Con la aparición del COVID en nuestras vidas hemos tenido que aprender a poner una distancia física con los demás. En muchos casos se ha convertido en algo más allá y hemos dejado de ver o juntarnos con nuestros seres queridos. Esto nos ha convertido en personas más solitarias de lo que éramos antes y para las personas que viven con TLP ha sido aún más duro.
Ahora un abrazo es un lujo que podemos permitirnos con nuestra burbuja y que si se lo damos a «alguien de fuera» es con mascarilla. Sin poder sentir el olor de esa persona y liberar toda esa oxitocina en uno de esos abrazos apretados y largos.
Esto es algo que nos afecta a todos pero ¿nos afecta más a las personas con trastorno límite de la personalidad?
El aislamiento social
Incluso si te gusta la soledad y prefieres no tener los enredos y obligaciones que implican las relaciones sociales, hay momentos en que los que se siente bien compartir un instante tierno o dos con algún ser querido. Por muy introvertida que seas en algún momento necesitarás tener aunque sea a un par de personas alrededor, un beso, un abrazo, una charla íntima…
Hay muchas razones por las que mantener conexiones beneficia a la salud. Hay investigaciones que demuestran ventajas al involucrarse con al menos una o dos personas a un nivel íntimo.
Para personas con TLP el aislamiento social puede convertirse en una condición crónica que plantea riesgos tanto para la salud mental como la física.
Estudios sobre el aislamiento de las personas que viven con TLP:
Varios estudios realizados definieron el aislamiento social se definió como «no tener relaciones emocionalmente sostenibles fuera de la familia». Se refiere a amigos, parejas íntimas y/o mentores, además se hablaba de la cantidad de confianza, apoyo emocional, conflicto y distancia o frialdad que experimentaban con estas personas. También se preguntaba por lo útil que era esa relación para mantener cierno nivel de funcionalidad en sus vidas y/o autoestima.
Los resultados revelaron que, como se esperaba, las personas que viven con TLP tenían una tasa de aislamiento social mayor que la muestra de comparación. Personas con otros trastornos de personalidad mostraron un patrón similar pero sus tasas fueron mucho más bajas.
¿Por qué este aislamiento de las personas que viven con TLP?
Había tres dimensiones que indicaban una mayor puntuación en aislamiento social para las personas que viven con TLP:
- Menos fortalezas en la infancia (competencia y relaciones positivas)
- Puntuación baja en extroversión.
- Puntuación baja en amabilidad.
La extroversión implica emociones positivas y un interés en las relaciones sociales; la amabilidad refleja la voluntad individual de cooperar y la capacidad de sentir compasión. En palabras de los investigadores: «tiene sentido clínico que las personas que carecen de estas cualidades tendrían menos relaciones emocionalmente sostenibles».
Obviamente si se han tenido experiencias negativas en las relaciones interpersonales debido a los síntomas que componen el comportamiento de alguien con TLP y además se suma cierta introversión cabe esperar que la red de apoyo o las personas que formen parte de su círculo íntimo sea muy pequeña.
Por suerte la extroversión y la amabilidad (tal como se midieron en los estudios) se pueden modular con el tiempo y se puede aprender a gestionarlas de una forma más positiva. No es algo que permanezca estable a lo largo de la vida y no se pueda cambiar. Las personas que vivimos con TLP podemos aprender a modular nuestras reacciones.
Esto no significa que las personas con TLP sean todas introvertidas y que no sean amables, en absoluto. Simplemente puntuaban estadísticamente más bajo que la muestra de personas que no tenían ningún tipo de trastorno o personas con otros trastornos.
Ese aislamiento social, en las personas con TLP les llevaba a hábitos poco saludables como fumar y la falta de ejercicio además de cierta presión arterial alta e inflamación, enfermedad coronaria, resfriados, caídas, deterioro cognitivo, suicidio y la mortalidad prematura.
Por lo tanto, el tratamiento de las personas que viven con TLP debe centrarse en reducir el aislamiento social y trabajar en las dimensiones subyacentes de la personalidad. Solo el tratamiento de los síntomas agudos no abordará estos factores subyacentes de su salud psicológica y física.
Como he dicho siempre, hay que tratar el problema de una forma multidisciplinar y dejar de lado la infantilizacion y la gordofobia de la que muchas veces somos objeto no solo las personas que vivimos con TLP sino también las mujeres en general.
COVID y aislamiento:
El aislamiento social es un factor de riesgo para todos a lo largo de los años adultos pero tiene aún más incidencia en las personas que viven con TLP.
Debería haber algún tipo de seguimiento especializado para las personas que son más proclives a pasarlo mal con el aislamiento por parte de los profesionales de la salud pero también deberían avisar a los pacientes y a sus familias o seres cercanos para ayudar y apoyar a las personas con TLP de forma que no caigan en malos hábitos y no haya una disminución de la salud física además de la mental.
Referencias:
- Pucker, H. E., Temes, C. M., & Zanarini, M. C. (2019). Description and prediction of social isolation in borderline patients over 20 years of prospective follow-up. Personality Disorders: Theory, Research, and Treatment. doi: 10.1037/per0000337
- Roberts, B. W., Walton, K. E., & Viechtbauer, W. (2006). Patterns of mean-level change in personality traits across the life course: A meta-analysis of longitudinal studies. Psychological Bulletin, 132(1), 1-25. doi: 10.1037/0033-2909.132.1.1