Revista Religión
Luis GarcíaDubus – LISTIN DIARIO -“¡Invítalos!, ¡invítalos!,” me decía una voz interiorrepetidamente. Me atreví a obedecer. Uno me dijo que sí enseguida; el otro pusoresistencia y tuve que humillarme, pero finalmente se realizó la primerareunión, en la cual Aquel que me había dado la orden de invitarlos, se hizopresente de manera totalmente evidente.
Salimosasombrados, y contando los días que faltaban para reunirnos nuevamente con eseAmigo tan real y tan amoroso. Experimentábamos una nueva realidad, una nuevadimensión y, sobre todo, una nueva amistad intima de inconmensurablevalor.“El Señor primero” acordamos,dándole así absoluta prioridad a ese encuentro semanal.
Pasaron 40años, y el Señor Jesús nos fue contagiando su amor. Nos estaba regalando eltraje de bodas, de modo que el problema de uno era el de todos.Sucedieron milagros impresionantes, pero esono era lo importante. Lo importante era que estábamos recibiendo el don delamor, del amor verdadero. ‘’Un amor que es salir de sí para ocuparse del otro ypreocuparse por el otro’’. Benedicto XVI.
En elevangelio de hoy aparece una invitación de Dios a la boda de su Hijo.Muchos se negaron a ir, diciendo que estaban“muy ocupados” ganando dinero y cumpliendo compromisos sociales que los hacíasentir importantes.Dios insistió unasegunda y una tercera vez, pero fue inútil.Nadie quiso interrumpir lo que ellos llaman “su vida” que, en resumen noera más que darse gusto y darse importancia.
FinalmenteDios invitó a todos, “buenos y malos”.Es decir, nos invitó a usted y a mí.“Y la sala del banquete se llenó de comensales”.
Dice elevangelio que cuando Dios fue a saludar a cada uno, reparó en alguien que notenía “el traje de bodas” y lo echó fuera. Ese también se perdió la fiesta. Notenía el don del amor.
Apropósito, ese amor es un don, es un regalo de Dios. El traje de bodas se lodaban en la entrada a todo el que iba de buena voluntad. Solo parece que fuealguien “importante’’ y dijo que su propio traje era mejor...
La pregunta de hoy¿Cuál es eltraje de bodas del cual habla el evangelio?
Voy aresponder a esta pregunta textualmente con las palabras de San Agustín:
“¿Serán lossacramentos? ¿El bautismo? Sin el bautismo nadie llega a Dios, pero algunos loreciben y no llegan a Dios. ¿Será la comunión? Pero recibiendo el cuerpo deCristo algunos comen y beben su propia condenación. ¿El ayuno? Los malostambién ayunan. ¿El frecuentar la iglesia? Los malos van a la iglesia como losdemás. San Pablo nos dice que es el Amor, pero no un amor cualquiera...”.
¡Cuántosbienes son inútiles si falta un solo bien! Si no tengo amor, de nada me serviráque distribuyera todos mis bienes y hasta derramara mi sangre por Él. Si mefalta el amor, no sirve para nada. Este es “eltraje de bodas”.
El que harecibido este don no juzga... no condena... perdona... Y sabe que en esa mismamedida Dios lo amará de modo rebosante. (Lucas 6, 37-38). Gracias, Señor querido,por desear regalarnos ese traje. Ahora solo te pedimos suficiente humildad paraquitarnos el nuestro y ponernos el tuyo.