Una enfermedad poco común
Tras su decepcionante experiencia en Estados Unidos y ya en franca decadencia, tanto industrialmente como en el plano creativo, a mediados de los 90 Dario Argento decidió volver a Italia en busca de un proyecto que le devolviera la posición privilegiada que tuvo en sus inicios. Volvería a contar con Ennio Morricone, que se ocupó de la música en sus primeros títulos, y abordó una temática que no le era nada ajena: el poder alucinatorio del arte. De esa manera podría recuperar la fuerza de su plástica, adentrándose en una atípica intriga psicológica inspirada en las conclusiones de la psiquiatra Graziella Magherini, que ha estudiado profusamente el llamado «síndrome de Stendhal». Dicha enfermedad, no demasiado común, causa un elevado ritmo cardíaco, vértigo, depresiones e incluso alucinaciones a las personas que son especialmente sensibles a la belleza de las obras de arte.óleos, ventanas para acceder al otro lado
La policía Anna Manni está persiguiendo a un asesino violador en la ciudad de Florencia. Cuando entra en la Galería Uffizi empieza a ser sugestionada por los óleos, que cobran vida propia; empieza a interactuar con ellos hasta que pierde la conciencia y se despierta desorientada, sin saber quién es ni dónde está. Por momentos, Argento consigue desconcertarnos, saltándose a la torera cualquier continuidad entre espacios y tiempos, haciendo que La ronda de noche de Rembrandt se convierta en una puerta desde la que acceder al otro lado: la escena del crimen... Aunque esta primera parte de la película es de una creatividad desbordante y demuestra verdadero entusiasmo y arrebato, lo cierto es que acaba abusando de los efectos digitales, que en muchos momentos no resultan convincentes.Por lo demás, Dario Argento prescinde del misterio que rodea a la personalidad del asesino; el leitmotiv de La sindrome di Stendhal es la relación amoral que une a la joven policía y el asesino, donde placer y dolor se confunden —véase a Thomas Kretschmann con la cuchilla en los labios, una sensualidad enferma y vampírica...—, y, sobre todo, la nueva personalidad que emerge en la policía, su comportamiento endurecido, su aspecto afilado... Sí, también sobre esta película planea la sombra de Hitchcock, sobre todo clásicos como Marnie, la ladrona o Vértigo. Es una lástima que el talento visual de Dario Argento esté siempre por encima de su capacidad para contar historias; al final hasta un planteamiento tan interesante como este acaba degradado por su machacona pretensión de autoría.David G. Panadero