Revista Cultura y Ocio
La corteza terrestre se encuentra fracturada en múltiples sitios, conformando un sistema de placas que se alejan unas de otras o chocan entre sí, destruyendo o generando corteza. Estos lugares, como el Oeste del continente americano, de Alaska a la Patagonia, o el cinturón de fuego del pacífico, muestran una fortísima actividad tectónica.
Sin embargo, hay algunos (pocos) lugares situados en el interior de una placa que manifiestan una actividad volcánica intensa y persistente. Los denominamos "puntos calientes". Y son sitios que conviene tener vigilados porque son muy peligrosos.
Lo son porque en ellos puede haber calderas inmensas que generan supervolcanes, como Yellowstone, o todo el poder energético y calórico se concentra en un punto muy concreto, provocando la crecida de los mayores volcanes de la Tierra. Es lo que sucede en Hawái, con montañas como el Manua Kea cuya altura desde la base supera los 10.000 metros. En términos absolutos, la montaña más alta del planeta.
En el Atlántico hay un punto caliente, en el que se alza el tercer volcán más alto de la Tierra, con 7.500 metros de altura. Se trata del Teide, en las Islas Canarias.
La adscripción de Canarias como punto caliente es discutible. Tiene cerca la placa Africana, y por el oeste tenemos la majestuosa presencia de la Dorsal Atlántica, una enorme cordillera de 15.000 kilómetros de largo y montañas que superan los 3.000 metros. Cuando esas montañas sobresalen por encima del nivel del mar reciben un nombre: Azores o Islandia.
Sea como fuere, Canarias es un lugar cuya actividad volcánica es importante. Hace unos 4 millones de años, a finales del mioceno, el fondo del Atlántico, situado a 4.000 metros de profundidad, muestra señales de que algo sucede en su interior. Desde las zonas más profundas del Manto terrestre columnas de magma caliente ascienden en este punto, formando enormes depósitos energéticos. La presión es enorme, y la corteza se rompe, creando depósitos de materia volcánica que se solidifica enseguida por las condiciones abisales. Estos sedimentos se acumulan hasta alcanzar una altura superior a los cuatro kilómetros. Entonces, la tierra emerge del mar.
En lo que hoy es Tenerife hay tres focos (chimeneas) que generan tres volcanes: Anaga, Teno y Adeje. Cuando vierten sus coladas se unen formando una sola isla con tres picos volcánicos. Ha nacido la isla de Tenerife.
La actividad volcánica se detiene, y durante un millón de años la erosión moldea un paisaje de valles y barrancos
En pleno plioceno la actividad volcánica vuelve con enorme fuerza, y una enorme chimenea unifica los tres antiguos volcanes en un único edificio volcánico: el Edificio Cañadas. Este volcán gigantesco medía casi 8.500 metros desde la base, con un diámetro de 40 kilómetros. Un gigante que colapsó por su propio peso. Hay una sucesión de derrumbes y erupciones, a veces muy violentas y explosivas. Finalmente, ya en el Pleistoceno, hace un millón de años aproximadamente, se alzan en estratos sucesivos lo que, con el tiempo, constituirán los volcanes Teide-Pico Viejo. Una explosión enorme creará una caldera de 16 kilómetros de longitud; la conocida como Caldera de las Cañadas.
El Teide por consiguiente es el resultado de un proceso tectónico intenso y relativamente reciente. Es algo que conviene tener en cuenta: esta montaña que se eleva 3718 metros sobre el nivel del mar y cuya altura total es de 7.500 metros sigue activa.
Un dato: la Asociación Internacional de Vulcanología y Química del Interior de la Tierra hizo una lista de los 16 volcanes más peligrosos del mundo. El Teide está en esa lista. Cuando ha entrado en erupción a menudo lo ha hecho estallando, con explosiones similares a las que provocaron el fin de Pompeya (Vesubio) o la civilización Minoica (Santorini). Una gran explosión en Tenerife podría tener efectos en la costa Africana, Europea y Americana.
El Teide se conoce desde antiguo, y se ha especulado sobre su naturaleza y su altitud. Heródoto llega a decir que "se afirma que es tan alto que no se puede ver su cumbre por estar cubierto siempre de nubes en invierno y en verano". El propio Ulises en sus viajes llega a ver "un monte oscuro por la distancia, tan alto como no había visto nunca otro".
El Teide entra en la leyenda. En la Edad Media sirve de faro a los navegantes que se adentran por primera vez por tales aguas, si bien su inmensa mole provoca recelos. Unos italianos del siglo XII se aterraron al circunnavegar Tenerife y tener constancia de que el Teide se erguía omnipresente por todos lados. El gran Bocaccio nos dice que, presas del miedo, no se atrevieron a desembarcar.
"También encontraron otra isla en la que no quisieron desembarcar porque en ella ocurría cierta maravilla. Dicen que allí existe un monte que, según sus cálculos, tiene treinta millas, o aún más, de altura, que se ve desde muy lejos y en cuya cima se divisa cierta blancura. [...] Dieron la vuelta a la isla y por todas parte observaron lo mismo por lo que consideraron que estaban en presencia de un encantamiento y no tuvieron valor de descender a tierra..."
Pero la anécdota más increíble la protagoniza Cristóbal Colón. La noche del 24 de agosto de 1492, preparando su partida hacia lo desconocido que hubiese al Oeste del océano, escribe en relación con la isla de Tenerife:
"(...) fuego del pico de la Sierra que es una de las más altas que se saben del mundo, que fue causa de gran maravilla"
¿Pudo asistir Colón a una erupción del Teide en su primer viaje a las Américas. No está claro; pudo ver una erupción del Boca Cangrejo, un volcán cercano.
Lo cierto es que en la Europa moderna, hasta el siglo XVIII, consideraban al Teide la montaña más alta del mundo conocido. Hoy es el parque Nacional más visitado de España y uno de los más visitados del mundo.
Termino, no sin antes hacer otra mención curiosa al Teide y los extraterrestres. Y no me refiero a lo sucedido en 1989, cuando el programa de radio "Espacio en blanco" convocó una "alerta OVNI" en el Teide para lograr un contacto con extraterrestres.
Esa noche acudieron 40.000 personas.
Antes de empezar: me voy a referir a una iglesia, reconocida como tal por los Tribunales de España en diciembre de 2007 e inscrita en el correspondiente registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia de España. Por consiguiente, los hechos a los que voy a hacer referencia tienen la consideración de credo y merecen el respeto debido, aunque no se compartan en parte. O en absoluto.
Verán: hace 75 millones de años un ser llamado Xenu era el dictador de una Confederación Galáctica. En un ejercicio de exterminio cruel, trajo al planeta Tierra a miles de millones de personas, las situó junto a volcanes y exterminó con bombas de hidrógeno.
Las almas de estos pobres desgraciados se conservaron y, posteriormente, se introdujeron en los cuerpos de las personas. A esto se le denomina Incidente II.
Lo habrán adivinado: el Teide fue uno de los volcanes en los que se produjeron las extinciones. De hecho, L. Ron Hubbard (el fundador de la Iglesia de la Cienciología), recogió los llamados "materiales de OT-III", algo así como unas claves sobre el origen galáctico de la humanidad y su reflejo en la jerarquía dentro de la Iglesia de la Cienciología. En Tenerife Hubbard fundó, en 1967, la Sea Organization, un grupo de devotos que recorrían en sus barcos todo el globo terráqueo para convencer al mundo de su verdad. En 1973 Hubbard sufrió un grave accidente de moto en Tenerife. Cuando volvió al buque de la Cienciología, con un brazo y varias costillas rotas, y con un humor de perros, ideó el "Rehabilitation Project Force", un código de castigos y trabajos para los que habían sido deshonestos con la Cienciología o su creador.
Hay algo que me deja perplejo: hace 75 millones de años gobernaban los Dinosaurios, el Océano Atlántico estaba expandiéndose y no existía nada parecido al Teide.
Pero vamos, milagros los hay en todas las creencias, y no vamos a dejar que la paleogeología contradiga desde la razón lo que la fe establece.
¿No creen?
Antonio Carrillo