Revista Cultura y Ocio

El síndrome "Nini"

Publicado el 18 enero 2010 por Dean

 


Ni estudia, ni trabaja, una generación apática, desvitalizada, indolente, mecida en el confort familiar. Son como unos 500 mil jóvenes entre 20 y 29 años que tampoco buscan una forma activa de empleo. Ese es el dato que arrojan las estadísticas en España, pero ¿qué hay detrás de todo esto?
En primer lugar hay que aclarar que no es producto de la crisis sino todo lo contrario, la riqueza, la tecnología,  la tolerancia, han hecho posible su aparición, la creencia en un crecimiento económico sin fin, el tragarse el anzuelo del crédito y el afán consumista. Hubo un cambio cultural del que nadie se percató, la abundancia hizo que estos jóvenes no se prepararan para los tiempos adversos, además la vocación profesional que implicaba un proyecto de futuro ha desaparecido.
Estos jóvenes poseen un espíritu de compromiso mínimo, sus deseos son tremendamente flexibles, no se esfuerzan demasiado a no ser que tengan muy seguro el beneficio, y sobre todo no son para nada idealistas. No se les exige lo suficiente y su actitud es nihilista, es como una infantilización de la juventud, no arriesgan, son conservadores.  La mitad de ellos reconoce no leer ni siquiera un libro al año, pero todos tienen teléfono móvil y no pueden vivir sin internet.

La emancipación que llega tan tarde en este país se está haciendo más crónica, y parece ser que el trabajo que se les ofrece no es de su agrado, ven a sus padres que han hecho un gran esfuerzo y aún así no les ven felices. El futuro está en manos de estos jóvenes, pero con la escasa ilusión que tienen no se pueden lanzar cohetes. 
¿Será que los adultos no hemos sido buenos modelos a imitar, ni capaces de marcarles un rumbo que les entusiasme y los saque de la apatía? 
¿No hemos podido entender sus códigos ni entrar en su frecuencia? 
¿Se lo hemos puesto todo tan fácil que el esfuerzo ha pasado de moda y el trabajo ya no se considera una bendición? 
¿No hemos podido enseñarles que mediante el trabajo nos perfeccionamos a nosotros mismos, a la sociedad y al mundo en general? 
¿Nuestro espíritu de sacrificio no fué un ejemplo sino que sirvió para asustarles y llevarlos a desistir de la necesidad de capacitarse, de superarse, de ponerse metas, de llenar su vida de ilusiones?


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