Supe de ella a través de Vila-Matas y, gracias a mi amigo Pablo, uno de sus libros por fin ha caído en mis manos. Sin defraudarme en ningún momento, Jaeggy me ha magnetizado a través de siete pequeños, y no por ello menos intensos, relatos. Da gusto tragar con ansia un libro y volver a lo leído en repetidas ocasiones para seguir exclamando página a página "qué bien hecho". La autora es tremendamente parca y conmovedora a partes iguales, como si creyeras que lo que esconde detrás de la espalda es un bisturí cuando realmente es un hacha bien afilada. Demoledora. Con un narrador que a veces parece necesitar una transfusión de sangre.
No quisiera olvidar:
• La habitación de la niña muerta de Sin destino.
• Las vacas de Una esposa.
• El martillo de La casa gratuita.
• Los alegres vestidos de La prometida.
• El perro de Porzia.
• Los ojos detrás de las cortinas de Los gemelos.
• La ventana de La vieja vanidosa.
Detalles que en manos de Fleur Jaeggy se convierten en elementos tremendamente desestabilizadores y que dejan entrever los pensamientos de sus complejos personajes a través de insólitas acciones.
Un intenso placer que hay que probar. Y repetir.