Revista Cultura y Ocio

El trabajo que no se cobra

Publicado el 08 marzo 2018 por Sofiatura
El trabajo que no se cobraMis abuelas llevan sus años en las manos, pues es ahí donde puedes leer su edad e intuir los lances de sus días. En la piel desvencijada suenan los ecos del esfuerzo de toda una vida dedicada al trabajo duro, al sacrificio, al empeño por salir adelante.
Sin embargo, mis abuelas no trabajaron en una fábrica. No fueron operarias, ni fontaneras, ni jornaleras, ni pescadoras. No tuvieron ni siquiera profesiones tradicionalmente relegadas a las mujeres, así que tampoco fueron maestras, ni niñeras, ni enfermeras.
Trabajaron mucho y hasta el cansancio, pero lo hicieron a la sombra, como quien dice. Planchar, lavar, cocinar, barrer, coser, cuidar de la familia, fueron tareas en las que se dejaron la piel, fueron labores que dejaron su impronta en sus manos marcadas por algo más que la vejez, pero por ellas no recibieron -ni recibirán- salario alguno. Claro, es comprensible. En el momento en el que les tocó vivir, el pan lo traían a casa los maridos, los que salían a la calle a ganarse el sustento familiar. Los operarios, fontaneros, jornaleros y pescadores eran ellos, después de todo.
Ta vez sea razonable, puede que lógico, pero, en cierto modo, también terriblemente injusto. Más aún tras la jubilación (pero no la suya, sino la de los abuelos), y todavía más tras la viudez. El desamparo a nivel económico y social al que se enfrentan muchas de esas mujeres cuando el marido envejece o se va, me hace pensar en lo ingrato de dedicarse a un trabajo invisible al sistema y a la propia sociedad.
Porque, a pesar de no recibir compensación alguna, mis abuelas se siguen dedicando todavía al agotador trabajo del hogar. Su jubilación no es tal porque es un cargo vitalicio, por el que no se cobra jamás. Ellas se siguen dando a esa ardua labor que se ha infravalorado cuando en realidad es tan fatigosa como cualquier otra. La prueba está en sus manos, una vez más.
"El trabajo de la casa es el más desagradecido que hay", me comenta siempre una de ellas.
El trabajo que no se cobra
Cuánta razón encuentro en sus palabras al pensar que, de entre todos los trabajos a los que se han dedicado las mujeres a lo largo de la historia, hay uno que hemos olvidado especialmente. No somos lo suficientemente conscientes de que, generación tras generación, miles de mujeres han cargando con la extenuante responsabilidad del cuidado del hogar. Sin descanso, en solitario y algunas de ellas hasta equiparándolo con su vida laboral.
Es una suerte saber que el cuento está cambiando, aunque sea a paso lento, ya que este trabajo que no se ve empieza a caer también en otros hombros a parte de los suyos. No obstante, el sudor en la frente de esas esposas, madres y abuelas del que solo eran testigo las cuatro paredes de la casa, tiene que ser reconocido y sobre todo agradecido como se merece. Y los días como este son, precisamente, los más indicados para ello.
El trabajo que no se cobra

Publicado el 8/3/2018



Volver a la Portada de Logo Paperblog