Pero a su manera. Es un cuento de niños repleto de alegorías para mayores. Una reflexión sobre el vivir, que debajo de las apariencias esconde las formas de la tristeza y la melancolía. Pero a la vez es un canto a la vida, una voz de niño modulada por un adulto dotado para el arte de la literatura. ¿Y quién es este Patrick Süskind que vive escondido del mundo, que no concede entrevistas ni recoge premios ni asiste al estreno de sus películas…?
«Pero el señor Sommer no se dio por enterado. Siguió su marcha, imperturbable. Me pareció que movía un poco los labios y murmuraba una de sus incomprensibles respuestas. Pero no se oyó nada, quizá fuera que los labios le temblaban de frío.»Da igual. Ahí están las Historias del Señor Sommer. Más de lo que parecen. Mucho más.
«Ese señor Sommer tiene claustrofobia —dijo mi madre mientras cenábamos, hablando de la tormenta y del encuentro con el señor Sommer—. Tiene una claustrofobia grave, y eso es una enfermedad que te impide estar tranquilo dentro de tu habitación.»Recuerdo que el actor Pep Tosar realizó con gran éxito un monólogo sobre el Señor Sommer. En otros paralelos tropicales conocí brevemente a Tosar. Un día me contó que jamás había fallado a su cita con los tablones del teatro. Una tarde que tenía representación, tuvo un accidente de moto. Le pincharon un chute de m en el hospital y no canceló la función. Qué tipo este, Tosar.
Por su parte, en algún lugar, el señor Sommer sigue caminando, incansable. Quizás yo le siga, también.