Revista Política
El Parlament catalán debate hoy una consulta de carácter "soberanista" impulsada por la mayoría gubernamental, integrada por CiU i ERC.
La propuesta ha ocasionado una gresca monumental en el seno de dos formaciones políticas catalanes presuntamente distintas y distantes: CiU, la coalición nacionalista de derechas, y cómo no, en el PSC.
Resulta que la Federación de Barcelona de CDC, el partido de la familia Pujol y mayoritario en la coalición CiU, ha cargado en un documento hecho público contra UDC y su líder, el señor Durán Lleida, responsabilizándoles del desastre electoral que cosecharon en las pasadas elecciones autonómicas. Y es que Duran Lleida y compañía son poco nacionalistas, al decir de CDC; de donde se duduce que en CDC siguen sin enterarse de lo sucedido en esas elecciones.
En el PSC la cosa comienza a ser patética. Un tercio de los diputados socialistas en el Parlament manifestaron ayer su voluntad de votar a favor de la resolución nacionalista. Con todo y en contra de lo que dicen hoy los medios catalanes, el riesgo de escisión es mínimo: ¿quién se marcharía de un partido en el que cada cual hace lo que le da la gana, siempre que perjudique al conjunto?:
Obviamente esta enésima "declaración soberanista" es una nueva tomadura de pelo, sobre todo a los independentistas. Otro brindis al sol, sin mayores consecuencias reales que animar los titulares de la prensa madrileña durante dos o tres días.
Si dicen que el Parlament tiene mayoría de dos tercios de partidos"soberanistas" (incluyendo a ICV-EUiA) ¿porqué demonios no se dejan de una vez de declaraciones soberanistas y propuestas de referéndums fragianos, proclaman la independencia de una puteñera vez y dejan de marearnos con este cuento? Porque en última instancia la declaración de hoy no es más que eso, otro bla bla bla carente de compromisos reales.
Mientras, desde CiU intentan desactivar "el proceso" (echándole la culpa a Durán Lleida: ¡no saben nada estos tíos!), en ERC no paran de decir que va a seguir adelante pasando por encima de las leyes del Estado español y de lo que haga falta. Es decir, que si el referéndum llega a convocarse algún día será una consulta de "pà sucat amb oli", expresión catalana intraducible pero asimilable a la castellana que viene a decir que saldrá un pan como unas hostias.
Los ciudadanos catalanes mientras, vamos echando cuentas.El diario El PERIÓDICO DE CATALUNYA publica hoy un Barómetro electoral que a más de uno, "soberanista" o no, le habrá amargado el desayuno. Según esa encuesta CiU se hunde (pasa de 50 a 42 diputados; en la última consulta ya cayó de 62 a 50), el PSC retrocede ligeramente (pierde 1 ó 2 escaños de los 20 que tiene ahora), el PP cae de 19 a 16-17 escaños, ICV-EUiA se estanca y podría quedar igual o perder 1 escaño de los 13 que tiene. En el lado de los ganadores figuran ERC, que sumaria 6 ó 7 escaños a los 21 que tiene, Ciutadans (la "marca blanca" del PP en Catalunya) ganaría 4 ó 5 escaños sobre los 9 de ahora y la inquietante CUP, los pijo-batasunos, pasaría de los 3 escaños actuales a tener 6 ó 7.
ERC se consolida pues como segunda fuerza, y ello a pesar de esos malabarismos en los que Oriol Junqueras aparece como "jefe de la oposición" mientras mantiene un pacto de hierro firmado de apoyo parlamentario al Govern que encabeza Artur Mas. Una incongruencia que el listillo de Junqueras se presenta como un "político honesto" que renuncia al despacho y el coche oficial que le corresponden como "jefe de la oposición" cuando era un escándalo que los tuviera siendo en realidad un socio integrante de la mayoría plarlamentaria que gobierna Catalunya. Lo cierto es que a ERC eso de estar en misa y repicar las campanas a la vez, de momento le va de fábula: según el Barómetro catalán supera por vez primera al PSC en voto popular.
El mismo Barómetro nos anuncia que casi dos tercios de los catalanes están a favor del dichoso referéndum, y que el 56% votaría a favor. Son previsiones de un optimismo desbocado. Las cifras que manejan las direcciones de los partidos rebajan los favorables a la celebración del referéndum al 50% del electorado catalán, quizá algo menos, y a un 35% quienes finalmente votarían por la independencia. Los independentistas quieren a toda costa este referéndum no para ganarlo, sino para crear un precedente al estilo quebequés: esa es la clave real.
En la fotografía que ilustra el post, unos insospechados "soberanistas" en la manifestación del pasado 11 de septiembre en Barcelona.