Unos años antes de esa maravillosa película llamada El planeta de los simios, Franklin J. Schaffner trabajaron juntos en esta producción que quiere ser una traslación cinematográfica fiel de la vida en Europa en plena Edad Media. El señor de la guerra no se conforma con su sorprendente trama amorosa basada en el derecho de pernada del Señor frente a sus súbditos, también intenta profundizar en aspectos antropológicos y presenta una interesante visión de unas salvajes tierras normandas que todavía no se han adaptado a la doctrina cristiana y cuyos habitantes conservan sus tradiciones paganas. Una ambientación muy correcta para una película que quizá se encuentra un poco injustamente olvidada.
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