Revista Opinión

El secreto de la buena salud

Publicado el 05 febrero 2014 por Jamedina @medinaloera

Voltaire.

Retrato de Voltaire en 1718.

 Aquí y en todas partes, y a través de toda la historia, el instinto de supervivencia y el afán de inmortalidad nos impulsan a luchar contra las enfermedades, aunque con frecuencia equivoquemos el camino para mantenernos sanos.

   En uno de sus famosos cuentos, el escritor y filósofo francés François Marie-Arouet (Voltaire) narra lo ocurrido al sabio Zadig cuando éste andaba en busca de la reina de Babilonia, su amada Astarté, quien habiendo sido secuestrada y esclavizada, la encontró junto a un río, en compañía de otras esclavas que servían a su amo Ogul, señor de aquellas tierras.

   Sucedió que Ogul, un tipo voluptuoso y glotón, quien sólo pensaba en comer, engordó desmesuradamente y acabó por enfermarse. Entonces, su médico de cabecera, bastante desacreditado, pero que sabía explotar a su cliente, le recetó la carne de un animal muy raro llamado basilisco, mismo que debía comerlo cocido en agua de rosas.

   Fue así como Ogul envió a sus esclavas al río para pescar el susodicho animal. Cuando Zadig se dio cuenta de ello, visitó a Ogul en su castillo, y presentándose como médico, le dijo que él había capturado ya al famoso basilisco, pero que se lo entregaría a cambio de la libertad de una esclava, quien no era otra que su querida Astarté.

    Ansioso de curarse, Ogul aceptó el trato.

   Zadig le aclaró que el basilisco, mismo que había metido dentro de una piel muy fina, en una especie de vejiga, no debía comerse, sino que debía entrar por los poros, para lo cual Ogul tenía que lanzar varias veces esa bolsa, con todas sus fuerzas, al propio Zadig, quien se la devolvería una y otra vez. Le aseguró que con este régimen recobraría pronto su quebrantada salud.

   El primer día Ogul quedó sofocadísimo, el segundo se fatigó menos y durmió mejor. En ocho días recobró todas las fuerzas, salud, ligereza y alegría de sus mejores años.

   “Habéis jugado a la pelota y habéis sido sobrio”, le dijo el sabio, y agregó: “Sabed que el basilisco no existe en la Naturaleza y que siempre se tiene salud con ejercicio y sobriedad”.

   Imagen: Wikipedia.


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