NO BUSQUES FUERA DE TÍ… BUSCA EN TU INTERIOR…
En el silencio de un alma se esconden los más bellos secretos del corazón. En el silencio de la naturaleza Dios susurra a través de los pájaros y demás criaturas. En silencio con un amigo, se descubren maravillosas conversaciones que la palabra sería incapaz de pronunciar. En el trabajo callado y tranquilo los dones de las personas se hacen visibles. … Entre ruidos y prisas el silencio te acerca a Dios y a ti mismo. El silencio no es la ausencia de sonidos, es un estado tranquilo en el que puedes oír lo que se mueve en tu interior con mayor claridad La palabra, cuando es clara y sincera, nos acerca a los demás, nos ayuda a darnos a conocer, nos muestra lo que los demás piensan y viven… el silencio es el mayor grado de comunicación que podemos conseguir con un ser humano. La soledad no es silencio, el silencio no es soledad. La vida se comparte dándola, el silencio se comparte estando al lado del que sufre, del que ama, del que vibra al son de un sencillo acorde musical. Abre el cofre sagrado de tu silencio, comparte desde lo que eres, desde lo que vives, desde lo que lloras y desde donde te alegras… sin palabras, sencillamente, desde lo que eres.
El silencio es el mayor grado de comunicación.
La Oración nos exige momentos específicos en el día para estar a solas con El que sabemos nos ama. Y tan importante es esto, que Teresa de Jesús presenta la búsqueda de soledad como prueba de la autenticidad de la Oración, al decirnos que la Oración acrecienta el deseo de soledad: “Desea ratos de soledad para gozar más de aquel bien”.
Al estar a solas y en silencio, la persona va interiorizándose, o sea, va uniéndose a Dios que está en su interior.
Santa Teresa describe ese camino de interiorización en su obra “Las Moradas” o “Castillo Interior”, y en ella compara al alma con un castillo que tiene muchos aposentos o Moradas.