Quizás esté mal que lo mencione quizás es poco modesto de mi parte escribir sobre esto, y lo más probable es que piensen "¿Y a mi qué...?" pero la verdad es que no puedo dejar de sorprenderme: el sexo me ha hecho un poco más feliz.
Sí, tengo que jactarme que llevo una buena racha de noches teniendo sexo con mi esposa. Esto en un matrimonio de gente normal no sería noticia, pero en mi caso (y tengo que admitir que el caso de mi esposa también) es motivo de noticia.
Haciendo un poco de memoria puedo decir que no teníamos sexo desde noviembre del año pasado cuando una noche, después de la sesión, me enfrié, me enfermé y luego la contagié. Estuvimos enfermos durante prácticamente todo el invierno. Ahora que las noches y los días están más templados y ambos estamos de humor hemos podido retomar la vida sexual, que por otro lado, al menos para mi, no ha sido tan importante.
Sí, tengo que admitirlo. Cuando era adolescente sí el sexo era primordial, pero con las depresiones, y el estrés las relaciones sexuales pasaron a un nivel muy bajo en mis jerarquías diarias. No así para mi esposa que cada vez que tengo una racha de depresión sin apetito sexual, me reclama que ya no me gusta, que ya no me atrae. Nada más lejos de la realidad, pero también nada más cierto: cero ganas de iniciar el escarceo.
Luego de casi una semana teniendo sexo con más regularidad que en los últimos cuatro meses mi ánimo se ha levantado (ja).
Este fin de semana tuve mi sesión mensual con la psicóloga. Se lo conté y no le sorprendió demasiado que eso me pasara. Siempre me ha dicho que debo hacer ejercicio que debo activarme para sentirme mejor y lo he tirado por la borda todo este tiempo. Quizás porque mi esposa simplemente no hace ejercicio ni en defensa propia. Creo que la única manera en que ella hace un poco de ejercicio es mediante el sexo. Por mi, mejor. Sólo hay que esperar a ver cuánto dura esta buena racha, por que pronto llegará su periodo menstrual, y entonces todo, se corta, y después a empezar de nuevo.
Ese ha sido siempre un problema. Entiendo que se sienta incómoda en "esos días", pero debería haber alguna forma para evitar que se rompa la racha. Se lo comenté después de la terapia. Y su respuesta, aunque desalentadora, me la dijo de muy buena fe: "Esos días ni siquiera me gusta que me toques".
Viendo así las cosas son pocas las opciones que quedan. ¿De qué forma podríamos mantener la llama de sexo encendida si no la puedo tocar?
He consultado algunas fuentes sobre sexología y en ninguna de ellas he encontrado nada que se pueda aplicar a estos casos.
Y sí, también sé que esta buena racha puede ser sólo una pequeña cresta en el vaivén de mi vida, pero puede que sea también un conocimiento nuevo, una forma natural y deliciosa de mantener el ánimo. Sí, es cansado y demandante, pero al final vale la pena.