El corcho, es un detalle que nos asegura la calidad y la conservación de un vino.
El corcho tiene una particular estructura celular y unas propiedades físicas que lo hacen apropiado para su uso como tapón. Está formado por células muertas dispuestas en estratos sin espacio intracelular.
Los problemas que puede suponer el corcho para la calidad del vino provienen de elementos externos, como una contaminación bacteriológica o un tratamiento con productos agresivos.
Hay diferentes tipos de corchos, dependiendo del tipo de vino y el tiempo que estará en reposo:
- El tapón natural es de corcho 100% natural.
- El tapón aglomerado es de corcho natural procesado con polvo de corcho y látex.
- El tapón gemelo o de dos piezas es una combinación de tapón de aglomerado con disco de corcho natural en cada cabeza.
- El tapón corona es una chapa metálica con forro interior de corcho de hasta 3 mm, utilizado para el cava y otras bebidas carbónicas.
El tapón de corcho de calidad superior se denomina trefí, del francés très fin (muy fino, en castellano). Se utiliza especialmente en las botellas de vino espumoso y otros vinos especiales.
Los corchos cortos se utilizan en vinos de una vida menos larga, es decir de aquellos vinos que se consumen más rápidamente por su bajo costo, por estándares de calidad más relajados.
Los corchos largos, sirven para proteger los vinos que se encuentran destinados a envejecer durante muchos años.
Por su fabricación, se consideran lo que están hechos de una sola pieza, los cuales se utilizarán especialmente en vinos de mayor calidad.
Cuando no se tiene un manejo adecuado del corcho, y se almacena en lugares con humedad y temperatura cambiante, este se puede contaminar y generar alteraciones al contacto con el vino. Pero estas alteraciones no son propias de la composición del corcho.
Ciertamente, el envase no hace al vino, pero en los detalles se puede identificar la calidad del producto.
Tapones cilíndricos de corcho natural.
Aunque hay diferentes modelos, el tapón estándar utilizado para el vino es cilíndrico, de 24 mm de diámetro, y se coloca compromiso en cuellos de botella de 18 mm. Otros modelos habituales son el tapón bordelés de 49,5 a 54 mm de longitud, y el tapón italiano de 34, 40,5 o 45 mm de longitud por más de 26 mm de diámetro.
El tapón de corcho permite airear el vino, pero una vez la botella reposa en posición horizontal, el vino humedece el tapón y no permite que el oxígeno entre.
El catador de vinos, después de abrir una botella con el sacacorchos, lo primero que hace es oler el tapón.
Si el vino está en buenas condiciones, el tapón huele a vino. Si huele a corcho, es que la botella no se ha conservado adecuadamente, o bien el corcho contiene hongos que pueden haber contaminado el vino dándole mal gusto. Por esta razón, se considera buena práctica, al servir el vino, dejar el tapón encima de la mesa.
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