¿Quién no ha leído o ha oído hablar de El tiempo entre costuras? Desde que se publicó en junio de 2009 esta novela de María Dueñas se ha convertido en un gran éxito. Como todo el mundo, veía el libro en las librerías, en el metro, en la calle, leía reseñas y comentarios que hablaban maravillas de la novela y no pude resistirme y lo apunté en mi lista de libros pendientes.
Pero de eso hace ya mucho tiempo y nunca encontraba el momento adecuado para leer esta novela. Me llamaba la atención su argumento y, sobre todo, su protagonista, la modista Sira Quiroga. Pero, por el contrario, me echaban para atrás sus más de 600 páginas. Y al final, una tarde de mayo, en una librería-cafetería del centro de Madrid, María y Nuria lograron convencerme y entre las tres decidimos organizar una lectura conjunta para el verano. Esta ya es la tercera lectura conjunta en la que participo y, curiosamente, las tres han estado organizadas por Nuria. El verano pasado leímos La mujer del viajero en el tiempo, de Audrey Niffenegger, y hace sólo un mes le tocó el turno a Con el corazón en la mano, de Chris Cleave. Como no podía ser menos, las tres han sido todo un éxito.El tiempo entre costuras me ha entusiasmado, me ha seducido y encandilado desde la primera hasta la última página y al final me ha durado muchísimo menos de lo que pensaba e incluso se me ha hecho corto, sus 631 páginas me han sabido a poco. Me hubiera encantado poder seguir disfrutando con la historia de Sira, de su madre, de su padre, de sus amigos Candelaria, Rosalinda, Jamila y Félix, de sus hombres como Beigbeder, Alan, Marcus, Da Silva, Ignacio y Ramiro. Me hubiera encantado acompañar durante más tiempo a Sira por las calles de su barrio, La Latina, del Madrid pobre, hambriento y destrozado por la Guerra Civil y por la Segunda Guerra Mundial y por el Madrid del glamour, el lujo y la riqueza. Viajar con ella una vez más a Tánger y a Tetuán, seguir conociendo los secretos del Protectorado español en Marruecos. Disfrutar de las compras en Estoril. Porque desde el principio y hasta el final le he cogido muchísimo cariño a Sira, no era un personaje de una novela, era como una amiga con la que sufría y reía, con la que luchaba contra el dolor, el recuerdo, el abandono, la traición, el desamor, la nostalgia y el miedo y con la que me alegraba al verla avanzar con paso firme, segura y decidida, dejando atrás los fantasmas del pasado y mirando hacia el futuro con la cabeza bien alta. Sabiendo quién era, teniendo claro a dónde quería ir y, sobre todo, sin olvidar en ningún momento de dónde venía, sus orígenes, su gente. Me ha gustado muchísimo su progresión, sus cambios, su conversión poco a poco desde una joven aprendiz de costurera de un barrio humilde de Madrid a una conocida y reputada modista que viste a las mujeres más ricas de la capital, a las madrileñas y, sobre todo, a las alemanas, a las mujeres de los oficiales nazis. Me ha gustado ver cómo, durante casi toda la historia, se dejaba llevar, por su madre, por su novio, por su apasionado nuevo amor, por sus amigas humildes como ella y por las influyentes y poderosas. Sira siempre dice que sí a todo. Porque sólo piensa en los demás. En ayudarlos. En serles útil. Sin importarle lo que tenga que hacer, los riesgos que tenga que correr o lo mucho que tenga que cambiar su vida.
Pero, poco a poco, se hace fuerte, ya no es tímida, ya no tiene miedo. Sabe lo que quiere y lucha por conseguirlo. Ya no se deja arrastrar por la vida. Por fin se hace dueña de su vida, de su pasado, de su presente y, sobre todo, de su futuro. Tiene las ideas claras. Y, a pesar de todo, en ningún momento olvida quiénes son los suyos. Seguirá ayudándoles, les seguirá siendo leal y, lo más importante, sabrá conjugar esta lealtad hacia su gente con sus verdaderos deseos, los más ocultos, los más íntimos, los más auténticos y profundos. Los más suyos.Por supuesto, me ha gustado también el ritmo trepidante de la historia, que atrapa, seduce y engancha muchísimo desde el principio hasta el final. Los secretos políticos, las conspiraciones, las traiciones, el antes, el durante y el después de la Guerra Civil, la amenazante sombra de la Segunda Guerra Mundial, las misiones de los espías y los servicios secretos británicos y alemanes, conocer más la historia de nuestro país, de escenarios como el Protectorado español de Marruecos, de personajes como el propio Franco, el ministro de Asuntos Exteriores Juan Luis Beigbeder o el cuñadísimo Serrano Súñer. En definitiva, de El tiempo entre costuras me ha gustado absolutamente todo. El lado histórico, la trama, los escenarios y, por supuesto, los personajes. Pero, sobre todo, Sira. No le cogía tanto cariño a un personaje desde que leí Inés y la alegría, de Almudena Grandes. Me han gustado todas sus identidades. Todas sus vidas. Pero, por encima de todo, me ha gustado ella. Con sus miedos y sus sueños. Con sus fantasmas y sus deseos. Con sus inseguridades y sus anhelos. Con su pasado y su futuro. Y, con diferencia, lo que más me ha gustado es que fuese capaz de vivir mil vidas distintas sin renunciar nunca a lo que ella es. A sus telas, sus puntadas, sus patrones y sus agujas. Sin renunciar a vivir todo el tiempo entre costuras.