Revista Cómics

El señor de la guerra, de Elizabeth Elliott

Publicado el 05 febrero 2016 por Belldandy @belldandy_18
El señor de la guerra, de Elizabeth ElliottIntentando recuperar el ritmo del blog, a la par que mi ansia lectora, escogí  de mi eterna lista de pendientes un libro que llevaba años en mis estanterías por eso de reducir también la infinita lista de pendientes.

El señor de la guerra es la primera novela de la saga llamada Remmington (aunque en inglés parece que es más conocida como Montague). Inicialmente era una trilogía y, de hecho, compré esta novela en una edición muy tocho de Círculo de Lectores que incluía esas tres novelas (publicadas originalmente entre 1995 y 1996) en un único volumen. Pero, buscando información, he descubierto que salió una cuarta novela en 2012. Supongo que, por terminar el tocho de 1.100 páginas, leeré las otras dos y ya decidiré si más adelante busco la cuarta. No es una autora muy activa y éstas son sus únicas novelas publicadas (por lo que he visto así de pasada), así que, por puro y simple completismo, es posible que caiga también la última.

Argumento

El señor de la guerra, de Elizabeth Elliott
Lady Tess de Remmington huye una noche junto a su tío con la intención de internarse en un convento y así escapar de su padrastro, Dunmore MacLeith, quien pretende casarla con su hijo Gordon, un pedófilo y además maltratador. Una vez llegan al bosque se encuentran con los que cree que son los mercenarios contratados por su tío para protegerlos hasta que lleguen al convento... pero lo que no sabe es que uno de esos dos hombres va a convertirse en su esposo en apenas unas horas y por orden del rey de Inglaterra.

Valiente, feroz y completamente lleno de cicatrices externas por la guerra, e internas por el oscuro secreto de su nacimiento, Kenric de Montague no quiere una esposa... hasta que conoce a Tess. Kenric  se ha prometido a sí mismo que no dejará que ella dome su salvaje corazón, pero cuando una traición pone en peligro su unión, Kenric desenvainará su espada —arriesgando su propia vida— para salvar a la única mujer que podría robarle el alma.
Reseña

Si hay un tópico más que explotado en la Romántica Histórica es la de los matrimonios de conveniencia o pactados. Aquí tenemos uno de esos ejemplos y bastante bien desarrollado, a decir verdad. Tiras y aflojas van de la mano de atracción sexual y sentimientos que crecen  hasta que no los pueden negar.

El señor de la guerra, de Elizabeth Elliott
Nos encontramos con una novela ambientada en el medievo inglés, por lo que tenemos caballeros, fortalezas y concepciones machistas que harán torcer el gesto ante la actitud del protagonista. Y es que ahí está el punto más flojo, en ciertas salidas de tono de Kenric. Pero tenemos presenta la época y no nos queda más que aguantar y tragar.

Por el contrario y, para lo que podría ser, le reconozco una evolución muy favorable en su forma de tratar y valorar a su esposa. Es una historia de ficción y es más que probable que de haber sido realista, Tess habría salido peor parada de muchas situaciones. Con todo, es un protagonista masculino que no me ha conquistado, esperaba bastante más de él.

Muy diferente ha sido mi impresión de ella. Tess es una mujer valiente, con un enorme sentido de lealtad a su gente, lo que le supuso no pocas heridas desde la llegada de su padrastro. Tiene conocimientos de curandera con los que ayuda siempre que puede, sabe mantenerse firme y hará todo lo que pueda por evitar derramamientos de sangre cuando, por el matrimonio con Kenric, éste se haga con el control de Remmington (algo que teme dada su fama de carnicero). Quizás hay un detalle algo tonto e innecesario que son ciertos poderes de ver el futuro mediante visiones. La autora se lo podría haber ahorrado, la verdad.

La relación se basa en que Tess irá tomando decisiones que no gustarán a Kenric, aunque la mayoría (no todas) sean acertadas, por lo que él se enfadará. Al final, el macho cabezota tendrá que acabar reculando por haber pensado mal de ella, lo que, como decía más arriba, le hará ir cambiando. No me gustan las historias en que ella tiene que hacer que él deje de ser un capullo, pero con las bofetadas tan buenas que reparte Tess, ha acabado siendo una buena lectura. La pega es que se llegan a hacer repetitivos los constantes malentendidos entre ambos por cosas que no dicen. Un cliché más del género.

El señor de la guerra, de Elizabeth Elliott
Como trasfondo, más allá de la parte romántica, está el tema político: las tierras que pertenecen a Tess y están en manos de su padrastro, la posible anulación de su matrimonio por haber estado prometida a Gordon y los orígenes "oscuros" de Kenric así como su relación familiar. Todo esto se concentra al principio, para dar el argumento base sobre el que se sustenta la relación de los protagonistas, y al final, de manera un tanto precipitada pero considerablemente bien resuelto.

Mención especial para los personajes secundarios, que en otras novelas del género pasan sin pena ni gloria y aquí tienen cosas interesantes que aportar. Por un lado, Fitz Alan, fiel amigo de Kenric, ligón empedernido y divertido compañero que tendrá su pequeña pero interesante historia. La verdad es que no me habría importado capítulos para él en exclusiva justo en la parte en que Kenric está más insoportable. Helen, la hermana de Kenric es otro personaje bastante atractivo: altiva y orgullosa, rechaza a éste en favor del hermano pequeño, Guy, que aunque aquí no aparece, es el protagonista del siguiente libro. Por el contrario, el peso de los "malos" es mínimo y no pasan de ser estereotipos planos de nulo interés.

La escritura de la autora no tiene nada destacable, ni para bien ni para mal. Ha ido desarrollando las escenas adecuadamente, sabiendo crear varios momentos muy intensos con personajes que tienen un adecuado trasfondo. Pluma ágil que permite una lectura para un par de tardes en las que, sin que te des cuenta, llegas al final.

Poco más que decir. Novela romántica histórica con pros y contras. Tiene buenos momentos y personajes, la he disfrutado y me ha gustado bastante. Quizás si el protagonista no hubiese sido tan idiota en más de una ocasión y me hubiese llegado a enamorar, me habría encantado del todo.

El señor de la guerra, de Elizabeth Elliott

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