Ya hemos pasado el ecuador del invierno, o al menos estamos muy cerca y los fríos aunque intensos ya van decayendo, al menos en las horas diarias. Es el momento en el que debemos plantearnos los cultivos que tendremos en nuestro huerto. Como es normal, uno de los que no suele fallar es el tomate, el rey de la huerta y para ello debemos de sembrarlo.
Elección de la clase:
En el mercado podemos encontrar gran variedad de semillas de tomates, todas depende de la forma del tomate y del tamaño. Si nuestro objetivo es hacer conservas elegiremos el tomate mas usado en las conservas que es el tomate de pera, pero si lo que pretendemos es obtener un tomate para el consumo diario en el verano os aconsejo el tomate gordo o también llamado de cuatro caras.
Siembra:
Los meses de siembra son variados, según el clima que tengamos y el terreno en el que podamos tener la siembra. La forma de obtener las plantas de tomate son los semilleros siempre resguardados en un invernadero o algo similar, lo que técnicamente se denomina cama caliente. Comenzaremos llenado los semilleros de tierra, esta tierra debe ser rica en nutrientes y que no apriete mucho, ya que facilitara el nacimiento del tomate. Una vez lleno el semillero comenzaremos a colocar una o dos semillas por cada celda o maceta que tengamos, es decir una semilla en cada hueco del semillero. La semilla ha de quedar cubierta por no mas de medio centímetro de tierra, ya que esto hace que el nacimiento sea mas rápido y eficaz. Una vez sembrado humedeceremos la tierra y la meteremos en el invernadero de manera que se resguarde de las bajas temperaturas nocturnas.
Época de siembra:
En el sobre que contiene las semillas especifica la mejor época de siembra. Esta suele situarse entre diciembre y marzo. Esto dependerá también de como queremos que estén las plantas para posteriormente colocarlas en nuestro huerto, dependerá de la fecha que preveamos para su trasplante.