El tratamiento de esta enfermedad de la columna vertebral es eficaz para reducir o eliminar los síntomas y las secuelas, aunque no es curativo.
Incluye la administración de medicamentos y la rehabilitación permanente, orientada a fortalecer la espalda para evitar la rigidez y la pérdida de movilidad de la columna.
El paciente debe mantener un buen nivel de actividad física, evitando el sedentarismo.
El hábito de fumar es muy perjudicial para estos enfermos, pues, al deterioro en la función pulmonar se añade el producido por la rigidez de la caja torácica, con lo cual, es esencial que abandonen el tabaco.
La reeducación (enseñar de nuevo a nuestro cuerpo ciertas posturas y determinados movimientos) es fundamental en esta enfermedad.
Sólo si la deformación de la espalda es importante, será necesario utilizar un corsé, aunque algunos expertos lo desaconsejan, argumentando que atrofian y debilitan, justo el efecto contrario al deseado.
Ocasionalmente, puede estar indicada la cirugía reparadora de articulaciones muy dañadas, fundamentalmente las caderas.