Como cualquier astrónomo sabe existen dos regiones en el sistema solar llenas de pequeños cuerpos compuestos de roca y hielo: el Cinturón de Kuiper situado más allá de Neptuno y la Nube de Oort, una región extraordinariamente lejana en los confines de nuestro sistema solar a alrededor de un año-luz de distancia. De vez en cuando algún tipo de perturbación gravitacional (un encuentro cercano con un objeto grande, como una estrella que se cruza en las proximidades) altera la órbita de uno de estos objetos que poco a poco comienzarán a caer hacia el sistema solar interior. A medida que se acercan al Sol, el hielo se vaporiza liberando polvo y creando una nube alrededor del objeto, y que llamamos cometa en nuestro la Tierra. El único misterio es la causa concreta que provoca que los cometas realicen este "viaje interior".
Nebulosa de Orión. Imagen obtenida por el Telescopio infrarrojo Spitzer. El Sol nació en una nebulosa similar.
Las simulaciones sofisticadas realizadas por el equipo dirigido por los investigadores del Southwest Research Institute (SWRI) sugieren una nueva e interesante teoría. Según este trabajo, nuestras observaciones de cometas hasta ahora involucran una población de cerca de 400.000 millones de objetos en la Nube de Oort. Por el contrario, el modelo estándar actual sobre la formación del sistema solar sólo predice 6.000 millones de objetos.
En la imagen la Nube de Oort y el Cinturón de Kuiper
Sin embargo, uno de los científicos SWRI, Hal Levison, sugiere una posible explicación para esta discrepancia: puesto que las estrellas se forman en cúmulos, el Sol habría nacido muy cerca de otras estrellas en sus comienzos. En este escenario, los cometas se habrían movido a uno y otro lado, viajando de una estrella a otra hasta que el viento solar, cada vez más intenso en las nuevas estrellas, dispersó la nebulosa natal y las estrellas comenzaron a alejarse. La nueva teoría sugiere que el Sol al separarse se quedó con la mayor parte de los cometas totales robándolas a sus hermanos.
Esta teoría tiene un cierto aire romántico, y las simulaciones por ordenador parecen apoyar la idea. Sin embargo, para nuestra desgracia, como las demás teorías del origen de los cometas, nunca va a poder probarse. En los miles de millones de años de vida de nuestro Sol el movimiento de estos objetos ligeros, ha sido continuamente perturbados por los planetas, y por el cruce de otras estrellas, de forma que que nunca podremos desenredar y trazar sus trayectorias hacia atrás en el tiempo. Pero tal vez, mientras Levison y sus colegas trabajan para perfeccionar su teoría, proporcionen suficientes evidencias para que sean aceptados como parte del modelo estándar.
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