de Alejandro Palomas.
Título: El tiempo que nos uneAutor: Alejandro Palomas.Editorial: Booket, 2016Páginas: 592.
SINOPSIS.
La abuela Mencía convalece junto a su nieta, Bea, que no quiere contar lo que de verdad le duele. Éste es el inicio de El tiempo que nos une, una novela coral de voces femeninas, una saga de mujeres con corazones tan grandes que son capaces de albergar desde el amor más profundo hasta el mayor de los sufrimientos. Entre las cinco protagonistas de la historia los lazos familiares se entretejen hasta formar una red que a veces atrapa, otras abraza y que, sobre todo, protege. Mencía, la matriarca sabia y deslenguada; Lía, que siempre se queda; Flavia, que vive en la ausencia; Inés, madre que sufre y amante que lamenta; y Bea, la más joven, son personajes inolvidables, que callan secretos pero gritan verdades, y que sienten y ríen y lloran.
Con delicadeza y precisión en el lenguaje, Alejandro Palomas construye un universo femenino de relaciones y emociones que nos envuelve. Y es que en El tiempo que nos une, como en la vida, pasan muchas cosas, pero al final lo que importa es quién ha estado navegando a tu lado.
IMPRESIÓN PERSONAL.
Había leído tres libros de este autor: Una madre, Un hijo, Un perro. Pero tenía pendiente este libro en la estantería desde hace tiempo y ahora me queda pendiente Un amor que compre en la última Feria del Libro de Badajoz y que el autor me firmó muy amablemente, tal como es él. Como siempre y por no variar, cogiendo polvo lecturas que merecen mucho más la pena que otras novedades por las que perdemos un tiempo que deberíamos invertir en mayor calidad frente a mayor cantidad y novedad.
El tiempo que nos une es una de esas novelas que debería tener brazos y haberme dado un toque al pasar por el estante en el hombro para recordarme que estaba allí. Gracias a esta novela he conocido por fin a Mencia, una abuela de más de 90 años, carismática, descarada y malhablada que a su edad ya no tiene nada que callar, nada que temer por lo que dice, que pone a los suyos en muchas ocasiones en situaciones embarazosas precisamente por todo lo que dice, pero que defiende a sus "mujeres" a fuego y contra el fuego si es necesario. Una abuela a la que es imposible no querer, de esas que con solo mirarte saben que te ocurre algo y qué es lo que te ocurre, y lo sabe hasta antes de verte, como si tuviera una parabólica para saber en la distancia que ante determinados hechos, tu reacción será de determinada manera y no de otra de tal modo que cuando se produce el encuentro, ella ya ha arbitrado un plan que te saque del problema sentimental o vital que te aqueja. Inteligente y lenguaraz, he llorado con ella (y mucho) en esta novela pero también tengo que reconocer que me he reído a carcajadas en más de uno de sus cortos capítulos.
Junto a ella, cuatro mujeres más. Dos de sus hijas, Flavia y Lía y sus dos nietas, Inés y Bea. Cinco mujeres de generaciones diferentes unidas por unos lazos que solo la muerte puede romper, unos lazos que sujetan cuando parece que todo se rompe, incluso la vida de un hijo, de un nieto, de un hermano; lazos que te agarran a la vida para seguir luchando incluso cuando parece que no merece la pena vivirla de fea que se pone y hasta ponen una nota de color para que la veamos más bonita de lo que en realidad es en algunos momentos. Y Mencia sabe tirar lazos a sus mujeres, hacer lazadas de colores cuando necesitan ver la vida de otro color y también fustigar con los lazos cuando lo que necesitan alguna de ellas es que las hagan despertar y salir de la cueva en que están metidas. Les riñe y desaprueba sus maneras de afrontar los problemas, le habla y las consuela pero también traza estrategias y estratagemas, diría yo, para que reaccionen cuando todo lo demás falla.
Me han encantado estas cinco mujeres, pero, sobre todo, me ha encantado Mencia. Su fuerza, su coraje, ese convencimiento tan asentado en su alma de que no puede abandonar este mundo hasta que no vea a sus mujeres recompuestas y mirando de frente al futuro y esas mujeres alrededor de la abuela, una mujer que por si misma es el centro de todas ellas por derecho propio.
El tiempo que nos une es un libro de sentimientos, de los mas profundos, de los que más duelen pero también de los que más curan y de los más esperanzadores. Un libro que te llega tan hondo que tus propios sentimientos fluyen a la vez que los de las protagonistas porque te hacen participe de su dolor, de su miedo, de su esperanza y hasta de sus momentos felices y de sus risas. Por eso he llorado y he reído a partes iguales, pero he terminado con Mencia muy en paz con la vida y con el tiempo recorrido y que me queda por andar. Ojala no se me olvide!!!