El triunfo paciente del hombre tranquilo

En el triunfo del PP en las elecciones sobresale el perfil bajo de la campaña de Mariano Rajoy: en algunos casos con gracia de malabarista trujimán para no concretar medidas dejando la lucha del detalle para el siempre derrotado Rubalcaba. También llama la atención la capacidad de ser capaz de navegar entre una derecha más radical que le pedía, le pedirá, involuciones claras y una imagen centrada atrayente de votantes desencantados -ese 5% de aumento que se le ha unido frente al 15% de pérdida del PSOE-. Todo ello ha configurado lo que parece que será la gestión de gobierno de Mariano Rajoy: El gobierno de un hombre tranquilo y paciente.La huida del triunfalismo, de la venganza contra el PSOE, bastante tiene ya encima con la peor derrota de la historia democrática reciente, y la petición de un tiempo para gestionar que sea "algo más de media hora" parece poner un poco de serenidad a la vorágine de electoralismo guarnicionado de prima de riesgo que vivimos con sobresaltos cada quince minutos.Es un hombre tranquilo, el hombre que gestionó el asunto del "Prestige", descangallado por el ahora centrípeto Álvarez Cascos como Ministro de fomento, el buen gestor en diferentes obligaciones de ministro, pero el político al que le falta "punch" e imagen rompedora, el que perdió dos veces sin perder su plan, al que le salieron rivales debajo de las piedras y de entre los medios que se decían afines y donde la afinidad era solo interesada, el que eludió la presión de la derecha más conservadora, sin ceder, y no dejó de ser opción, aunque con sensación de alternancia más que alternativa, para muchos descreidos de un partido socialista cuya gestión cayó por si misma y por la ayuda de una construcción gigantesca y una crisis internacional que, aquí, hicieron nido y daño sin fin.El resumen, un poder onmímodo en democracia, en el gobierno, las comunidades autónomas, los ayuntamientos para poder hacer y gobernar y una tranquilidad para gestionar los problemas en tiempos de tormenta y ruido. En un momento donde la queja en las calles, #15m, se convirtió en desgaste al gobierno saliente, por muchos que algunos vieran conspiranoias anti-PP, y en la generación de pequeños partidos en el parlamento que han llevado esas sensibilidades al congreso. En un crecimiento de los partidos nacionalistas, incluso el dudoso Amaiur, consagrando una España de múltiples polos.El escenario no es nada halagüeño, el "Rajoy dimisión" se comenzará a escuchar casi sin tiempo para dejar de hablar de las elecciones: No le arriendo ganancias, no le envidio el papel a desempeñar, ni el mínimo tiempo que tendrá antes de que las críticas fundadas o infundadas se vean en la calle. Pero la consciencia de un hombre tranquilo, de alguien que desde el inicio ha adoptado unas maneras y formas olvidadas en la crispación de los últimos tiempos parecen llamar a un espíritu de estado olvidado al menos en los últimos doce años. Quizás sea la forma de que recuperemos la confianza en el gobierno, se le haya votado o no, y que desde fuera los mercados, aunque se inicie la andadura con bajadas en las bolsas, recuperen algo de esa confianza por capacidad de hacer que desde hace meses Zapatero como lame duck había olvidado.La posibilidad de hacer que tiene es mucha, la confianza de los españoles confirmada y serenidad para acometer cambios ingente. Lo que viene ahora es tener buena mano, tino y suerte, porque en esa suerte está la nuestra y en ese tino y mano puede que esté el futuro de nuestro estado del bienestar y de los logros conseguidos durante décadas. No es tiempo de caines, porque ni la cosecha, ni la cabaña está para pleitos entre hermanos sino de colaborar para salir de ésta.Políticos, personas, responsabilidades, tiempos. Recuerdos del día de mañana.Imagen: http://www.elobservador.com.do/app/articles.asp?a=13002&z=9Despierte el alma dormida, avive el seso e despierte. A fin de cuenta sino pensamos y vivimos para que queremos estar. Los pensamientos de hoy son recuerdos del mañana que tenemos hoy.