La muestra más evidente de que alguien posee sentido del humor es la capacidad de autoparodia. Johnny Depp inmortalizó su personaje de Jack Sparrow gracias a su admiración por Keith Richards. Mimetizó su aspecto desaliñado, sus pausados ademanes, sus andares desgarbados, su peculiar forma de ganguear e incluso el maquillaje en sus ojos para resaltar su penetrante mirada. El guitarra de los Rolling no solo no se molestó sino que aceptó gustoso aparecer en una de las películas como el padre del pirata, riéndose de su propio personaje y devolviendo la pelota al tejado de la serie. En Hollywood se cultiva de forma exquisita este arte del chiste privado lleno de sarcasmo, de modo que, como réplica, se han sacado de la chistera a un muy especial tío Jack que no se ha resistido a emular a su colega y “rival”.
De la anécdota tomamos la ironía, la burlona y pendenciera comicidad, efectiva siempre aunque coja sin un buen armazón al que amarrarse. El relato épico se vislumbra ya en el brioso prólogo en el que el hijo de Will Turner concentra todos sus esfuerzos en librar a su progenitor de la maldición que atrapa a su magnífica embarcación en el fondo del mar. El terror emerge con la sucinta y contundente presentación de uno de los villanos más crueles y sanguinarios de la saga: el capitán Salazar, un marino español consagrado a hacer desaparecer del mapa a cuantos filibusteros le saliesen al paso como venganza por el asesinato de su padre. Javier Bardem le pone rostro y voz, aportando morcillas en castellano (en la versión original) que llegan a homenajear al Jamón, jamón de su querido Bigas Luna.
Provocado el terremoto, a partir de ahí, como decía Cecil B. DeMille, hacia arriba. La espectacularidad de unas secuencias de acción fantásticamente concebidas aportan crédito a la pareja de directores noruegos, Rønning y Sandberg, que venían de rodar la hazaña transoceánica de Thor Heryedal en Kon Tiki y terminan por ganarse a la audiencia gracias a un guiño al más grande creador de efectos especiales: Ray Harryhausen, el artista que nos subyugó utilizando su ingenio ajeno a la informática en Jason y los Argonautas.
El toque de distinción lo aporta un guión inteligente que, además de contener pequeñas perlas como el origen del protagonista y su nombre, sabe hilar una trama en la que la aventura como telón de fondo deja paso a las gotas de emotividad necesarias para contar la historia de un hijo que quiere salvar a su padre y una hija que busca denodadamente al suyo. Un maravilloso personaje el de esta astróloga a la que la estrechez de miras de la época tacha de bruja.
Diversión, entretenimiento, grandiosidad, sin escatimar un toque de emoción, ingredientes todos ellos que sitúan a esta quinta entrega muy por encima de anteriores episodios que no hacían sino languidecer progresivamente al tiempo que parecían cerrar en falso una franquicia que hubiese alcanzado aquí su final perfecto de no ser por una escena post créditos que promete nuevas correrías.
Copyright del artículo © Manu Zapata Flamarique. Reservados todos los derechos.
Copyright imágenes © Walt Disney Pictures, Jerry Bruckheimer Films, Infinitum Nihil. Cortesía de Walt Disney Studios Motion Picture Spain. Reservados todos los derechos.
Piratas del Caribe: La venganza de Salazar
Dirección: Joachim Rønning y Espen Sandberg
Guión: Jeff Nathanson
Intérpretes: Johnny Depp, Javier Bardem, Geoffrey Rush
Música: Geoff Zanelli
Fotografía: Paul Cameron
Duración: 129 min.
Estados Unidos, 2017
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