Podrá parecer mentira, pero no lo es. Nunca he contemplado un atardecer así. Reflejadas en el agua del estanque se ven sus piedras, las luces, la historia y el arte de Egipto. Muchos visitantes aparecemos como alejados de la realidad. Y es muy posible que sobre este singular monumento podamos ensanchar nuestra sensibilidad y transitar por la cuna del arte del ser humano.
¿Un trocito de Egipto en Madrid? Fue a petición de Egipto y Sudán. La inundación de los monumentos de la Baja Nubia debido a la construcción de la presa de Asuán movilizó a la UNESCO quien pidió la colaboración urgente para salvar la mayor cantidad de restos arqueológicos. Cuatro de los que se salvaron fueron donados por Egipto a aquellos países que más aportaron. El bellísimo templo de Debod llegó a Madrid desde el puerto de Valencia. Fueron noventa camiones quienes trasladaron todos los bloques hasta la Montaña del Príncipe Pío. Aquella que era recordada por los fusilamientos del tres de mayo. Y allí, en un solar donde estuvo el antiguo Cuartel de Montaña se instaló este pequeño latido de Egipto.
Erigido en un desierto. Inclinado hacia el valle del Nilo. Una región que era inundada todos los años por el río. Algo que beneficiaba al cultivo. Libre de toda inundación se levantaba el primer pilón de Debod. A él se llegaba por un camino de doscientos metros que arrancaba desde el mismo embarcadero.A su alrededor debió existir un pequeño grupo de agricultores que se beneficiaban de las inundaciones del Nilo. La época de mayor esplendor del templo fue la greco-romana. Una ruta sagrada existía por la que los peregrinos llegaban al templo para venerar a Amón. Después del dominio persa, Egipto cayó en manos de los griegos con la conquista de Alejandro Magno. Al morir Ptolomeo I creó un Egipto basado en la cultura griega. Nubia aparecía más alejada y más africanada. Mientras florecía la cultura griega que convertiría a Alejandría en el primer centro de filosofía de la Antigüedad clásica, en Nubia se seguía ofreciendo culto a Isis. Nuestro templo de Debod donde, según las tradiciones, Isis dio luz a Horus, se convirtió en el rincón apartado donde se cobijaban poetas, escritores y peregrinos.
Isis mantuvo tantos peregrinos porque representaba a la madre bondadosa y la esposa fiel que educaba a Horus, el hijo vengador de su padre Osiris que fue asesinado por Seth. Así el templo de Debod que en sus orígenes fue consagrado al culto de Amón fue convirtiéndose en el templo de Isis. Se ennobleció el templo por el culto a esta gran diosa. Cuando el emperador Teodosio dictaminó el edicto en el que se ordenaba cerrar todos los templos paganos para proclamar el cristianismo como religión oficial, solamente fue respetado el culto a Isis. Con la conquista de Nubia en el año 552, el templo de Debod se convirtió en un emplazamiento dedicado a San Esteban. Fue cuando Isis desapareció de Debod para llevarse con ella ese halo de esplendor que hoy vuelve a brillar en Madrid pero con luz propia.El templo de Debod no fue reconstruido. Únicamente la figura fálica del dios Min fue mutilada pues aparecía como imagen obscena para el cristianismo. Esta misma mutilación apareció en otros templos egipcios.Y hubo un primer viajero que vio el templo de Debod con un catalejo en 1737. Pero no se atrevió a bajar de su embarcación debido a la hostilidad de los habitantes de aquellas tierras. Dibujó lo que vio: tres pilones se encontraban aún en pie. Estas exploraciones animaron a otros aventureros a intentar llegar hasta el templo. Pero por alguna u otra razón no se adentraron. Fue un arquitecto alemán, F.C. Gau, el primero que se atrevió a llegar hasta Debod y la necrópolis. Se encontraba el templo muy bien conservado, con sus relieves y sus dos altares.
Debido a la construcción de la presa de Asuán, el templo de Debod estuvo durante decenas de años sumergido en el agua excepto los meses de verano. En 1960, la UNESCO, organizó una campaña para salvar todos los monumentos antes que fueran inundados de nuevo. Debod fue el primero que se desmanteló. Pero este trabajo no fue perfecto. Aquellos que estuvieron encargados renunciaron a salvar muchas piedras, sobre todo, aquellas que arrancaban desde los muros. Muchas de ellas se perdieron y otras no fueron numeradas.Tampoco quisieron salvar la vía de acceso ni el embarcadero. La vía sacra estaba formada por grandes losas y pasaba por el interior de los pilones hasta llegar a la escalera y las cuatro columnas de la fachada del templo. De las inscripciones originales que formaron el templo de Debod solo nos quedan algunas jeroglíficas y griegas.
Y entramos al mundo de las imágenes y los jeroglíficos egipcios. Gran diversidad de relieves donde nos muestran a Adijalamani realizando diferentes ofrendas: cestas de frutas, vasos de vino y de aceite, recipientes de perfumes; un collar o tres plumas a Osiris e Isis; un amuleto al dios Horus y Hathor… En otro de los relieves se sacrifica a un toro, una gacela y un antílope.
Desde el vestíbulo entramos al interior del santuario y a la capilla. Aparecen las paredes revestidas con relieves e inscripciones egipcias y con un friso de lirios y lotos. En la parte inferior los soberanos se encuentran de pie y en la superior, sentados.
El faraón aparece como el dios del Alto y Bajo Egipto, imagen del dios Ra viviendo eternamente. Dios de los alimentos, de la vida, la salud y la fuerza.La capilla que fue creada para Adijalamani recibió en los siglos posteriores numerosos añadidos. Estas salas con sus recovecos y pequeñas puertas secundarias sirvieron para guardar el tesoro del santuario o quizás, para el recogimiento de los peregrinos.
Pasada la capilla entramos en otro vestíbulo con tres puertas. En las laterales existían altares y estatuas de dioses. Aquí se celebraban ofrendas diarias al mediodía y al atardecer. Al fondo, después de atravesar una puerta cubierta con un dintel, entramos en el santuario. Una pequeña habitación donde hay un altar tallado en un bloque de granito rosa de Asuán. Uno de los rincones más sugestivos del templo de Debod. Porque cuentan que aquí Isis comenzó a sentir los dolores del parto y dio luz al dios Horus. Dicen que el altar señalaba el lugar exacto.
Exterior del templo. Paseamos por una plataforma que conservó la misma orientación este-oeste que el templo tuvo.
Quedan resaltados los pilonos y aislados por un estanque que se extiende por delante y sus laterales. El otro sirve para realzar más aún el templo. Y su fuente trasera lo convierte en un lugar de ensueño... El templo de Debod fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2007.