GUANTÁNAMO Cuba. – El 29 de julio de 1980 los cubanos despertaron con una noticia estremecedora. La información, repetida en tono grave por las emisoras de radio, apareció también en una escueta nota en la parte superior derecha del periódico oficial del partido comunista de esta forma: “Granma cumple el amargo deber de informar que en horas de la tarde de ayer se privó de la vida la destacada luchadora revolucionaria, heroína del asalto al cuartel Moncada y combatiente de la Sierra Maestra, Haydée Santamaría Cuadrado, quien era miembro del Comité Central de nuestro partido, miembro del Consejo de Estado y directora de la Casa de las Américas”
Haydée Santamaría (foto tomada de Internet)
Nada se dijo acerca de los motivos del suicidio en la mencionada nota ni en la despedida del duelo, hecha por el comandante de la revolución Juan Almeida Bosque ese mismo día. Recuerdo haberle oído decir que Haydée nunca se había recuperado de los sucesos del Moncada y que no estaba bien de salud, quizás un paliativo para el manto de reproche contenido que se estableció sobre el suicidio, una acción que la nomenclatura revolucionaria ha considerado siempre una cobardía.
Pero Haydée era muy conocida y, además, una figura de primera línea de lo que fue la revolución cubana. Así que la parquedad oficial, como siempre ocurre cuando no existe una información transparente, provocó un mar de especulaciones, algunas ya con raíces en el imaginario popular.
El pistoletazo más famoso de la revolución cubana
La autocalificada “prensa revolucionaria cubana” no es ni lo uno ni lo otro pues ha sustituido la información por el adoctrinamiento y la libertad periodística por los ucases que emite el departamento ideológico del partido. Con tal proceder es obvio que sucesos como ése nunca reciban un reportaje, una sencilla información ampliada o entrevistas con los familiares más cercanos o altos dirigentes.
Han sido varias las muertes sospechosas de destacados revolucionarios, entre ellas las de Camilo Cienfuegos y Cristino Naranjo, pero la mencionada prensa nunca les dio seguimiento.
Igual ha ocurrido con los suicidios. El día que se establezca en Cuba una transparencia informativa el pueblo quedará anonadado por la cantidad de sucesos de esta naturaleza ocurridos en oficinas, viviendas y unidades militares. Pero de todos ellos los más significativos fueron los del comandante Félix Pena y Osvaldo Dorticós. Aunque sin dudas, el pistoletazo más famoso de la revolución cubana fue el de Haydée Santamaría.
Los rumores y el contexto
A pesar de que Granma informó que el suicidio de Haydée se produjo el lunes 28 de julio son muchos los cubanos que piensan que en realidad ocurrió el mismo 26 de julio en horas de la noche, una fecha que, según ha trascendido, la entristecía profundamente.
A la izquierda Celia Sánchez, Fidel Castro y Haydée Santamaría (foto tomada de Internet)
Hay algo de lo que se habla muy poco e identifica a Haydée como una mujer nada complaciente, y es que durante la década de los años setenta del pasado siglo asumió la defensa de jóvenes intelectuales que a los ojos de la nomenclatura parecían hippies y pepillos, términos usados entonces con hondas connotaciones peyorativas. Esto seguramente le provocó algunos dolores de cabeza teniendo en cuenta el franco ambiente estalinista que se vivía en la isla, sobre todo después del tristemente célebre Primer Congreso de Educación y Cultura, apenas rebasadas las tristes experiencias de los campos de concentración de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) y el famoso caso Padilla.
Uno de los intentos más manipuladores de entonces fue tratar de presentar sin ambages el pensamiento de José Martí como afín al marxismo leninismo, una tendencia que se ha atenuado pero no ha desaparecido del todo. Según rumores esto molestó sobremanera a Haydée, al extremo de que llegó a afirmar que lo único que faltaba era que hicieran militante al Apóstol.
Pero existe otra situación de la que no se habla mucho y que según los rumores que circulan fue la verdadera causa del suicidio de Haydée y de Dorticós. Me refiero a los actos de salvajismo e incivilidad ocurridos durante los sucesos de la embajada del Perú y el éxodo por el puerto del Mariel.
Según se comenta, Haydée escribió una larga y amarga carta a Fidel mostrando su desacuerdo con la violencia fascista desatada por el estado. Fidel nunca le respondió, ni tampoco aceptó la discusión del problema. Añado que no fue el único caso de disentimiento dentro de la alta jerarquía castro comunista pues a su posición se unió, además de Dorticós, Carlos Rafael Rodríguez, quien en sonada entrevista para una revista mexicana dijo tajantemente que el éxodo por el Mariel no beneficiaba en nada a la revolución.
Precisamente hasta unos días antes del suicidio de Haydée el entonces vigoroso comandante en jefe andaba de gira por Nicaragua festejando el primer aniversario del triunfo de la revolución sandinista. Quizás fue allá que recibió la mencionada carta, quizás todo sea especulación popular. Algún día se sabrá.
Autor: Roberto Jesús Quiñones Haces
Fuente: Cubanet