Revista Ciencia

El terrorismo islamista. Not in my name.

Publicado el 18 noviembre 2015 por José Luis Ferreira
El terrorismo islamista. Not in my name.
Como casi todos los que me leéis (digo casi porque quién sabe si no habrá alguno que tenga información de los servicios de inteligencia de algún país) no sé más de terrorismo islámico que lo que pueda haber leído en medios que estimo rigurosos, lo que pueda extrapolar a este problema de otras cosas que haya aprendido y las vivencias personales por haber estado en el planeta Tierra algunos años.
Eso es poca información y cualquier opinión que quiera formarme sobre el tema tendrá que ser tras recordarme esto a cada momento. Vayamos de lo más fácil a lo más difícil.
Lo primero de todo es aceptar que la causa más importante de los actos terroristas es la acción de los terroristas, la material de quien lleva a cabo el atentado y la intelectual de quien lo ordena. Hay miles de causas más, en el sentido de que son circunstancias que hacen más fácil que aparezcan terroristas que otras. Entre ellas importarán aquellas sobre las que alguien puede realizar algún tipo de control efectivo. Sin la fuerza de la gravedad difícilmente hubiera habido terroristas (o vida en el Universo), pero eso no nos hace admitirla como causa. Sin la historia de la humanidad habida no sabemos si habría más o menos terrorismo. Lo que podemos hacer es buscar algún tipo de correlación entre maneras de organizar sociedades y actos terroristas contra ellas. La URSS, por ejemplo, no fue objeto de ataques terroristas, pero salvo algunos nostálgicos (y en España quedan nostálgicos de la URSS que nunca vivieron en ese país), nadie propone organizar así la sociedad. No merece la pena. La dictadura franquista fue objeto de menos actos terroristas que la democracia posterior. Salvo algunos nostálgicos, tampoco proponemos esto.
El terrorismo de ETA tiene sus causas en lo que uno quiera: el nacionalismo, el marxismo, la opresión de la dictadura, la marginación de los jóvenes que entran en ETA, su falta de educación, la imposibilidad de un referéndum por la independencia,… Será tal vez cierto que si se hubiera eliminado todo ello ETA habría también acabado. Lo único que se eliminó fue la dictadura. De las demás cosas, algunas han crecido (¿el nacionalismo?) y otras han disminuido (¿la marginación?). Acabar con ellas es imposible (¿el marxismo?) o muy difícil (¿la educación de baja calidad?), por lo menos a corto plazo. De hecho, algunas de esas causas cuenta con gente que no ve con buenos ojos que se acabe con ellas (¿la imposibilidad de un referéndum por la independencia?), aunque para otras sí haya unanimidad.
Aún así, podríamos habernos empeñado en luchar contra ETA con educación, un sistema económico más inclusivo u ofreciendo una ideología de mejor aceptación que el nacionalismo o el marxismo. O podíamos haber desligado a ETA de sus excusas ideológicas a la vez que avanzamos en una sociedad lo más abierta y democrática posible. Efectivamente, la mayoría de marxistas y nacionalistas le acabó dando la espalda a ETA y, con todas las imperfecciones, errores y mejoras posibles, España siguió avanzando en su democracia. No se han resuelto todos los problemas económicos o de educación, pero nadie sabe mejor solución para ello que seguir avanzando en la democracia, donde se resuelven mejor esos problemas. A la vez que ocurría esto, se seguía luchando contra ETA policialmente. Nadie podía esperar otra cosa.
El terrorismo islamista es muy distinto, pero el planteamiento básico creo que comparte las características suficientes para establecer alguna analogía (he dicho alguna, no los estoy comparando en más medida que lo que explícitamente diga a continuación).
Sin duda tendremos que ayudar a eliminar rencores y situaciones de injusticia provenientes del colonialismo, y tendremos que intentar que el progreso económico llegue a todo el mundo, y que las desigualdades y marginaciones desaparezcan en la mayor medida posible. Estas son cosas compartidas, creo, por la mayor parte de la humanidad (no por los anarco-capitalistas o por algunos supremacistas raciales, por ejemplo). Personalmente también creo que hay que abogar por la desaparición de las religiones y que ello evitaría por lo menos alguna clase de terrorismo, pero esto es muy difícil. Mientras llega, ya no la Arcadia feliz, sino el mundo un poco mejor, conviene quitar al terrorismo islamista las otras causas más inmediatas, en particular, sus vínculos religiosos. No es que haya que hacer una cosa sí y otra no, hay que hacerlas todas y cada una según su inmediatez y factibilidad. La gran mayoría de musulmanes no simpatiza con los terroristas, una ínfima parte lo son y una minoría anda entre simpatizantes y comprensivos. Aprovechemos a esa mayoría en lugar de enajenarla y facilitemos su desvinculación con el terrorismo.
Todo lo anterior implica declaraciones explícitas por parte de la sociedad civil musulmana y también exigencias a las teocracias islámicas como Arabia Saudí e Irán. Sí, yo puedo ser un nacionalista, marxista o musulmán no violento, pero si hay violentos amparados en mi ideología, por inocente que yo sea tengo la obligación moral de separarme de esa violencia. Implica contundencia policial y militar contra los terroristas y sus bases. Por supuesto, como he ido diciendo, también implica crear un mundo más justo y próspero. Sobre esto último merece la pena echar un vistazo a qué sociedades han conseguido avanzar en este camino. Ciertamente son sociedades que tienen pasados violentos y que tienen presentes imperfectos, pero son las sociedades que mejor y más han evolucionado para acercarnos a convivencias cada vez mejores. Francia, como España, Japón y casi cualquier otro país, ha tenido mucho que hacerse perdonar en su historia, pero Francia, como España o Japón, pueden mostrarse orgullosas como sociedades que, por imperfectas que sean, para sí quisieran la mayoría de la humanidad. Su mejor arma, y la que más usan en el presente (sí, ya sé que también usan otras), es predicar con el ejemplo de conformar unas de las sociedades más tolerantes, prósperas, libres e igualitarias que ha conocido la humanidad.
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