Revista América Latina
La presente semana ha obsequiado un inicio de semifinales de la UEFA Champions League de elevado interés para la comunidad futbolística. Si bien es cierto que no existía unanimidad en las predicciones, la mayoría de ellas apuntaban a que ambos partidos iban a ser difíciles pero con triunfos de los equipos españoles. El tiempo demostró, sin embargo, que no ha sido así. Chelsea doblegó al potente Barcelona, mientras que Bayern Munich silenció al Real Madrid.
Personalmente, debo aclarar que mis afectos siempre han estado ligados al club merengue, que afortunadamente ha podido brindarme alegría en varias oportunidades. Sin embargo, en los últimos años me he encontrado con que personalmente no me afecta tanto lo que le ocurra al club. La razón es una sola: CR7.
Empecemos por cuestionarnos acerca de la clase de pensamientos que pueden pasar por la cabeza de un individuo para que considere que su nombre puede ser remplazado por una sigla, y que debe serlo. Eso le ocurre al ególatra, al vanidoso ególatra. Alguien que se considera a sí mismo como el número 1 de todo lo que hace y dice, hasta el punto que merece un sobrenombre identificador que va más allá. Él es una marca, y merece ser una buena marca, y verse bien en todo momento.
Basta revisar sus apariciones en los últimos certámenes del mundial de fútbol, en donde la cámara lo captaba mirándose a sí mismo en las pantallas gigantes, para poder entender qué tanto se adora a sí mismo. Su autoveneración llega al punto de celebrar goles mostrando sus cuádriceps, para mostrarle al mundo cómo son ellos los que le permiten hacer goles tan espectaculares como el que acaba de marcar. Por supuesto, lo que no logra conquistar dentro del terreno, lo hace fuera de él, mostrando sus cuádriceps, sus abdominales, o lo que sea que debe mostrar para que todos y todas sepan qué tan perfecto es.
Imagen tomada de: www.showtimeplanet.com
Claro. Cristiano Ronaldo no es un inepto con el balón. De hecho, es un jugador bastante bueno, que efectivamente tiene uno de los mejores disparos al arco. Sin embargo, su excesivo amor propio ha llevado a que se moleste por los aportes ofensivos que puedan realizar otros compañeros. Claro, se molesta siempre que no haya sido él el generoso que les permitió colaborar. Por ello, su narcisismo llega al punto de convertirse en un autofetichismo, y eso puede llegar a ser algo complicado.
El mismo fastidio que siento por CR7 me lo generan algunos de los sabios jurídicos que nos ofrece la actualidad. Hay muchas formas de reconocerlos, dependiendo del ámbito que quiera abordar. El caso colombiano trae un ejemplo reciente de CR7. Se trata de la Juez Carmen Johanna Rodríguez Ruiz, quien se ha definido a sí misma como una “jueza no convencional”, quien dice que uno de sus libros favoritos es la Constitución, y quien en audiencia pública fustigó a un fiscal y habría confesado haber cotizado armas ilegales previo a tomar su decisión, pero aún así considera que todo estuvo muy bien hecho (ver entrevista en El Espectador). Son de esos funcionarios judiciales que algunos compatriotas míos denominan como “berracos”. Entiendan como tales a los individuos que sobrepasan cualquier obstáculo que les pongan, que son capaces de lidiar contra lo que sea, y que siempre tienden a sobresalir. Es decir, un “berraco” es un CR7.
No tendría espacio suficiente para abordar cuantos “berracos” hay en las Altas Cortes colombianas. Muchos son unos “verracos”. Me atrevo a dar un par de nombres que surgen a primera vista: Mauricio Fajardo (ex Presidente del Consejo de Estado), Mauricio González (ex Presidente de la Corte Constitucional) y Augusto Ibáñez (ex Presidente de la Corte Suprema de Justicia). Si esto se eligiese bajo la metodología del balón de oro, no sé quién de ellos se ganaría el CR7 de oro, quién el de plata y quién el de bronce. Difícil.
Precisamente, en esta coyuntura especial, es que debo apoyar a un colega blogger argentino, como es el caso de Alberto Bovino, y a muchos otros que se han sumado a la iniciativa de ejercer una veeduría moral por quienes han de administrar justicia en el mundo. Por supuesto, la iniciativa está dirigida por y para los argentinos, pero como ave del derecho, debo necesariamente manifestar mi apoyo a esa iniciativa. El público debe poder (si así lo desea) conocer quiénes son los jueces ‘vagabundos’ que utilizan el término ‘justicia’ como un simple recurso retórico para hacer lo que se les da la gana. Invito desde ya a los lectores de este espacio a que se sumen a la iniciativa de la Fiesta #porlajusticia 2012.
En mi caso, prefiero a los jueces idiotas que a los jueces CR7, pero otras personas podrían válidamente afirmar que es preferible un tirano que un imbécil decidiendo. Difícil disputa. Sin embargo, ya he votado, prefiero al bruto. Normalmente el bruto, como no se siente el dueño del mundo, hace esfuerzos conscientes por hacer las cosas bien, así no lo logre. El juez CR7, tiende a buscar ser el juez “estrella” (NOTA: Para quienes revisar el concepto de funcionario “estrella” que se maneja en este blog, leer la entrada de “Reflexiones sobre las estrellas”) y normalmente lo logra con creces.
¿Quiere conocer a un abogado CR7? Piense en lo siguiente: 1) Si es un escrito, revise qué tanto se cita a sí mismo, o trabajos que ha dirigido, prologado o similares. 2) Si es profesor, revise qué tanto utiliza el plural “nosotros consideramos”, para referirse a su propia opinión. 3) Si es un abogado litigante, revise el uso de absolutos, o de términos peyorativos en sus escritos o en sus alegaciones: “No queda duda alguna de…” “De manera perentoria se debe aceptar que…” “Interpretación ridícula es la que sugiere que…” 4) Si es un juez o un fiscal, cuidado con quienes utilizan la ‘independencia’ del operador jurídico, o con quienes sienten que todo lo hacen con ‘apego’ a derecho. Normalmente eso traduce que aplican el derecho con ‘apego’ a su pensamiento.
Lástima que no sea tan fácil a nuestros abogados CR7 tensar el cerebro y mostrárselo a la comunidad, para poder identificarlos con más facilidad. Bovino y los suyos han inteligentemente acudido al galardón ya revisado, para no tener que realizar extirpaciones cerebrales con demasiada frecuencia. Quizá algún día por este lado del continente se nos ocurran marcas llamativas como “BRI-BON”, “W-Von” o cositas así para que además de identificarlos de manera que esté a la altura de su ego, podamos los demás saber a qué atenernos cuando lleguemos a sus garras.