Este mes he tenido la suerte de reseñar para Cinearchivo They live by night, la primera película que dirigió Nicholas Ray en 1948 y en la que ya se trasluce plenamente y de manera extraordinariamente incontaminada su especialísimo talento, el fulgor de su poética y su corpus temático al completo: fichaDvd.asp?idRubText=5342
Protagonizado por unos estremecedores Farley Granger y Cathy O’Donnell, tan hermosos, tan ingenuos, enfrentando su pureza a la brutalidad de un contexto que no los comprende y amparados, solo, por una noche que envuelve y conforta como una manta.
Un film, en definitiva, ya inolvidablemente imperfecto, urgente y desesperado, en el que la extraordinaria capacidad de Ray para transmutar lo vulgar en místico brilla de manera cegadora en momentos como la boda a media noche o el prácticamente religioso plano final sobre el rostro de una Cathy O’Donnell que mereció mejor carrera.
A este artículo se añade una segunda vida para The friends of Eddie Coyle (o El Confidente en su versión española), la cumbre de Peter Yates en 1973 y uno de las obras maestras más oscuras del gran cine policíaco norteamericano de los 70 que ya había pasado por aquí y ahora viaja un poco para servir de respaldo a la edición en DVD de Impulso.
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