que se está publicitando como otra cosa y que, en realidad, poco tiene que ver con el cómic?
El visitante se encontró con robots industriales (que dibujaban, vale), con una zona de videojuegos y grandes stands dedicados a producciones cinematográficas. Vale, perfecto. Uno puede pensar que está en una convención tipo San Diego y se alegra.
Pero los que han recorrido cientos de kilómetros para acudir a un Salón del Cómic, se sienten estafados. La presencia del cómic se queda como testimonial, una parte, y no la más extensa, del Salón de Cómic.
A ver. Entiendo que al público generalista, ese que acude porque es una gran reunión de temas que les gusta, necesita alicientes más allá del cómic, que probablemente, ni conocen ni comprenden. Y ahí está, probablemente, el punto a tener en cuenta.
El Saló lo organiza una entidad privada, que ha de justificar unos ingresos, un volumen de visitas y una repercusión para obtener las subvenciones que le permiten montar todo el tinglado y, atención, pagar los sueldos de las personas que trabajan ahí.
Se necesitan reclamos para que acudan esos 108.000 visitantes que se han dado cita en el recinto de la Fira de Barcelona. Y ahí es donde entra todo lo que se vió allí. Reclamos para que una familia se deje caer por el Saló para hacerle unas fotos a los nenes en el set de la peli de la turno, que jueguen a la consola (la misma que tienen en casa) o se compren un tebeo (ójala).
El Saló ha evolucionado a un modelo americano de convención, con grandes stands de cine, cada vez más, y cosas afines al medio. Y ya no es solo un gran mercadillo de tebeos, sino que también lo es de todos los demás medios, estén vinculados o no al tema de las viñetas.
Y me parece perfecto. Se atrae público, se atrae a personas que en principio no se acercarían a un tebeo y que descubren el mundo fantástico que hay a su alrededor. Se trata de eso ¿no?. Pues ¿por qué las quejas?
Pues porque el cómic pasa desapercibido ante tal despliegue de eventos paralelos. Incluso la publicidad en Barcelona, y se ha visto por Internet, pone en primer lugar a los videojuegos, relegando al cómic a un espacio secundario. Los aficionados de verdad, los que acuden para ver el mundo del cómic de primera mano no es que no lo encuentren, pero lo ven apartado, condensado y reducido.
Muchos autores llegan con portafolios repletos de sueños, que se quedan en nada porque no pueden acceder a los profesionales que buscan nuevos talentos. No hay una zona profesional donde hablar de temas empresariales relacionados con el cómic.
La gran pregunta no es si el Salón del Còmic de Barcelona ha cambiado o no. La gran pregunta es, si el Salón del Còmic de Barcelona ya no es el lugar donde se mueve el mundo del tebeo, ¿por qué no se organiza un Salón, más pequeño, más profesional, donde los autores, los editores, los distruibores y los libreros hablan, muestran, preparan y comparten su trabajo. Entre ellos y entre los aficionados al cómic.
Si el Salón del Còmic de Barcelona no es lo que se busca en una convención de cómics, simplemente se monta otro que sí lo sea, y punto.
Y dejemos que este sea una cita más, de otra manera, con su fuerza y su pirotecnia. Que tampoco está mal, oye.
El problema es quien lo va a hacer. Muchas quejas y pocas propuestas. El gran mal de este país.
Unos se van a sentar y a destrozar Internet con sus quejas y nadie, ni editoriales ni autores, ni distribuidoras van a ponerse en marcha para proteger su negocio, para dar un escaparate a las obras que les dan de comer.
No hay alternativa, porque nadie la plantea, es así de duro.
Una cita anual con las editoriales, los autores y el resto de involucrados en el negocio de los tebeos (y los libros de género, que también los hay) no debería representar mayor problema en la ciudad donde se aglutinan la mayor parte de las propuestas profesionales del país.
Otro modelo de Salón, más profesional, donde se puedan comprar cómics, vale, pero que haya algo más, algo que pueda asentar, de una vez por todas, la industria del tebeo en nuestro país. No hacen falta grandes artificios. Solo voluntad. Y tebeos.
Lo difícil será que se pongan todos de acuerdo, en una industria en la que cada uno va a lo suyo, no hay ánimos para emprender unidos y cada uno es dueño de su destino.
Espero equivocarme.
Un saludín