Revista Opinión
Hace ya varios meses que en Argentina padecemos la ola Twister, porque esta nueva herramienta (¿de comunicación?) parece inspirado en esa película catástrofe yankee de los ’90: un huracán de estupideces resumido en pocos caracteres. Este fenómeno es utilizado indiscriminadamente por nuestras estrellas mediáticas (de las cuales no esperamos nada interesante) y también por periodistas y políticos. Así, se armar intrascendentes discusiones cercanas a la vulgaridad y la chabacanería. Por parte del Gobierno están principalmente dos twitter-man: el canciller Telerman y el Jefe de Gabinete Aníbal Fernandez. ¿Por qué recurrir a este elemento tecnológico que termina siempre por oscurecer los asuntos más que aclarar? Aquel que tenga el hábito de utilizar los mensajes de texto por celular sabrá que a veces se tergiversan las cosas debido a esta novedad pueril, lleno de jeroglíficos y errores semánticos ( : ( ). Ahora, existen políticos brillantes que hacen una apología del Twitter, como sinónimo del progreso tecnológico. Es el caso del diputado apátrida de la Coalición Cívica, que semanas atrás dijo en la revista Contraeditorial: “…el Twitter, con su rápido pingpong, fuerza a un trabajo de síntesis que obliga a separar lo accesorio de lo principal y constituye una suerte de mayéutica-dialéctica socrático –hegeliana que sirve para plantear diferencias de opinión”. Claro, estamos ante una verdadera revelación por alguien que sabe realmente encontrarle una racionalidad y una herramienta de transmisión ideológica. Por ejemplo, la semana pasada y en plena sesión, Iglesias twitteaba ante la inminente media sanción del 82% móvil de aumento para los jubilados (sin decir de dónde se sacarán los recursos): “82 82 82 82 828282…” (¿?), y más tarde “se viene el 82 se viene ta ta ta…” Dale…, ¡flor de mayéutica!: lo llegaba a agarrar Sócrates y lo daba vuelta como una media…
Encima, ni siquiera sirve para comunicarse directamente con la comunidad. Porque tampoco existe un control para verificar la identidad de las personas que lo usan, es decir, yo puedo abrir una cuenta con el nombre de Cameron Díaz o Gerardo Sofovich y hacerme pasar por ellos… y quedar completamente impune...
Ante tanto vacío y desprecio al valor de las palabras, nos hacía falta una voz clara en medio del ruido, alguien que va a contracorriente como el salmón Calamaro. Nuestro iluminado poeta, luego de desengañarse ante esta intrascendente novedad, publicó indignado en su página: “que despreciable "democracia", y que mal entendida claro que libertad de expresion no es expresion de libertad que perdida de tiempo escribir para hijos de homero simpson y doña rosa (doña rosa de neustad) tolerar resentimiento, conceptos infantiles progresia aborregada ideologias desaparecidas ... extinguidas hace ya tiempo participar en un coro de subnormales generadores de concepto light que asco de post modernismo (perdon si me rio) ...perder media hora por dia para comprobar lo que naci sabiendo ...siempre hay excepciones, gente excepcional pero ... que hago metido en el medio de la republica de los culoblandos en el decimo aniversario de aquel salmon revolucionario…para que necesito recordar que vivimos rodeados de reaccionarios sin huevos si lo sabemos de sobra pudiendo celebrar mis treinta años en la aristocracia rockera en la poesia de los margenes que lastimado estaria mi pudor si resulto ser la cara amable del termo twitter 140 caracteres pueden meterselos profundo en el medio del ojete me importa tres pepinos perder un segundo mas en el rebaño de boludos con blackberry o lo que es peor ....conectados a la nada a cambio de demostrar que son infantiles consecuencias de sangrientos años que deterioraron los minimos gramos de dignidad ....caretas, mis enemigos…” ¡Amén!