Revista Religión
Leer | SANTIAGO 1.2-4 | El pasaje de hoy parece ser una exigencia imposible: ¿Cómo es posible que “[tengamos] por sumo gozo” el enfrentar adversidades terribles? ¿No desestima esta admonición nuestras dificultades y preocupaciones legítimas?
La Biblia nunca nos dice que ignoremos las situaciones que nos causan sufrimientos, dudas, temores o ansiedades. En realidad, ella es muy clara en cuanto a lo que podemos esperar de una vida consagrada a Cristo. Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción” (Jn 16.33). Debido a que procuramos vivir conforme a los valores de la Biblia, el mundo no entiende nuestra motivación, y por eso está en nuestra contra.
¿Cómo podemos, entonces, regocijarnos cuando enfrentemos problemas? Es por medio de nuestras adversidades que Cristo usualmente se da a conocer a nuestras vidas. Si no tuviéramos problemas, ¿qué necesidad tendríamos de un Salvador? Es porque tendremos vidas frágiles, que podemos ver a Jesús claramente.
Cuando le hacemos frente a los problemas con la certeza de que Dios nos dará una solución y la fortaleza para soportar, adquirimos fuerza espiritual. Esto se parece al ejercicio físico de nuestros cuerpos, como la resistencia al levantar pesas, lo cual ayuda a que nuestros músculos crezcan. Asimismo, nuestra fe se desarrolla como resultado de la resistencia espiritual.
Por medio de la presencia del Espíritu Santo en nosotros, podemos encontrar la fe que necesitamos para tener gozo en medio del sufrimiento. Pues podemos estar confiados de que al caminar con Él, estamos mejor preparados para enfrentar los obstáculos venideros.
(En Contacto)