Data de 2002 la publicación de la primera versión en castellano, y de 2005 la publicación de la edición ampliada en Argentina. Sin embargo, nunca es tarde para recomendar la lectura de El terror como política exterior de Estados Unidos, transcripción de cuatro conferencias académicas que Noam Chomsky ofreció entre 1999 y 2004 sobre el desempeño diplomático del país que se erigió en gendarme planetario al término de la Segunda Guerra Mundial. Es más, aumenta la vigencia de estas exposiciones bajo la -recién inaugurada- administración Trump.
A partir de la revisión de la política exterior estadounidense, el lingüista nacido en Filadelfia redefine la noción de ‘Terrorismo’, primero para combatir la difusión de asociaciones mediáticas tan reduccionistas como malintencionadas (por ejemplo, terrorismo árabe), segundo, para desmentir la primera parte de la frase que el actor y dramaturgo británico Peter Ustinov escribió en 2003 en el libro ¡Cuidado, prejuicios!: “El terrorismo es la guerra de los pobres, y la guerra es el terrorismo de los ricos”.
Para Chomsky, el terrorismo es “en primer lugar y por lejos” el arma de los ricos. “Suele considerárselo el arma de los pobres porque los fuertes también controlan los sistemas doctrinales y porque el terror que ejercen no es considerado como tal”, prosigue y precisa:
“Luego de la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense estudió exhaustivamente las operaciones de contraterrorismo nazi en Europa. Con el asesoramiento de los oficiales de la Wermarcht traídos a Estados Unidos, los métodos de los nazis alimentaron los manuales de contrainsurgencia, contraterrorismo y conflictos de baja intensidad. Hoy estos procedimientos y manuales son utilizados corrientemente. El terrorismo es entonces el arma de aquéllos que están en contra nuestra, quienquiera sea ese nosotros”.
Chomsky cita declaraciones y documentos oficiales que sintetizan los principios de la llamada “Estrategia de Seguridad Nacional” en tiempos de administración Bush. Entre ellos figura el “derecho de agresión a voluntad” que “está reservado a Estados Unidos y a lo sumo a sus selectos aliados”, y que “rechaza el principio moral más elemental: aceptar para el mencionado nosotros las mismas reglas que aplicamos a los demás.”
Abundan en el libro ejemplos que ilustran la absoluta libertad con la que la Casa Blanca (in)cumple leyes del Derecho internacional según su conveniencia. De ahí la comparación recurrente con un “matón de barrio”.
Libros del Zorzal publicó las dos versiones de este compendio en Argentina.Aunque hechas más de una década atrás, los observaciones sobre la injerencia estadounidense en Latinoamérica ayudan a entender el reciente viraje de nuestra región hacia la derecha. También ofrecen datos concretos que desmienten la pretendida conveniencia de establecer alianzas comerciales y militares con Washington.
En su discurso de asunción presidencial, Donald Trump les dijo basta a las políticas públicas que “durante décadas” llevaron a “enriquecer la industria extranjera a costa de la industria americana; a subsidiar ejércitos de otros países mientras permitieron el triste agotamiento de nuestra fuerza militar; a defender las fronteras de otras naciones en detrimento de las nuestras”. A juzgar por las conferencias de Chomsky, cuesta creer que el flamante Primer Mandatario de los Estados Unidos realmente cumpla con la promesa electoral de reducir el presupuesto y la maquinaria burocrático-tecnológico-militar destinados a la tarea de administrar el mundo desde hace 72 años.