Vulturia es la ciudad de los buitres. Así la llamaron los romanos cuando invadieron Iberia y la conquistaron a sangre y fuego. Pero los antiguos arévacos la conocían como Saigosa, que significa posadero de buitres.
Estaba situada en la enorme planicie que hiende el río Casuar, cuyo acantilado servía de protección natural a una buena parte de su perímetro y que además acogía a una gran población de buitres que anidaban en sus escarpes y cuevas. De ahí el nombre.
El buitre era un animal sagrado para los antiguos arévacos, que preferían dejar a sus muertos a la intemperie para que los buitres se alimentaran con su carne. Consideraban que esta era la única forma de que el alma de los hombres llegara a las alturas donde moraban los dioses. El buitre era así el intermediario entre dioses y seres humanos.
La cercanía al tajo y la constitución porosa del terreno calcareo dotó a Saigosa de un subsuelo cavernoso, con cientos de cuevas y pasadizos que permitían a sus habitantes acceder directamente al río, lo cual les facilitaba una vía de escape. Incluso era fácil perderse en el laberinto y acabar en una de las oquedades que servían de cobijo a los buitres, a muchos metros de altura sobre el curso fluvial. Estos túneles naturales permitieron a su población eludir una suerte semejante a la de los numantinos, ya que después de un mes y medio de asedio por las tropas de Publio Cornelio Escipión, los saigosanos, viéndose perdidos, optaron por huir para salvar sus vidas. Esto sucedió en diciembre del año 133 antes de Cristo. Varios siglos después, allá por el año 250, una peste diezmó la población de Vulturia, ya completamente romanizada. Murió el 75 por ciento de sus habitantes. Culparon de la infección a la proximidad de los buitres y a las carroñas que comían por lo que la ciudad fue abandonada al ser considerada insana.De este modo, la mítica Saigosa que veneraba al buitre, la brillante Vulturia que competía con Segovia en lujo y desarrollo urbano, fue olvidada durante generaciones.
Hasta el año 470 en el que a sus pies, en el fondo del acantilado, en la mayor de las grutas excavadas por el río, se instaló una colonia de leprosos.Poco después, el rey visigodo Eurico, en agradecimiento a unos servicios prestados en relación con la sistemática ocupación de Hispania que había iniciado, permitió a los leprosos instalarse en la ciudad y reconstruirla.
Hoy no queda rastro de la ciudad. Pero el río sigue fluyendo, aunque con otro nombre: Riaza. Y los buitres continúan poblando sus escarpadas hoces. Ya no se les considera malditos, sino que se les protege, y la zona ha sido declarada parque natural. Es la reserva natural de las Hoces del río Riaza (Segovia), donde además de buitres hay yacimientos arqueológicos.
"El tesoro de Vulturia" (Editorial Algaida). IV Premio Ateneo de Sevilla de Novela Histórica.