Revista Cultura y Ocio
El síndrome EFranck ThilliezISBN: 9788423345311Formato: Rustica con solapas– 576 Págs Editorial: Destino
Un hecho muy extraño altera el verano de la teniente de la policía de Lille Lucie Hennebelle: un ex amante suyo se ha quedado ciego cuando visionaba un cortometraje que acababa de comprar al hijo de un coleccionista recientemente fallecido. Una película, muda, anónima, con un toque malsano, diabólico y enigmático. A trescientos kilómetros de distancia, el comisario Franck Sharko, de la policía criminal, acepta volver al servicio bajo la presión de sus jefes, tras haber abandonado el departamento. Se han hallado cinco cadáveres a dos metros bajo tierra que resultan imposibles de identificar, ya que tienen las manos cortadas, la cabeza abierta y cerebro, dientes y ojos extraídos. Al tiempo que Lucie descubre los horrores que oculta la película, una misteriosa llamada le informa de la relación entre el filme y la historia de los cinco cadáveres, y hace que Lucie y Sharko, dos seres absolutamente distintos, y quizás por ello tan cercanos, se encuentren para investigar lo que parece el mismo caso.
En mayo de este año cumplí una gran tarea pendiente, que era leer a Franck Thilliez. Comenzamos en una lectura simultánea con El ángel rojo, y yo ya sabía que durante el verano caería El síndrome E, así que en junio también leí Luto de miel: esa novela que va entre una y otra, y que consideran prescindible. Sin embargo, si os pasasteis por mi reseña sabréis que a mí me gustó bastante y aporta datos importantes para comprender la evolución del personaje.
Aunque si os digo la verdad, sé de mucha gente que ha empezado la serie por este volumen (el primero editado por Destino) y no les falta razón. Es cierto que el comisario Sharko y yo ya éramos conocidos, pero creo que tampoco es necesario. De hecho, en este punto se fusionan dos series de Thilliez: la de Sharko y la de la teniente Hannebelle. Ambos tienen un pasado oscuro, teñido por los casos que les han involucrado directamente, pero al irse conociendo también nos puede servir a nosotros para conocerlos a ellos. Porque la serie de Hannebelle no está traducida al castellano y no por ello me he perdido en la lectura.
Si algo tengo claro llegados a este punto es que Thilliez me encanta. Es directo, es brutal, es sangriento e incluso llega a ser visualmente desagradable. Y por muy incoherente que resulte, eso me gusta. No se corta un pelo a la hora de describir los horrores que se ven, e incluso los que están ocultos dentro de cada persona. Busca los casos más enrevesados e impactantes para llevar a los policías al límite de su trabajo, volcándose de lleno en universos llenos de oscuridad y maldad. En este caso todo parte de una cinta de cine que esconde un mensaje subliminar oculto, capaz incluso de dejar ciego a un pobre desprevenido.
Sus personajes están casi trastornados, tanto los “buenos” como los “malos”; tremendamente influenciados por su pasado y la mayoría de las veces con una carga a sus espaldas que no les deja avanzar. Tal vez de ahí nace el feeling entre los dos protagonistas, por el reflejo que ven de sí mismos el uno en el otro. Me ha gustado el tándem que forman, la forma en que sincronizan esfuerzos y se involucran al máximo sin poder evitarlo. Y me agrada saber esta peculiar pareja continuará en las próximas entregas.
Las dos novelas anteriores que había leído de la serie de Sharko me gustaron mucho, por el enfoque y la narración. En el fondo cabria esperar más de lo mismo (brutalidad y obstinación) pero creo que El síndrome E introduce algunos elementos nuevos que pueden ser interesantes para un buen lector de novela negra. El primero de ellos es que Sharko ha dejado de ser un protagonista típico, si es que algún día lo fue. Porque nuestro comisario tiene un “problemilla” bastante complicado. No os voy a desvelar qué es, porque quizás habéis leído El ángel rojo y este asunto no se desvela hasta el final de Luto de miel. Sin duda es un giro interesante que hace al protagonista más interesante si cabe.
Por otra parte están los cambios de escenarios, la internacionalidad de la novela. Normalmente estamos acostumbrados a un caso policial con un territorio muy delimitado (tanto físico como temporal) y que como mucho introduce algunas preguntas sobre los años anteriores de los sospechosos, y un viajecito en coche al pueblo de al lado. Sin embargo, en este caso tenemos un rango temporal que va desde los 50 hasta la actualidad, y que además deja pistas en países como Egipto y Canadá. Esto obliga a desplazarse, permitiéndonos ver a los lectores la dificultad de investigar cuando se entrelazan las jurisprudencias.
Hay un punto en la novela, durante uno de los desplazamientos donde más información se obtiene, que aporta datos muy concretos que pueden llegar a poner los pelos de punta. Pero ahí no está lo peor… lo peor es cuando buscas en internet si eso es real y te encuentra que no solo lo es, sino que fue mucho más horrible de lo que nos cuenta. MkUltra y los niños de Duplessis realmente existieron, no es una licencia literaria ni mucho menos. Para que luego digan que la novela negra no necesita documentación.
Ya llegando al final, el desenlace tiene el broche que requiere toda buena novela policiaca que se precie. Y lo tiene por duplicado, ya que nos introduce dos giros importantes: uno de ellos es en la propia resolución, que no me esperaba en absoluto y que nos hace plantearnos algunas cosas sobre la psique humana. El otro aparece al final del epilogo, en las últimas líneas donde recurre a una técnica muy televisiva. Como si estuviéramos viendo una serie y llegamos a un final de temporada que nos deja en el aire y diciendo “¡Y tengo que esperar al año que viene!” Por suerte la próxima temporada ya está en las librerías, se llama Gataca y creo que es imposible resistirse a seguir leyendo a Thilliez.
No solo por esa puerta abierta a un nuevo caso, sino porque realmente sabe cómo hacer novelas que atrapen. Hacer que un lector medio (y no me refiero a mí, que soy compulsiva) sea capaz de leer un tocho de 600 páginas en apenas tres días, es meritorio cuanto menos. El ritmo, el atractivo de los personajes y las historias hacen que su nombre empiece a ser un referente para mí. Y eso que nunca pensé que los franceses tuvieran esas tramas tan truculentas que a mí me gustan…