Esa mañana de abril vi el primer falso abencerraje del año.
Los incontables ojos pintados en sus alas parpadeaban en el aire bajo el
sol, revoloteaban entre los asfódelos y las orquídeas, sobre los canónigos
silvestres y los nazarenos. Mientras la mariposa se perdía entre la hierba, yo
pensaba en su nombre repleto de historias. De entrada, ¡abencerraje! ¿Qué
insólita conexión ha hecho que estas mariposas reciban el nombre de una insigne
familia de la Granada islámica? Y su nombre científico tampoco tiene desperdicio: Pseudophilotes panoptes, oséase, “casi
un philotes todo-ojos”… ¿Qué
significa esto? Por un lado, philotes, Filotes,
era una diosa de la Grecia antigua, una hija de la Noche, responsable de la
amistad, el amor y el sexo. Otra mariposa azul fue bautizada como Philotes, y como el falso abencerraje se
asemeja bastante a ella, de ahí viene el Pseudo.
Pero lo mejor llega con el panoptes. En la mitología griega, Argos
Panoptes era un gigante de cien ojos (o mil), el mejor guardián, porque incluso durmiendo
dejaba la mitad de sus ojos abiertos. La diosa Hera encargó a esta criatura la
vigilancia de Ío, una de las muchas amantes del dios Zeus. Todo empezó cuando Hera, la celosa
mujer de Zeus, a punto estuvo de sorprender a éste con Ío, situación que Zeus evitó
transformando a la chica en vaca. Este truco le salió mal, porque Hera fingió creer que
la vaca era un regalo para ella, se llevó a Ío y la puso bajo custodia de
Argos. Aun así, Zeus se las ingenió para recuperarla. Recurrió al dios
Hermes, quien fue a ver a Argos y empezó a contarle unas historias
aburridísimas hasta que se le cerraron todos los ojos, y entonces acabó con él. En recuerdo a este guardián, Hera puso los cien ojos en la cola del pavo
real… y al parecer en las alas de una pequeña mariposa azul.
El falso abencerraje también
tiene su interés desde el punto de vista naturalístico. No sólo porque sea
exclusivo del oeste de la cuenca mediterránea, sino por su dieta. De las 32
especies de mariposas diurnas que tengo anotadas en mi cuaderno de campo como
habitantes del paraje, es la única que de oruga come tomillo, según las guías
de campo. ¿Qué tiene esto de particular? Que la familia del tomillo (Labiadas)
tiene muchísimas especies en la cuenca mediterránea, y sin embargo muy pocas
mariposas son capaces de usarlas como alimento. ¿Acaso encuentran demasiado
picante su sabor, ese cóctel de aceites esenciales aromáticos que protege a
estas plantas de ciertos herbívoros? Quizás, pero este tipo de problemas no han
sido impedimento para otras mariposas; así, por ejemplo, las orugas de cierta esfinge
mediterránea (Daphnis nerii) se
alimentan nada menos que de adelfas, plantas muy usadas en jardinería pero extremadamente tóxicas; sus
hojas en infusión pueden matar incluso a una persona. Y la esfinge de las
adelfas sólo es un ejemplo, hay muchos otros más. Si las mariposas son capaces
de esto, ¿por qué, entonces, hay tan pocas que coman arbustos aromáticos tipo tomillo?
No lo sé… Tal vez, sencillamente, no aún no ha transcurrido bastante tiempo para que
surjan muchas especies de mariposas dedicadas a estas plantas. Esto tiene su sentido,
porque muchas Labiadas se cuentan entre las especies más recientes de la flora
mediterránea. Aparecieron hace relativamente pocos millones de años… mucho antes de que Hera lanzase los cien ojos de Argos sobre las alas de nuestro
abencerraje.