Tercero. El día tres. La Santa Trinidad. El mal tercio. La tercera es la vencida. El trío perfecto para una noche. No hay trío malo. ¿Cuántas frases y lugares comunes me atacarán de nuevo?
Bueno a malo, aquí estoy, bajo la lluvia, como un idiota, con el paraguas llorando a cuestas para disimular mis propias lágrimas. Tengo que aceptar que soy la tercera rueda de ese baile. Quererla nunca fue la mejor idea, pero de nuevo, es imposible ser coherente cuando se trata de ella. Peor es, que en mi imaginario, ella y yo seríamos la pareja enamorada que siempre fuimos. Lo sé. Fui un idiota. Debí verlo venir. Al principio, admito, sonaba perfecto.
Mira: ella es Sara, me acompañará al evento al que no quieres ir. A partir de ese día, empecé a escuchar mucho de Sara. Sara conoce el tibet. Sara es vegana y práctica un yoga raro tantral. Sara es artista, Sara dibuja, Sara canta, Sara es activista, Sara escribe. Sara… a decir bien, era guapa. Empecé a fantasear con ella. Maldito momento tuvo el universo se escucharme. Me sentí en el paraíso.
– Amor, Sara me preguntó si te interesaría experimentar tántricamente, un trío.
¡Maldita mi estampa!
¿Quién se negaría? La fantasía de todo hombre, dos hermosas mujeres en agasajo absoluto…
Y aquí estoy, mirándolas bajo la lluvia a través del ventanal, mientras en una cena romántica celebran su amor.
Y yo, el tercero,. Paso a ser otro lugar común más; el idiota cornudo, que acaba haciendo mal tercio.
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