En función de este planteamiento aparecen dos 'realidades'. Una la realidad objetiva, que es la que sucede en nuestro ámbito externo y que nos vincula con nuestro entorno y, otra, la realidad subjetiva, que es la que se da únicamente dentro de nosotros mismos.
La realidad subjetiva, a la que en general, prestamos poca atención, es la que rige nuestra conducta, la realidad que sucede dentro de nosotros. Y esto se debe a que nuestro cerebro no distingue entre un acontecimiento real y un acontecimiento imaginario.
"El pensamiento es un instrumento creativo y, el hombre, se convierte en aquello en lo que piensa". Sivananda
El cerebro funciona entonces, como un ordenador y desde allí se controlan todas las funciones del cuerpo, tanto las conscientes (conducir, caminar) las cuales dependen de una “decisión”: pensar y actuar, como las inconscientes (la respiración, la circulación de la sangre, la digestión, reacciones automáticas), las cuales “funcionan sin consultarnos”.
Cuando sucede algo, tanto “dentro” como “fuera”, el cerebro da las órdenes pertinentes al cuerpo para responder adecuadamente a lo que esta sucediendo: segregar adrenalina, salir corriendo, llorar, toser … Esto ocurre tanto cuando el suceso es objetivo como subjetivo, el cerebro no hace diferencias: cuando “imaginamos” en nuestro interior que algo va mal, para el cerebro es tan “real”, como si verdaderamente estuviera ocurriendo el hecho en el exterior.
Esa es la importancia y el "secreto" de la visualización:
al crear una realidad subjetiva, el cerebro programa la pauta de conducta adecuada y esta pauta nos lleva a los resultados.
Por lo tanto, somos responsables y podemos elegir libremente qué realidad queremos crear.¡¡Si visualizas salud, prosperidad, o felicidad, es lo que obtendrás!!.