Revista Opinión
El sentido y la actualidad de la lucha de nuestro camarada Henri Alleg
Publicado el 05 agosto 2013 por BarbazulLa vida de nuestro camarada fallecido Henri Alleg, de su nombre de estado-civil Harry Salem, ha sido la encarnación del valor, de la lucidez y de la fidelidad a los ideales comunistas, del rechazo de la renegación y del revisionismo. Para todas las generaciones de revolucionarios-as presentes o futuras, él representa un itinerario ejemplar en el combate para un mundo liberado de la explotación capitalista y de la dominación imperialista, un mundo comunista.
Fallecido a los 92 años, Henri ha asumido hasta el final y con determinación desde su mas joven edad todas las responsabilidades que su conciencia de revolucionario internacionalista le dictaba.
Nacido en Inglaterra de padres ruso-polacos expulsados por los pogromos antisemitas, muy pronto toma conciencia de que las discriminaciones racistas o religiosas son secretadas por los sistemas explotadores para dividir los trabajadores y los pueblos, impedirles de unirse en su combate para construir una nueva sociedad sin clases permitiendo por primera vez de realizar las aspiraciones a una verdadera fraternidad entre los hombres.
Indignado por la opresión colonialista, Henri Alleg se adhiere al comunismo
Llegó a Argelia en 1939, empujado por la necesidad incontenible de ir al encuentro de los otros pueblos del planeta, descubre la condición miserable impuesta por el opresor colonial a la inmensa mayoría del pueblo argelino, a la excepción de una pequeña minoría de oligarcas enriquecidos por la expropiación del campesinado en recompensa por su traición y su colaboración con los colonialistas. Es golpeado por la imagen de la riqueza insolente de un puñado de gruesos colonos y de la espantosa miseria de los “indígenas”, sobre todo de los niños en harapos, sin comer lo suficiente y prohibidos de escuela por el sistema colonial. Al contacto de las realidades de la colonización, su tendencia internacionalista se afirma. Esta indignado por la negación de los derechos los mas elementales de los nativos por el colonialismo: derechos a los mismos beneficios sociales y económicos, derecho al agua potable, a la salud, derechos a la escuela, derechos a organizarse libremente en partidos y sindicatos, derechos a elegir sus representantes, derechos a llamarse Argelinos y no “indígenas”.
Palpa de dedo el racismo inherente al sistema colonial, su necesidad intrínseca de levantar con la ayuda de su prensa y de sus instituciones los trabajadores europeos contra el pueblo argelino con el fin de preservar el orden explotador y opresor de los Cien señorías de la colonización, los que controlaban todas las riquezas del país: las tierras las mas fértiles, las capas alfateras, las minas, los bancos, los puertos y las navieras, así como todas las instituciones, de las alcaldías hasta los prefectorados pasando por las cámaras de comercio, etc… Descubre muy rápidamente que el mito colonial escondía una crueldad sin limite de los opresores. Su espíritu critico, su humanismo concreto nato, su vigilancia intelectual aguda por su atracción para la ideología proletaria y la lucha de las fuerzas revolucionarias en Francia, España o en otro lugar, su desconfianza instintiva de la dominación de los dueños de riquezas, lo llevan a rechazar espontáneamente la propaganda sobre la supuesta misión civilizadora de Francia en las colonias y, en particular, en Argelia. Hace parte de ese pequeño numero de ciudadanos franceses quienes no se dejaron intoxicar por la propaganda orquestada por la burguesía imperialista para justificar la explotación de las riquezas naturales de las colonias. No se dejó engañar tampoco por los discursos tramposos de los socialistas quienes pretendían que gracias a la expansión colonial iban a ayudar los pueblos “atrasados” a acceder al progreso. Espontáneamente, Henri ponía en aplicación las consignas de la Internacional comunista sobre el apoyo incondicional al derecho de los pueblos a disponer de si mismos y que los socialistas rechazaban obstinadamente en su tendencia a “administrar lealmente” los intereses de los capitalistas.
La propaganda colonialista difundida desde la escuela hasta la Universidad, desarrollada por la prensa en manos de los magnates, la radio, la Iglesia, los partidos y las organizaciones de la burguesía, habían condicionado profundamente la mayoría de los Franceses, y incluso una buena parte del proletariado. Henri es parte de esos revolucionarios intransigentes que las ideas dominantes de la clase dominante no habían podido doblegar y quienes supieron avanzar y combatido con todas sus fuerzas las mentiras de esta propaganda. Es un ejemplo que merece meditar y seguir hoy día. Amplios sectores de la opinión que pretenden ubicarse en el campo del progreso, se dejan atrapar, como los que los precedieron en la época de las colonias, por la propaganda de la prensa imperialista. Esta prensa que ha alcanzado hoy un grado inimaginable de concentración y que dispone de una red internacional tentacular a través de las televisoras satelitales, las redes Internet, continua como nunca antes a intoxicar los pueblos para mantener su sumisión. Esta vez el trabajo de “formateo” se lleva bajo la consigna hipócrita de la promoción de la democracia, de los “derechos humanos” y de las minorías. Ser fiel a la trayectoria militante de Henri, es tener constantemente en mente esta tesis fundamental que las ideas dominantes son las de la clase dominante, la que posee los medios de producción, los bancos y el dinero y entonces medios de propaganda colosales para engañar los trabajadores. Es no confiar en lo absoluto en la propaganda y al supuesto trabajo de información de los medios controlados por las oligarquías capitalistas. Es manifestar su desprecio por el ejercito de los perros falderos, seudo periodistas ejecutando las ordenes de sus amos para inculcar al seno de los pueblos las mentiras de sus explotadores. Es obedecer a posiciones de clase combatiendo sin tregua las mentiras propagadas, defender el derecho de la clase obrera, de las capas populares explotadas a luchar para abolir por todos los medios el capitalismo, instaurar el socialismo. Es inspirarse de su ejemplo al develar hoy sin tregua los verdaderos objetivos de las potencias imperialistas de que la agresividad, proporcional a la gravedad de la crisis que mina el sistema capitalista, se manifiesta por sus maniobras y agresiones criminales en África y en todos los países árabes, Irak, Libia, Siria, Mali, por su apoyo a los regimenes medievales del Golfo, a las fuerzas reaccionarias de America Latina, etc…
Aborreciendo el colonialismo y la arrogancia de la burguesía, nuestro camarada Henri se adhirió naturalmente al único partido que encarnaba a la vez el rechazo de la dominación colonial y el combate para una sociedad socialista dirigida por la clase obrera y sus aliados, fundada sobre la socialización de los grandes medios de producción. Lo hizo tejiendo al mismo tiempo lazos de simpatía con los militantes nacionalistas y expresado su solidaridad a su justa causa sin compartir sin embargo todas sus análisis. Se adhirió al Partido comunista argelino en un momento donde este era reducido a la acción clandestina después de su disolución por el gobierno francés, con el apoyo de la derecha y del partido socialista, en un momento donde prácticamente todos sus dirigentes y un grande numero de sus militantes habían sido arrestado. En un palabra, decidió adherirse a ese partido en un momento en que era peligroso hacerlo, cuando el militante comunista corría el riesgo de ser asesinado por los fascistas de Vichy o de encontrarse en prisión donde podía perder la vida por el hambre y el tifus como Kaddour Belkaïm, su secretario general arrojado en las cárceles de la siniestra prisión de Barberousse. Mostró que el verdadero comunista es él que no se deja abatir por las derrotas registradas en la lucha por la emancipación de los explotados, para el derrocamiento del poder de los explotadores. El verdadero comunista es él que no corre detrás de ningún privilegio, él de quien el deber permanente es de continuar incansablemente su combate sean cuales sean las circunstancias, las del trabajo legal como las del trabajo clandestino, él que acepta militar hacia en las condiciones las mas difíciles, quien no recula frente a los sacrificios y la perspectiva de la prisión, de la tortura, de la muerte.
Henri no se dejó sacudir por la propaganda rabiosa de la burguesía metropolitana y colonial después de la firma en 1939 del pacto de no-agresión por la URSS y la Alemania nazi. Instintivamente entendió que este acuerdo frustraba los planes de las potencias imperialistas francesas, inglesas tendiente a orientar la potencia de fuego nazi contra la naciente patria socialista del proletariado mundial. A pesar que su formación ideológica y política fuera todavía balbuceando, supo distinguir lo verdadero de la mentira y entender que el bastión contra el fascismo estaba representado por la URSS y los partidos comunistas. Jamás Henri cedió a la propaganda burguesa y nunca se retractó sobre este tema deshonestamente utilizado por la reacción mundial y los revisionistas de todas las tendencias en su intento de asimilar el comunismo al nazismo.
Henri Alleg anima el trabajo de Alger républicain para el pan, la libertad, la solidaridad internacional y el socialismo
Sus cualidades personales, sus convicciones ideológicas, su entrega, su firmeza, su espíritu de disciplina y su rigor, fueron a la base de la selección tomada por la dirección del PCA para confiarle en 1951 la dirección del diario Alger républicain de quien la mayoría de los accionistas había evolucionado hacia el apoyo a las ideas comunistas.
En el contexto del fortalecimiento de la URSS, del campo socialista, del movimiento comunista y obrero mundial, de su inmenso prestigio, de la alza irresistible del movimiento de liberación nacional, de los primeros frutos políticos y orgánicos de la rectificación de la línea del PCA sobre la cuestión nacional, Alger républicain iba tomando mas poder al comprometerse todavía con mas resolución en el combate anticolonialista, el rumbo firmemente anclado hacia el grande objetivo estratégico del socialismo.
Una multitud de numerosos jóvenes militantes entregados habían abrazado los ideales comunistas y estaban dispuestos a tomar en mano el periódico para difundir los llamados a la movilización y al apoyo de los trabajadores y del pueblo argelinos en sus luchas contra el régimen colonial.
Bajo su dirección, con Boualem Khalfa y Abdelhamid Benzine, respaldados por una multitud de jóvenes periodistas militantes y colaboradores de diferentes orígenes étnicos quienes se entregaban sin nada a cambio, como Kateb Yassine, Zanettacci, Salort, Alger républicain se convierte rápidamente en el principal órgano argelino de la lucha antiimperialista. Aporta una contribución de primer plano a la propaganda de las posiciones del movimiento nacional, a la adhesión de la inmensa mayoría del pueblo argelino a la necesidad de romper con el orden colonial. El periódico adquiere una notoriedad nacional e internacional porque hacía una estrecha unión entre las luchas anticolonialistas, las luchas sociales de los trabajadores agrícolas, de los obreros de la industria del tabaco, de los campesinos despojados por los colonos, de los trabajadores de los puertos negándose a cargar las armas sobre los barcos con destino a Vietnam, el apoyo al combate del pueblo vietnamita, de los pueblos marroqui y tunecino para liberarse del colonialismo, al pueblo coreano agredido por el imperialismo norte-americano bajo la bandera de la ONU, la denuncia de la ejecución de los esposos Rosenberg falsamente acusados de espionaje en beneficio de la URSS, su solidaridad con las victimas del maccarthismo en Estados-unidos, la defensa del socialismo y de la URSS, la lucha por la paz, etc…
Su línea editorial iba implícitamente de la idea que la liberación nacional debía ser una primera etapa en el gran combate, de alcance mundial, para el socialismo.
Sin hacer concesión sobre la cuestión colonial, Alger républicain despliega con energía un trabajo político destinado a ganar los trabajadores de origen europea a la necesidad de reconocer al pueblo argelino el derecho a decidir de su destino. Se esforzaba de aislar la minoría de los grandes colonos, de unir en el mismo combate los explotados de todas las orígenes contra sus enemigos de clase comunes, la burguesía imperialista, de intentar de preparar las condiciones políticas de una Argelia nueva que destierra las distinciones de raza, de religión o de origen, orientada hacia la abolición de todas las formas de explotación y de opresión externa o interna.
Alger républicain se convierte en la “bestia negra” de los colonos, de los bachaghas, sus colaboradores indígenas, de la burguesía metropolitana, de los fascistas ultra-colonialistas, de todas las fuerzas imperialistas en Francia o en Estados-unidos.
El inicio de la insurrección armada para la liberación nacional beneficia naturalmente del apoyo bajo formas múltiples de Alger républicain. A la violencia de los colonialistas, el pueblo argelino tenía el derecho de oponer su violencia para liberarse. No es jamás de corazón alegre que los revolucionarios y los comunistas se decidieron a pasar de la acción política a la acción armada, cuando el explotador o el opresor no quieren entender la razón y que todas las formas de luchas pacificas estén agotadas. Las clases explotadoras recurren sistemáticamente a la violencia cuando sus privilegios están seriamente amenazados, incluso en los países capitalistas “democráticos” donde la burguesía puede abolir la democracia formal y pasar al fascismo con el fin de someter el movimiento obrero. Esta ley de la lucha de clases, los comunistas educados por la teoría marxista-leninista la habían asimilado.
Para callarlo, para impedirle de revelar los crímenes cometidos por el ejercito colonial, los colonialistas intensificaron sus medidas represivas. Una lluvia de condenas con pesadas penas de cárcel o de fuerte multas, sin hablar de la censura despiadada, cayó sobre el periódico. Las autoridades coloniales deciden de prohibirlo en 1955 al mismo tiempo que prohíben el PCA. Henri esta empujado a llevar una vida clandestina arriesgada. Numerosos periodistas se suman a la guerrilla en las montañas donde caen en el campo del honor. Colaborador del periódico, Henri Maillot cae de pronto bajo la metralla de las fuerzas represivas después de haberse apoderado de un camión de armas en 1956 en el marco de una operación organizada por los grupos armados del PCA, los Combatientes de la Liberación, bajo la dirección de Bachir Hadj Ali y de Sadek Hadjerès. Estas armas fueron entregadas a la ALN (Ejercito de Liberación Nacional) y a los CDL (Combatientes de la Liberación).
Henri Alleg enfrenta en la clandestinidad la represión colonialista
Henri Alleg por su parte es encargado por su partido de informar la opinión francesa enviando artículos al periódico l’Humanité para continuar a denunciar la represión que se abate sobre el conjunto del pueblo argelino y de sus fuerzas patrióticas y hacer conocer los objetivos de la lucha armada iniciada por el Frente de Liberación Nacional el 1ro de noviembre de 1954.
Es objeto de una cacería implacable. No fue capturado que dos largos años mas tarde por los sinistros paracaidistas de Bigeard y de Massu, cubiertos por el socialista Robert Lacoste, gobernador general de Argelia, ejecutante entusiasta de los poderes especiales, obtenidos del parlamento por el gobierno de Guy Mollet sobre la base de la promesa mentirosa de instaurar la paz en Argelia. Es arrestado en junio de 1957 en el umbral del domicilio de Maurice Audin, él también miembro del PCA, profesor de matemáticas en la Universidad de Argel, arrestado y torturado a muerte, el cuerpo enterrado en un lugar mantenido secreto hasta el día de hoy.
Henri es horriblemente torturado. Ni una palabra salió de su boca, sino solo para fustigar sus verdugos. Gracias a su valiente actitud ejemplar, el ejercito colonial no logra jamás alcanzar y capturar los dirigentes del PCA. Su organización clandestina pudo continuar su trabajo de coordinación de la lucha de los comunistas y su apoyo político nacional e internacional a la acción del FLN.
Henri logra escapar a la suerte que esperaba la mayoría de los que caían en las garras de sus torturadores gracias a la acción enérgica de su esposa Gilberte, militante admirable ella también, y a la campaña de información animada por l’Humanité con el apoyo de personalidades humanistas de las mas valientes con lo cual contaba Francia. En la prisión de Barberousse no se declara vencido. Continua la lucha. Redacta secretamente “La question” que logra hacer llegar a Francia a través de su abogado. Allí describe la practica de la tortura como practica erigida en sistema destinado a la destrucción física violenta de las redes patrióticas y de la propagación del terror generalizado para quebrar la resistencia del pueblo argelino, mantener por la fuerza un orden colonial condenado por la historia. Esta práctica abominable de los regimenes explotadores, Henri se había moralmente y psicológicamente preparado a sufrirla un día desde 1941, cuando su adhesión al PCA. El libro de Henri tuvo un enorme impacto en Francia y en el mundo. Este libro sirvió poderosamente la causa del pueblo argelino al revelar la verdadera cara de los defensores del colonialismo y del mundo dicho “libre”.
En prisión, Henri había resistido no solamente a las amenazas de sus verdugos colonialistas pero también a las presiones morales “amistosas” de miembros del FLN para que él repudia sus ideales comunistas, que rompe con su partido con el motivo que la guerra de liberación exigía de todos los anticolonialistas fundirse en un movimiento único. Como la casi totalidad de los comunistas argelinos enfrentados a estas presiones, Henri no cedió, convencido que los trabajadores iban a tener grande necesidad en la Argelia independiente de un partido de clase resuelto a transformar la revolución nacional-democrática en revolución socialista. La independencia no podía ser mas que una etapa histórica y no un fin en si, sobre el camino largo y arduo de la emancipación de las clases explotadas y el acercamiento sobre nuevas bases entre los pueblos al fin liberados de la intoxicación ideológica de sus explotadores.
Condenado a 10 años de prisión es transferido a Francia. Se escapa de la cárcel en 1961 con la ayuda de la organización del PCF. Se suma a la delegación exterior del PCA en Praga donde va desplegar con una energía redoblada un trabajo de propaganda intensa para contribuir a un completo aislamiento en el plano internacional del imperialismo francés a la víspera de las negociaciones que el gobierno francés esta obligado a entablar con el FLN y que serán consagrados por la firma el 18 de marzo de 1962 con los Acuerdos de Evian.
Las nuevas tareas de los comunistas en la Argelia independiente
El 3 de julio de 1962, la independencia es en fin proclamada. Una etapa histórica se había alcanzado. Centenares de miles de hombres y mujeres habían ofrecido su vida para que Argelia arranque su independencia.
Inevitablemente el conflicto que había opuesto el colonialismo a la inmensa mayoría del pueblo argelino iba a ceder el lugar a divisiones de clase internas sobre los objetivos a asignar a la construcción de un país recién independiente.
El PCA y Alger républicain debían jugar plenamente su papel en la nueva situación histórica para iluminar los trabajadores sobre el contenido socio-económico y político de los objetivos de las nuevas batallas, la lucha para la liberación económica y social, la democracia en beneficio de las masas trabajadoras, el socialismo. La interrogante que se exponía era de saber si la independencia debía aportar sus beneficios al conjunto de las capas laboriosas del país o aprovechar solamente a una minoría de nuevos ricos.
Henri y sus camaradas se comprometen sin hesitación en esta nueva batalla. Reactivan Alger républicain. Debían para eso enfrentar y sobrepasar con coraje y determinación la oposición abierta o vergonzosa, las amenazas de liquidación a penas desveladas emanando de algunos responsables del FLN hostiles a la acción independiente de los comunistas y a lo que iban a representar en la batalla para las opciones fundamentales de la nueva Argelia.
Se trataba de aplastar los planes del imperialismo francés que no iba a darse por vencido en sus intentos de mantener sus posiciones económicas y políticas en su antigua colonia. Iba a adaptarse a la nueva relación de fuerzas, tomando apoyo sobre las clases capas sociales argelinas que aspiraban solamente a reemplazar los “Cien señorías de la colonización” sin tocar a los intereses económicos fundamentales del gran capital francés en Argelia. Al mismo tiempo, había que poner en jaque los intentos de las capas poseedoras o privilegiadas argelinas de erigirse en clases con poder para tomar el lugar y los bienes abandonados por los Borgeaud y los bachaghas Boualem (ex. latifundistas colaboradores). La acción de Henri y de sus compañeros-as debía tender, sobre todo en los primeros días cruciales de la independencia, en impedir que las divergencias surgidas en la reunión del CNRA en Trípoli entre los responsables del FLN se transforman en guerra civil. Debía apoyar el contenido positivo del programa presentado durante esta reunión, llamar los trabajadores y el campesinado pobre a pelear por su aplicación, contribuir a organizar el movimiento espontáneo de los trabajadores quienes se habían levantado contra el acaparamiento por una nueva burguesía de las tierras y las fabricas abandonadas por los colonos y los patronos capitalistas en su huida hacia Francia y que se habían decidido a administrar ellos mismos.
La situación política era compleja. El régimen que se establecía era heterogéneo en el ámbito de las opciones ideológicas. Estaba atravesado por contradicciones profundas obscurecidas por querellas subjetivas heredadas del movimiento nacional. Una ala de los nuevos dirigentes proclamaba en los discursos públicos su apego al socialismo. Pero otras fracciones no pensaban mas que enriquecerse y apoderarse de los bienes dejados por los Europeos evitando de oponerse abiertamente a la opción socialista proclamada formalmente en el Programa de Trípoli. Su táctica consistía en sabotear astutamente la aplicación de las opciones oficiales y burlar las masas con falsas promesas en la espera de conquistar suficiente poder económico y político para darle vuelta a la pagina del socialismo. El PCA representaba en sus ojos una amenaza para sus aspiraciones egoístas. Supieron sacar provecho de las contradicciones de los dirigentes de la pequeña burguesía quienes no aceptaban dejar los trabajadores y el PCA jugar un papel político independiente. Su prohibición en noviembre de 1962, en nombre de la unicidad del FLN, supuestamente indispensable a la unidad del país y de sus fuerzas patrióticas, a penas cuatro meses después de la independencia, fue aprobada, con muy raras excepciones, por todas las tendencias del nuevo régimen. Dejaba planear sobre el periódico co-dirigido por Henri un peligro permanente de cierre, bajo los motivos los mas torpes, a pesar que no era el órgano del PCA.
El equipo dirigido por Henri, Boualem Khalfa y Abdelhamid Benzine, tuvo que defender el derecho del pueblo a la palabra contra las maniobras de los arrivistas y reaccionarios camuflados, apoyar las decisiones positivas del gobierno, llamar a decisiones radicales que se planteaban dentro del proceso de culminación de la revolución nacional-democrática, tales como la reforma agraria, la nacionalización de los hidrocarburos y de las minas, la participación democrática de las masas populares a la gestión del país y al control en todos los niveles de sus representantes. Había por ejemplo denunciado la caporalización de la UGTA (organización de los trabajadores) durante su primer congreso en 1963. Aplicando las orientaciones tácticas del PCA, intentaba favorecer las decantaciones al seno del régimen y de la sociedad para hacer madurar la unión de las fuerzas revolucionarias dentro de un partido de vanguardia, fundamento de un frente patriótico dirigiendo la edificación nacional. En el plano internacional, Henri desplegó todo su talento para que el periódico contribuye a la expresión de la solidaridad efectiva de la Argelia independiente con la lucha de los movimientos anticolonialistas y antiimperialistas en África y en el mundo, al fortalecimiento de las relaciones con el campo socialista y la URSS. “Victoriosa Cuba”, el testimonio vibrante de Henri Alleg fue publicado en Alger républicain. Este libro jugó un grande papel en la ayuda al país que acababa de liberarse de las garras de los EE.UU y de la dictadura de Batista, su marioneta. Este trabajo contribuyó a sellar las relaciones de solidaridad nacidas desde el derrocamiento de esta dictadura en 1959 entre Cuba y la Argelia combativa. Cuba aportara un apoyo concreto a Argelia cobardemente agredida por el ejercito del monarca marroquí en 1963.
Henri llevó dentro de su partido un combate firme para que, siempre apoyando las primeras medidas progresistas del gobierno de Ben Bella – nacionalización de las tierras de los colonos en octubre 1963, creación de empresas públicas, tales como la Sonatrach y la SNS, y centros de formación profesional para preparar la recuperación de las riquezas naturales y su transformación en Argelia dentro del proceso de la indispensable industrialización – no cedió a la ilusión de que el FLN podía transformarse en partido capaz de expresar la ideología de la clase obrera y llevar de manera consecuente la lucha para el socialismo. El riesgo de liquidación del PCA se hacía mas serio después de la adopción de la Charte d’Alger (Carta de Argel) por el congreso del FLN de abril 1964. Esta Carta se caracterizaba por un contenido ideológico cercano a las ideas del socialismo científico pero llevaba al mismo tiempo la marca del hegemonismo pequeño-burgués refractario a la acción y a la movilización democráticas independientes de la clase obrera. En la practica, existía un divorcio creciente entre las orientaciones decididas por iniciativa de la corriente socializante y la naturaleza socio-económica antisocialista de un grande numero de responsables muy influyentes en el aparato administrativo y militar que comenzaba a instalarse. En tales condiciones, la mejor ayuda que el PCA podía aportar al proceso de decantación y de diferenciaciones era de preservar su independencia, evitar de caer en la tentación de una fusión cuyas condiciones no estaban de hecho reunidas. Una eventual fusión no podía ser mas que una burla debido principalmente a la negación del derecho a la existencia legal del PCA para discutir en igualdad de condiciones con la ala progresista del FLN, del rechazo de este frente-partido de adherir a las tesis del marxismo. Henri se opuso en el seno del Buró político a la auto-disolución del PCA y a la dilución de sus militantes en el FLN. Defendía la necesidad de preservar la independencia ideológica y orgánica del PCA, como partido marxista-leninista de la clase obrera, sin dejarse engañar por la fraseología ultra-revolucionaria del socialismo pequeño-burgués refractario a la ideología proletaria. En esta lucha difícil los defensores del capitalismo empujaban las diferentes corrientes pequeñas-burguesas al enfrentamiento con los-as comunistas. Esto era visible en 1963 cuando Alger républicain fue censurado por haber condenado la sangrienta represión anticomunista operada en Irak después del golpe de Estado del baath. Aunque exhibían una tendencia socializante, varias franjas de la pequeña-burguesía podían en todo momento bascular en la tentación de reprimir por la violencia el movimiento comunista.
Alger républicain se esforzaba bajo la dirección conjunta de Henri y de Boualem Khalfa, en concertación estrecha con los dirigentes del PCA, de clarificar lo que está en juego, de armar ideológicamente los trabajadores, de acercar las diferentes corrientes revolucionarias. En la nuevas condiciones de la Argelia independiente, Alger républicain era a la vez el vocero de las posiciones del PCA prohibido y la tribuna de discusiones y de dialogo de todas las fuerzas, adentro o a fuera del FLN, quienes se preguntaban sobre el medio de crear un partido de vanguardia unificado como fuerza dirigente de las transformaciones socio-económicas en la perspectiva del socialismo y que actuaban concretamente en esta vía. Henri tenía plenamente conciencia y asumía en conocimiento de causa todas las implicaciones políticas que se derivaban, y incluso la eventualidad de peligrosos virajes de situación.
Después del golpe de Estado del 19 de junio de 1965
Es lo que se produjo a la víspera y después de este golpe de Estado.
Primero, los dirigentes del régimen, encabezados por Ben Bella, habían decidido de hacer desaparecer el periódico al fusionarlo con El Pueblo a la víspera de la conmemoración del 3er aniversario de la independencia del país, supuestamente para unificar todas las capacidades ideológicas en la defensa de la “revolución socialista”. En realidad, la decisión disimulada bajo la cubierta de la creación de un órgano único encargado de expresar las orientaciones “socialistas” del FLN tales como definidas en la Carta de Argel, camuflaba de manera grosera la liquidación del periódico. Era el preámbulo a la evicción de Henri sobre todo quien debía ser designado en un primer tiempo al puesto meramente honorífico de redactor en jefe de la agencia de prensa oficial APS. Cualesquiera que habrían sido las intenciones de las personalidades progresistas del régimen, la resultante de las relaciones de fuerza de un régimen heterogéneo no podía ser mas que negativa. Objetivamente, el verdadero objetivo de la operación era de hacer callar la voz de los comunistas, la única que no vacilaba en hacerse el eco del descontento de las masas populares, a denunciar los chanchullos y chapuzas de toda una fauna de responsables ocupados a utilizar sus cargos en el Estado para enriquecerse de manera desenfrenada.
Después el derrocamiento del jefe del Estado fue acompañado del cierre del periódico por su rechazo de publicar la proclamación de los facciosos.
Reducida a un núcleo sin base, seguido a la decisión unilateral de algunos de sus miembros de disolver su partido, la dirección en ejercicio del PCA no estaba lista en analizar con rigor la nueva situación y dar las justas orientaciones a los numerosos militantes dispersos desde un año. Los errores de análisis y de apreciación de la verdadera relación de fuerzas en la sociedad, las ilusiones entretenidas por los discursos públicos del presidente depuesto, la sobreestimación del peso real de las fracciones progresistas del régimen, la subestimación de la influencia de su ala derechista y reaccionaria, la falta de conocimiento de la naturaleza de las contradicciones internas de un régimen, proveniente de la guerra de liberación y entonces fundamentalmente heterogéneo en el ámbito de su estructura social y de sus orientaciones ideológicas, habían conducido a una oposición frontal irreflexiva al nuevo poder, considerado en bloque como un régimen reaccionario.
Las corrientes reaccionarias del régimen habían explotado estas posiciones para iniciar una feroz represión anticomunista, debilitar y oponer las unas a las otras las diferentes componentes de las fuerzas progresistas y antiimperialistas del país.
En medio de un desencadenamiento de propaganda anticomunista, encubierta bajo un chovinismo antieuropeo indigno, Henri debe de nuevo continuar la lucha en la clandestinidad. Es sobre la decisión tomada por los dirigentes del PCA en las semanas que siguieron el golpe de Estado que tuvo que resignarse, a regañadientes, a salir del país donde había luchado contra la opresión, la explotación y las injusticias durante 27 años. Llega a Francia para cumplir con el trabajo que la dirección del PCA le había confiado: animar en el extranjero un trabajo de información ante el movimiento comunista internacional con el objetivo de organizar la solidaridad con los comunistas y los progresistas argelinos expuestos a la represión y a la tortura, organizar los trabajadores argelinos en la inmigración. Él era la persona la mas indicada para llevar a cabo este trabajo vital.
Asumirá la dirección de la representación exterior del PAGS (Partido de la Vanguardia Socialista de Argelia, ex. Partido comunista después del PCA).
Será siete años después de su partida que, cortado físicamente de Argelia a pesar de él, pero convencido que una nueva generación de cuadros comunistas argelinos se había formado para dirigir su partido, decide con el acuerdo de la dirección del PAGS de comprometerse en las filas del PCF. Su decisión era dictada por el deseo de dar lo mejor de si mismo en la lucha contra el capitalismo en Francia. Como internacionalista aplica el principio de la obligación de militar en las filas del partido comunista del país de acogida, igual como lo hizo de hecho en 1941 al adherir al PCA, igual como si lo habría hecho en otro lugar si los destinos de la vida no habían contrariado su proyecto de ir a America Latina donde ciertamente se habría incorporado a la lucha con los comunistas de este continente contra las dictaduras arrodilladas al imperialismo norte-americano.
Henri se incorpora a l’Humanité. Extiende en este periódico el trabajo del PAGS para apoyar las medidas positivas del régimen de Boumediène expresando a la vez su condena a la represión anticomunista. Pero no aprobará las orientaciones tomadas por este periódico respecto a Argelia cuando, fascinado por la acción progresista y antiimperialista del régimen de Boumediène, y pasando bajo silencio sus contradicciones, el PCF rompía con el PAGS, estableció relaciones privilegiadas con el FLN. L’Humanité avala el discurso socialista oficial y presenta el FLN, despreciando las realidades, como una organización de vanguardia revolucionaria comprometida en la realización de la sociedad socialista. Henri no podía tolerar tales errores de juicio, mucho menos aceptar que el PAGS sea prohibido de presencia en la fiesta de l’Humanité en favor del FLN, hasta que la explosión de octubre 1988 y la represión sangrienta que siguió mostraron que este partido no encarnaba en nada las aspiraciones de los trabajadores.
Paralelamente, Henri lleva un trabajo titánico para describir en numerosas obras lo que fue el colonialismo y su guerra en Argelia, para mostrar las realidades del capitalismo norte americano, para hacer conocer el trabajo de edificación de una nueva sociedad en las republicas de Asia central de la URSS, etc…
Durante las jornadas de octubre 1988, apoya el trabajo efectuado en Francia bajo la dirección de Boualem Khalfa para denunciar las exacciones cometidas por las fuerzas represivas del régimen de Chadli contra los jóvenes. Contribuya a la rectificación de la línea de l’Humanité que tomó poco a poco sus distancias respecto al régimen argelino.
Henri Alleg defiende el socialismo frente a la horda de los revanchistas después de la contra-revolución en la URSS
Al final de los años 1980, la contra-revolución endereza la cabeza en la URSS y en los países socialistas. Alentada por el apoyo de los regimenes capitalistas y de todas las fuerzas retrogradas en el mundo, explotando los graves errores económicos cometidos bajo la presión de las capas sociales opuestas a la profundización del socialismo, o las tareas complejas y nuevas surgidas de los progresos mismos de la construcción del socialismo, se toma el poder con la ayuda de grupos dirigentes entreguistas intimidados por las consecuencias de la “guerra de las estrellas” iniciada por Reagan. La humanidad entera esta inmersa en la regresión. Esta victoria es la señal de una contra-ofensiva general de la burguesía en el mundo. Las conquistas sociales de la clase obrera y de los trabajadores son revertidas. El imperialismo ya por mucho tiempo arrinconado por la Unión soviética y obligado a recular en todos los continentes, después de haber sufrido derrota tras derrota, se lanza en agresiones mortíferas, como la que arrasó Irak y las que pusieron a fuego y sangre una buena parte del África. Los órganos del imperialismo: FMI, Banco mundial, OMC, OTAN, etc…, tienen injerencia en la gestión económica de todos los países del mundo para dictar sus recetas, quebrar los sistemas de protección social, abrir por la fuerza las fronteras de los países encerrados en sus redes a los movimientos salvajes de los capitales de la burguesía monopolista.
La derrota del movimiento comunista ha provocado un reflujo. La reacción desencadena en los antiguos países socialistas la caza a las brujas. En la RDA los dirigentes que se mantuvieron fieles a sus ideales son perseguidos en los tribunales revanchistas montados de todas piezas por el imperialismo alemán bajo la instigación de Estados-unidos. Los arrivistas de toda calaña giraron de bordo para sumar su voz al concierto de la propaganda sobre el fracaso “irrevocable” del socialismo. En todos los partidos comunistas, las corrientes oportunistas se enardecen y llegan en la mayoría de los casos a imponer el abandono de los principios revolucionarios del marxismo-leninismo. La mayoría de las veces siguen enarbolando la etiqueta de “comunista” para engañar los trabajadores y los jóvenes apegados a la continuidad de su lucha a pesar de la derrota, o utilizar este calificativo como fondos de comercio y medio para mercadear en alianzas electorales sin principio.
En Argelia misma los renegados liquidan el PAGS y se hacen los agentes de la propaganda de un supuesto capitalismo moderno, etapa indispensable según ellos “al desarrollo de las fuerzas productivas”. Cantidad de sus cuadros se convirtieron en los apologistas del “modelo” sur-coreano o brasileño.
En este concierto internacional de vociferaciones anticomunistas y de gritos de alegría de la burguesía, las convicciones de comunistas como Henri no son derrotadas. Hombres como él no vinieron al socialismo como otros que abrazan los efectos de la moda o utilizan los resultados de las luchas como rampas de lanzamiento para satisfacer sus ambiciones personales mezquinas. Sus convicciones se forjaron en las mas duras condiciones del enfrentamiento con los regimenes burgueses, cuando la lucha rozaba en permanencia la perspectiva de la muerte bajo la tortura. Están sentadas sobre una asimilación profunda de las leyes de la lucha de clases, de las enseñanzas de la teoría científica elaborada por Marx, Engels, Lénin y sus continuadores.
Lejos de abandonar la lucha o de dejarse vencer por el desaliento, Henri ha llevado la batalla para la defensa del comunismo sobre varios ámbitos:
- Describió y denunció los frutos podridos de la destrucción del socialismo en la URSS, mostrando de manera concreta a los trabajadores del mundo entero, inundados por la propaganda burguesa, de cómo los pueblos de esta unión fraternal han sido desposeídos de sus bienes colectivos por una burguesía rapaz y reducidos a una miseria espantosa inimaginable.
- Participó activamente en el Comité internacional Honecker en defensa de un dirigente revolucionario honesto y valiente, hecho preso no por su pueblo sino por la burguesía de Alemania del oeste revanchista quien no tenía nada mas que reprocharle que el hecho de haber participado a la construcción de una sociedad edificada sobre otras bases que la propiedad capitalista.
- Llevó en Francia hasta su último suspiro una lucha tenaz para la reconstrucción de un partido comunista retornando a las fuentes del congreso de Tour y reanudando con los principios que habían hecho de él un grande partido de clase, extrayendo su fuerza en su resolución a aplastar el capitalismo, a conducir el proletariado francés a la conquista del poder y a la socialización de los grandes medios de producción.
- Apoyó con todas sus fuerzas la obra difícil de reconstrucción del partido comunista en Argelia expresando permanentemente su solidaridad con el PADS.
Henri reafirmó durante su última estadía en Argelia que sigue siendo siempre “bolchista”, término deformado utilizado por un colón reaccionario para fustigar los comunistas.
Hablando de la desaparición de la URSS en los últimos parágrafos de “Memoria argelina”, nos dejó en términos admirablemente condensados un mensaje profundamente optimista:
“No, no era el “fin de la historia” como no lo era después de la derrota de Spartacus o de la Comuna de Paris. En todos los continentes, multitudes de hombres y mujeres retomaban y retomarían otra vez victoriosamente la antorcha, mas fuertes, mas experimentados, mas unidos, mas conscientes todavía que los que los precedieron, tan resueltos y llenos de confianza en el porvenir.
El camino quedaba inacabado. Su término se revelaba solamente mas lejano, mas doloroso y mas difícil a alcanzar que lo que habíamos pensado, pero sabíamos también que no podríamos nunca renunciar a lo que ha sido y seguía siendo nuestra primera y luminosa razón de vivir : continuar, con millones de otros, la lucha secular de los explotados, de los oprimidos, de los “condenados de la tierra” para que nazca por fin otro mundo, un mundo de verdadera libertad, de verdadera fraternidad”.
El recuerdo de Henri quedará grabado para siempre en la memoria de los comunistas no solamente de Argelia y de Francia, sino del mundo entero.
Los revolucionarios continuarán por doquiera en el mundo su combate para una sociedad donde los trabajadores ya liberados de la explotación y de la opresión de clase construirán un mundo de cooperación y de fraternidad sin odios y sin guerras engendradas por los regimenes pasados.
Fuente: Le Lien-PADS