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El trabajo perfecto no existe

Por Lorena White @lorenagwhite

Cada vez tengo más claro que eso del trabajo perfecto es un mito. Claro que es posible trabajar en algo que nos gusta y por supuesto que es posible que llegue el lunes y hasta estemos encantados de ir a trabajar, puede ser que al final todos consigamos dedicarnos a nuestra pasión, ¿pero estos hechos convertirán a nuestro trabajo en perfecto? Entendiendo por perfección, claro, la ausencia de contratiempos, de problemas, de quebraderos de cabeza o de días en los que te apetece mandarlo todo bien lejos. Ningún trabajo es ajeno a estas cosas.

elmitodeltrabajoperfecto

Todo en este mundo, todas las experiencias, las acciones y también los trabajos, tienen su parte buena y también su parte mala, empezando desde el coste de oportunidad que pagamos (como las horas de la jornada que no empleamos en otra cosa o los puestos potenciales a los que estamos renunciando) y pasando por los problemas del día a día. ¿Entonces qué?, estarás pensando, ¿es imposible ser feliz trabajando? No, para nada. Una cosa es ser feliz y otra es tener el trabajo perfecto. A esto último, renuncia desde ya, no existe; pero a lo primero, nunca. Siempre se puede ser feliz teniendo un trabajo perfectamente imperfecto :)

Lo principal ante un trabajo no ideal, es ser conscientes de que nosotros mismos podemos convertirlo en el trabajo ideal. Y lo siguiente que debemos asumir es que la palabra “perfecto” existe porque debe, pero que si nos deshiciéramos de ella en nuestro diccionario vital, no sólo seríamos más felices, sino que nuestra vida sería más sencilla. La clave para encontrar el equilibrio entre un trabajo que nos gusta y las cosas que no nos gustan de él, es no quemarse.

En el mundo anglosajón se le denomina “Burnout” a esto de quemarse a causa del trabajo. Se trata del “síndrome del agotamiento profesional”, que puede llegar a tener consecuencias devastadoras para la salud del trabajador. Por ello, para no llegar a este punto, es necesario (y muy sano) ir apagando los pequeños incendios del día a día y evitar que se conviertan en algo preocupante que, inevitablemente, nos terminará haciendo sentir profundamente infelices.

Por eso hoy, completando con este post del que ya te he hablado, quiero darte 5 claves para no quemarte en el trabajo. 5 claves especialmente dedicadas a aquellos que están trabajando de lo que siempre han querido trabajar y que se sienten frustrados porque, en el fondo, o no es lo que esperaban, o acaban de descubrir que esto del trabajo perfecto es un mito totalmente insustancial. ¡Ánimo!

1. Aprende a desconectar:

Es fundamental, para no acabar quemado con el trabajo, saber desconectar y enseñar a nuestra cabeza a diferenciar entre el “modo trabajo” y el “modo no trabajo”. Cuando estés en tu trabajo, sobre todo si te gusta, da el 100% de ti, el 200% si quieres, pero una vez que salgas por la puerta y haya terminado tu jornada, desconecta. Dedícate tiempo a ti, a tareas que no tengan nada que ver con tu empleo, y si puedes, dedícate un poquito a tu pasión o cosa favorita, a esa actividad que sabes que te relaja y te anima a sacar a la luz tu mejor faceta. Con ello evitaremos convertirnos en workaholics o “trabajólicos”, es decir, adictos al trabajo, que es casi tan malo o peor que el síndrome “burnout”.

2. Evita que las situaciones de estrés te superen:

Por unas razones o por otras, aunque consideres que estás haciendo lo que quieres hacer y que estás en el sitio en el que quieres estar cuando trabajas, es fundamental que comprendas que ocurrirán cosas que harán que tu cabeza genere mucha más actividad, que tu mente tenga que estar mucho más atenta y que surjan problemas que te toque resolver. Un buen truco para superar estas situaciones de estrés, en el que las tareas se acumulan, es sacarlas de nuestra cabeza y hacerlas tangibles en un papel, en el que primero apuntaremos los problemas que hay que resolver y después, la lista de tareas o cosas “to do” para resolverlos.

3. Filtra la información:

Una de las principales causas de la fatiga profesional es la sobresaturación de información que tenemos hoy en día. Extrapolado al mundo laboral, podría traducirse en la inmensa lista de correos que te encuentras sin leer después de unas vacaciones o las muchas tareas que tienes que programar cuando llegas el lunes al trabajo. Organizarse es la mejor forma de hacer que esta saturación no acabe quemándonos y lo mejor filtrar toda la información que nos llega y todas las tareas según su importancia y abordarlas según el resultado de ese orden.

4. Ojo, que también uno puede ser adicto a la organización:

Aunque organizarse y hacer listas es un recurso estupendo para categorizar las tareas, otorgarles su importancia y hacer tangibles las ideas que tenemos en nuestra cabeza, es importante considerar que uno de los síntomas del “burnout” es hacer listas de cosas por hacer y anotaciones en la agenda de forma compulsiva. Procura que lo que puede ser un estupendo recurso para hacerte la vida más fácil no se vuelva en tu contra. Para ello, lo mejor es hacer sólo dos veces este proceso en tu jornada: una vez nada más llegar, para ver qué cosas tienes que hacer en el día y otra vez, antes de marcharte, para dejar programado, más o menos, lo que te toca hacer al día siguiente. Olvídate de tu agenda el resto del tiempo. Y relájate, te juro que las listas no se moverán de su sitio y tu agenda no se morirá aunque no anotes nada durante unas horas ;)

5. Relaciónate con tus compañeros y la gente que tienes a tu alrededor:

Inevitablemente, pasarás muchas horas en tu puesto de trabajo. Esto te lleva a la inevitable situación de tener que casi “convivir” con la gente de tu alrededor, tus compañeros, superiores y otras personas. Por tanto, relaciónate, no te muestres antisocial, apóyate en ellos y ellos se apoyarán en ti. De esta forma, las situaciones de crisis te afectarán menos, y las cosas buenas de tu trabajo perfectamente imperfecto, serán dobles ;)

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