Lo de las Cortes valencianas supera el surrealismo. Para empezar, y no es poco, de los 55 diputados que tiene el PP, once (la quinta parte) están imputado por corrupción, sin que se inmuten y sin que se les caiga la cara de vergüenza.
Pues bien, a pesar de que toman el pelo a los ciudadanos, de que tienen más cara que un elefante con paperas, protagonizan episodios más propios de una película surrealista que de una institución parlamentaria.
El último capítulo es el protagonizado por el diputado Luis Díaz Alperi, exalcalde de Alicante, imputado en el caso Brugal, hombre, a quien le han pillado en una sesión de Les Corts haciéndose la manicura. Una medida higiénica que como todo el mundo sabe se realiza durante el horario laboral.
Desde luego quién así hace es un guarro. Lo que ocurre es que este guarro dice no ser tal, puesto que el “pobre” tiene una herida y sólo trataba de curársela para ponerse una tirita:
Y va y se pone la tirita en otro dedo. Un detalle sin importancia.
Y cómo le critican –ya ven ustedes lo malos que son los diputados de la oposición, capaces de criticar al diputado Alperi por cuidar de su higiene—, el hombre pide al servicio médico del parlamento un certificado. Naturalmente, “como es verdad”, el médico le firma un documento donde dice que tiene herido un dedo de la mano izquierda, cuando en la foto se ve que es la derecha. Otro pequeño error.
Ser un diputado cerdo es una cuestión de urbanidad que debe mejorar, ser un mentiroso debería llevarle a dimitir.
O sea, le pillan cortándose las uñas. No, es que tenía una herida en ese dedo. Para probarlo, en vez del dedo corazón se venda el índice, y además consigue un certificado médico que dice que tiene herido un dedo de la mano izquierda cuando es la derecha. Total, que habría que mandarle a Barrio Sésamo, a ver si aprende a distinguir entre los distintos dedos, y la izquierda y la derecha.
Que conste que no es el único caso. El parlamento valenciano da para mucho. Desde quien se dedica a elegir su ropa íntima por Internet, a quien estudia francés o quien se dedica a pasarse informes secretos, siempre desde su escaño y durante alguna sesión plenaria. Todo ello aderezado con una salsa de absentismo que protagoniza el expresidente Camps, a quien llaman el diputado ausente, porque no va nunca al parlamento, eso sí, de fuentes bien informadas sabemos que todos los meses le pasan el sueldo.
Aquí tienen ustedes un resumen: