Dirige: Juan José Campanella
Actúan entre otros: Ricardo Darín, Soledad Villamil, Guillermo Francella, Pablo Rago, Javier Godino, José Luis Gioia, Mario Alarcón, Mariano Argento, Ricardo Cerone, David Di Nápoli...
Excelente: TODO
Estamos ante una de esas películas dónde todo funciona. Con la apariencia de una thriller acerca de una violación con asesinato, Campanella nos cuenta una serie de historias relacionadas donde todo gira alrededor del amor y de la amistad.
La profundidad de una historia de amor nunca confesada de la que el espectador va tomando conciencia a partir de miradas, de conversaciones cada vez más obvias en las que destaca una escena en la que la protagonista femenina, interpretada maravillosamente por Soledad Villamil, cree que el personaje que interpreta Darin va a declararle su amor cuando éste en realidad va a hablarle de retomar el caso sobre el que pivota la excusa argumental. La química Darin-Villamil sigue funcionando como ya lo hiciera en la excelsa "El mismo amor, la misma lluvia" y de ello Campanella se aprovecha para que la película adquiera una capa más y no se quede en la típica historia de amantes eternos que por convencionalismos sociales nunca se confiesan su amor y acaban despidiéndose en una estación de tren, algo que efectivamente en esta cinta pasa, aunque nunca sabemos si es verdad o una ensoñación del protagonista que recoge en una novela acerca de su propia historia y el caso del asesinato. Es decir que Campanella hace "casi" metaliteratura, dejando al espectador decidir si aquello sucedio tal cual o no o simplemente se parece a aquello que pasó.
Hay una historia de amor más profunda si cabe, que es aquella del marido cuya mujer es asesinada y nunca deja de perseguir al que cree autor del crimen. Buscándolo por las estaciones de tren cada día (aunque ironías del destino después sabremos que el asesino va en autobus).Como dice el protagonista, el amor más puro, que nunca se pudo desgastar por lo cotidiano y del que solo quedan los recuerdos...o quizás lo recuerdos de los recuerdos (no se si era te con miel o te con limón...me queda el recuerdo de un recuerdo). El sentido de la justicia de ese joven viudo depara algunas sorpresas y el giro final de un guión que busca desconcertarnos de vez en cuando, aunque en realidad, estamos tan enamorados de los personajes a esas alturas que estamos dispuestos a otro giro si es necesario.
Y finalmente tenemos la historia de la amistad entre el protagonista y su compañero de trabajo al que prácticamente tiene que ir a recoger borracho al bar y llevarlo a su casa y convencer a la mujer, harta ya de las borracheras de su marido, de que le de una nueva oportunidad. El profundo sentido de la amistad de dicho personaje depara una de las escenas más emotivas del film, algo que tiene que ver con unas fotografías (no digo más, pero las lágrimas invadían mis ojos).
Pero además de la profundidad de las historias, Campanella no se pone innecesariamente solemne sino que a lo largo de la película el humor se hace presente a base de diálogos brillantes, ingeniosos que nos llevan por momentos a esbozar una sonrisa y en algún momento concreto a la carcajada, como en aquel momento en que el protagonista y su compañero invaden la casa de la madre del sospechoso y las consecuencias de ello, con la bronca de su superior.
y además queda espacio para la venganza, el misterio, la tensión (tensa escena la del ascensor!) y la emoción. Ah y un magnifico plano que empieza desde el aire y acaba en un estadio de futbol y una persecución emocionante.
Se estrenó hace ya unos días y probablemente algunos la habrán visto ya...los que no, no tenéis excusa. En la cartelera hay una joya.
Calificación final:9