El sexto sentido: La intuición y el ego
Era una de esas maravillosas sobremesas de verano, después de una sencilla cena a la fresca con los amigos, bajo una pequeña glorieta rodeada de jazmín en la casa de campo de un amigo… y llegó la sorpresa. No recuerdo quien de los otros siete tertulianos fue el que preguntó: “¿Y qué es eso del ego?” Sinceramente, me quedé sorprendido. O me lo preguntaba a mí o yo tuve esa impresión, no estoy seguro, pero cogí el testigo con entusiasmo. Recuerdo que pensé: “Dios mío. Aquí y ahora, en estos momentos, mis amigos me están preguntando por lo fundamental”. ¿Cómo podría yo explicarles? ¿Qué puedo decirles? ¿Por dónde empezar? Aquello no era la típica conversación sobre política, deportes o cultura que solía ocuparnos.La disolución del ego
Comencé titubeante. Les fui a decir que se trataba de algo muy revolucionario pero que al mismo tiempo era algo muy sencillo; tanto, que alguna cosa hace que se nos escape de entre las manos. Es como cuando miras con el rabillo del ojo una estrella y la ves, pero si la miras directamente, no puedes verla. Mirar al ego es mirarnos a nosotros mismos. Les hablé de un sabio llamado Krishnamurti. El mismo nombre hizo que mi amigo Fran saltara y viniera a decir: “Ya estás sentado con la piernas cruzadas, los dedos pulgar e índice unidos y haciendo: auuuuummmmmm”. Nos reímos todos, pero pronto él mismo se dio cuenta de que la cosa iba en serio.Les comenté que al nacer somos una amalgama de huesos y músculos, de nervios y hormonas… un conjunto maravilloso con una potencia increíble que había conformado la naturaleza durante miles de millones de años. Que cuando nacemos aún no “somos nada”. Que son las vivencias las que van conformando una personalidad, un ego. Los hechos vividos en esa vida van “recogiéndose” subjetivamente en lo que llamamos una personalidad y desde el cerebro se conforma una mente. Una historia personal única. Un hecho lleva a otro, una vivencia a otra, una acción a otra acción. Cada una de ellas va a servir de referencia para “entender” las próximas. Se va desde lo más sencillo a lo más complejo, como todo en la vida, fíjate y verás. Ninguna cosa nueva aparecerá en nuestra vida que no sea referida a las anteriores. Referenciamos, comparamos y ubicamos, y esto nos sirve para el próximo paso. Todo el edificio de nuestra personalidad está basado en los hechos del pasado y se ha ido conformando poco a poco; desde el latido del corazón de nuestra madre, pasando por el malestar al salir del líquido amniótico acompañado de la explosión del respirar que nos produce malestar y llanto. Luego vendrá el hambre saciado con la leche materna, la sonrisa de la madre, el cariño y seguridad que nos proporcionan sus manos cuando nos cuidan. Llegarán los recuerdos explícitos, los amores, las frustraciones… todo eso irá conformando el ego.
La formación del ego es muy importante. Por eso doy yo tanta importancia a esas circunstancias. Por eso creo en el ambiente que se da dentro de una familia, por eso creo que la educación tiene una labor tan fundamental, por eso creo que la política es tan importante. Pero como yo la veo no quiere decir que la vean los demás. Unos son inconscientes, otros espabilados aprovechados… los conscientes no duran en un mundo de depredadores y son expulsados rápidamente. Se trataría de “crear” seres humanos, se deberían propiciar las circunstancias que hagan que el Ser Humano pueda sacar de su interior lo mejor de sí mismo. Esto sólo se podrá conseguir en un entorno que le mostrará el camino de la introspección, que irá diciendo donde empieza y termina su libertad, su respeto hacia los demás, su consideración y sobretodo su compasión. Pero todo esto hay que verlo desde el ahora, desde el momento presente; sin referencias al pasado, sin expectativas de futuro. Esto es lo fácil y al mismo tiempo lo enormemente difícil.
Ese poso que se va conformando somos nosotros, es nuestra memoria. De ahí surge aquello que llamamos intuición, que no es más que el resumen del resumen de todo aquello que ha ido acumulándose en nuestro interior, que nos ha pasado, que nos sirve de referencia y al que llamamos el sexto sentido. No podemos fiarnos de nuestra intuición porque está basada en información deficiente. Tendría que cogerse con reservas. Todos nuestros sentidos son importantísimos, nos permiten relacionar nuestro interior con el exterior y viceversa, pero todos ellos tienen un único fin: Conformar el ego. Pero si al ego lo construye una sociedad defectuosa, el propio ego es defectuoso. Pero si logramos un poco de consciencia, puede llegar el momento en que, si somos capaces, podríamos dar el siguiente paso: Diluir el ego, hacer que tenga menos peso en nuestra vida la ignorancia, relegar el egoísmo. Si caminamos obcecados en “nuestro mundo” seremos incapaces de tomar perspectiva y verlo todo. Desde dentro, desde fuera. Desde el árbol al bosque.
Y una vez llegado ahí, puede venir el siguiente paso. Cuando alguien se da cuenta de “qué es” puede que llegue a la conclusión de que buena parte de ello es un lastre. Hay un paso más allá de la propia personalidad. Si todo se ve desde la subjetividad, esta será egoísta, sólo pensará en ella, pero sobretodo lo verá “desde ella misma”. Alguien puede caer en la cuenta de que esa gran personalidad que se ha creado, ha quedado atrapada en su propia trampa (cuerpo y circunstancias). Uno podría llegar a la conclusión de que él es algo más que su propio cuerpo y sus vivencias. Entonces, si uno ve que el ego es egoísta y que sale siempre ciego en su propia defensa (el ego se defiende a sí mismo), comprenderá porqué no podemos “verlo”, porqué se le puede entrever de reojo, porqué cualquier cosa que pueda ir en su contra hace que se nos escape de entre las manos…
No tuve ocasión de decirles todo esto a mis amigos. No es fácil. Quedó todo muy en el aire. ¿Cómo podría yo explicarlo? Ya podría haber insistido cien veces que nunca lo habría hecho como el propio Krishnamurti que durante toda su vida lo había estado explicando de mil maneras distintas. -Si puedes, si te parece interesante, bebe directamente de la fuente, no lo hagas de los riachuelos. El agua arriba es más pura, más fresca, más transparente- Les dije. -No te conformes con sucedáneos teniendo lo auténtico ahí.
Si acaso, para que podamos ir centrándonos un poco en el tema que es vital a mi entender, para que si viene el caso en otra ocasión podamos ir viendo cosas, os enviaré por correo electrónico algunos artículos publicados en Dales Caña y Jiddu Krishnamurti que nos pueden servir para ir acercándonos un poco. Y algunos días después se lo envié.
Caña a quienes habiendo atisbado algo de luz, no siguen profundizando en ella.
Mi nieto y yo I (en la playa)
Mi nieto y yo II (el nacimiento del ego)
Ilusión de niño, ilusión de adulto, ilusión de viejo
Universos paralelos y reencarnación Blog Krishnamurti
Juan-Lorenzo [email protected]